XXVII. Être Avec Toi

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El agua tibia rebosaba la bañera y empapaba el cuerpo de ambos.
Camille apoyaba su espalda en Tim y reía ocasionalmente con lo que el muchacho le susurraba al oído.
Poco a poco, con una esponja, el muchacho tallaba sus hombros y cuello. Conforme fue bajando, las risas de Camille se convirtieron en gemidos que intentaba callar, pero no conseguía amortiguarlos del todo.
Sabía que se lo merecía, hacía solo unos momentos que ella había hecho algo igual de tortuoso con Timmy, y el muchacho estaba tomando su venganza.
Pasaba la esponja con lentitud por encima de sus pechos y se detenía breves lapsos de tiempo a jugar.
Camille se estremecía bajo sus dedos y enseguida él continuaba el recorrido. Viajaba por su abdomen. Le propinaba leves mordidas en el cuello mientras ella dejaba reposar la cabeza en el hombro del chico.
-Je t'adore, Camille -mustió Timothée, la tomó suavemente por la barbilla para que se pudiesen ver a los ojos.
Habían pasado tantas cosas entre ambos que el rubor de Camille ya perpetuaba sus mejillas, pero los ojos enseguida se le iluminaron y lo acercó más a él para poder besarlo.
Era una posición de lo más incómoda, pero le dió poca importancia y sonrieron simultáneamente.
Estaban a un par de días de que aquello terminara. Regresarían a París y Camille no tenía ni idea de qué sucedería. ¿Cambiaría algo entre ellos? Una gran parte de ella se sentía tan culpable por tomar esa idea en consideración. Y en general por todo. No soportaba pensar en Amélie en ningún momento sin querer darse de golpes en el rostro y detestarse por lo que estaba haciendo.
No obstante, era inevitable no sentirse plena cuando estaba con Timmy. Sentir como su corazón estallaba de emoción y querer regocijarse en sus brazos.
-También te adoro -dijo finalmente.

···

Timothée tenía razón. Meterse a bañar juntos había sido una mala opción si querían bajar cuanto antes.
Ya vestidos y listos se dirigieron al comedor, dónde ya no había nadie.
Marc y Nicole les habían dejado una nota dando de antemano una disculpa, seguido de un aviso; irían al centro de la ciudad por unas cosas que requirieran sus padres.
Timothée arrugó la nota y la dejó en la mesa antes de volver a la cocina.
Aunque no los habían esperado para comer, sí les habían dejado los platillos listos y los lugares puestos.
Camille lo agradeció bastante. Tenía tanta hambre, que no era de sorprender después del todo. El día anterior no habían cenado y con lo tarde que despertaron...
Eran bastantes horas de ayuno.
Comieron en silencio por un rato, hasta que él, entrelazando sus dedos con los de ella le inquirió qué deseaba hacer.
Camille no estaba del todo segura.
Tenía tantas cosas en la mente que cómo saberlo: el cuerpo le dolía bastante, como si hubiera hecho horas y horas de ejercicio (y tal vez algunos lo clasificarían así). Y no, tener sexo no era igual a las películas románticas y mucho menos a las porno. Dolían las extremidades por estar a horcajadas encima del muchacho y también sentía un leve picor allí donde Tim había mordido, nada grave, por supuesto, pero en la piel tan pálida de Camille un leve mordisco era capaz de hacerse moretón rápidamente. Lo bueno era que desaparecía con la misma velocidad. Sus emociones se hallaban mejor que días atrás, pero aún continuaba titubeante en bastantes, y para variar, los mensajes con su madre aquella mañana habían sido un tanto diferentes; la escritura era bastante seca y por más que Camille hubiese intentado sacar conversación, su mamá no había hecho el menor esfuerzo de seguirla.
«Estará muy ocupada editando una sesión de fotos» se dijo a sí misma para tranquilizarse. No funcionaba y quiso llamarla, pero sería más tarde, tal vez en la noche.
Tenía un extraño sentir al respecto y decidió ignorarlo. Ya después tendría tiempo para ocuparse de ello.

