Los pies de Timothée parecieron hacerse más ligeros mientras tomaba a Camille para llevarla al centro.
La joven en los primeros compases se le complicó agarra el paso, pero no tardó mucho en comprender de qué iba el baile y dejarse guiar por el muchacho.
-La luna ci te neva compagnia -entorno Timothée con los labios y dió a Camille una vuelta. Al regresarla, la sostuvo aún más cerca que antes. Su boca estaba ahora en su mejilla y la estrujó un poco para estar a un lado de su oído. Entonces susurró-: Io ti sentivo mia, soltanto mia.
Camille, bajo sus brazos se estremeció al escuchar sus palabras airosas. «Yo te sentí que eras mía, solo mía».
El cuerpo le cosquilleó y se llevó también.
El mundo a su alrededor parecía haber desaparecido.
Solo estaban ella y Timothée.
El tacto de sus manos acariciándole la cintura y llegando hasta los omóplatos, dónde el vestido se abría y dejaba la piel al desnudo se convertía en un millón de alfileres que le traspasaban las membranas del corazón, pero enseguida el dolor se hacía soportable. Placentero. Exquisito, tenerlo ahí.
Únicamente los dos.
Toda la noche había evitado sus miradas, sus bromas, los roces, porque era difícil verlo después de haber dicho en voz alta sus sentimientos con Pauline. Se llegó a preguntar si alguna vez haría efecto el sacar las palabras para olvidar, porque en aquellos instantes solo le convertía las emociones en algo más fuerte e insufrible.
Cuando Camille era más pequeña y escuchaba la canción que sonaba, imaginaba que sería la ideal para bailar con el amor de su vida. Después se enteró de que «Che Vuole Questa Música Stasera» no era de amor, si no de dolor y sufrimiento por la partida de la otra persona, pero permanecía en su mente esa idea; bailar y sentirse en el ambiente de una película de romance italiano.
Allí, Timothée cumplía lo que alguna vez había sido su sueño y la música continuaba pasando, tortuosamente lenta cuando estaban sostenidos uno del otro.
Jamás se había considerado buena bailarina, pero la forma en que Timmy dirigía el baile le provocaba la sensación de