···

Horas más tarde Camille descansaba sobre el regazo de Timothée. El chico le trenzaba con delicadeza mechones de cabello, como ella se lo había enseñado hacía un par de minutos. Le quedaban aún con detalles de imperfecciones, sin embargo la expresión de concentración era suficiente para que la chica se quedará quieta y fascinada.
Le observó con detalle como se iluminaban ciertas áreas de sus ojos y otras se ensombrecían, en especial allí donde las pestañas le tupían y daban mayor profundidad a su mirada.
Una mirada preciosa, por cierto.
-Conozco esa mirada -interrumpió Timmy sin quitar la vista de su trenza-. Estás pensando en algo. ¿Qué es?
Camille rió por lo bajo.
-¿Cómo?
-Sí, en el trabajo siempre tienes esa mirada cuando estás pensando. -Se detuvo un segundo sonriendo de lado y continuó- Como cuando te pregunto si quedaría mejor un malva que un lila en los diseños, hay un breve instante donde se lee en tus pupilas como lo analizas.
Camille cerró los ojos y carcajeó nerviosa. Al abrir los ojos levantó una mano para acariciar los rizos que le caían por las sienes a Timmy.
-¿Quieres que sea honesta?
Timothée asintió.
Camille titubeó. Estaba a poco de comentarle su incomodidad con los mensajes de su mamá, pero cabía la posibilidad de que Timmy pensara en que estaba enojada y varias veces antes le había expresado el miedo imponente que le tenía. No porque la madre de Camille fuera mala con él, pero sí la conocía como una persona seria y rigurosa. Si se enteraba haría que regresaran lo antes posible a París y eso no era lo que la chica quería aún.
-En perritos. ¿Cómo le hacen para ser tan tiernos?
El chico abrió la boca sorprendido a la par que enarcaba una de sus cejas.
-¿Es una pregunta seria?
-¡Por supuesto! -exclamó-. No entiendo porque dan ganas de comertelos a besos.
-Siento lo mismo con respecto a... -Apagó su voz y dejó los labios hechos una pálida línea.
Camille se incorporó sobre uno de sus codos.
-¿Con respecto a qué?
Timothée negó con la cabeza. Acarició el cabello de Camille y la joven le sostuvo la mano, obligándolo así a mirarla a los ojos.
-Me golpearás si lo digo -reprochó haciendo un gesto teatral como si ella lo maltrara en serio.
Juguetonamente le asestó en el hombro un empujón y él se tiró en el pasto sosteniendo con fuerza el brazo.
-Ya te golpeé, ahora me tienes que decir.
Timmy dejó de sobreactuar y la observó con la boca entreabierta.
-¿Qué? No, más bien ya me golpeaste y ahora no te diré nada. -Cruzó los brazos encima del pecho.
Ella se agachó hasta quedar casi encima de su cara y con un gesto infantil comenzó a molestarlo, picando su mejilla con la nariz.
-Dime -insistió sin detener sus movimientos-. Allez, dime.
Timothée alzó la cabeza quedando a la misma altura que ella.
-A tí, Cami. Siento lo mismo respecto a tí.
La tomó por la nuca y buscó sus labios con dulzura.
-Quiero estar contigo, Camille -mustió.
Aclarándose la garganta, Pauline hizo que ambos voltearan hacia donde ella se levantaba y los observaba con las mejillas sonrojadas. Había cierto júbilo en sus ojos que Camille no había visto antes, no obstante le fue imposible no avergonzarse y levantarse lejos de Timmy con rapidez.
-Lo siento mucho por interrumpir -excusó.
Timothée le lanzaba una mirada fulminante y su hermana se apresuró a terminar.
-¿Tienes mi juego de llaves, Timmy?
-Está en lo habitación -dijo cortante y con un leve tono de molestia.
Su hermana asintió y dió media vuelta, regresando por el pasto en dirección a la casa.
Timothée negó con la cabeza fastidiado y Camille le acomodó uno de los mechones de cabello detrás de las orejas.
—¿En qué estábamos? —cuestionó ella.
El chico sonrió ligeramente y se encogió de hombros.
—¿Me ayudas a recordar?
Camille lo sostuvo con fuerza de la playera y lo aproximó a ella para fundirse de nuevo en sus labios.

Amándote En Silencio || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora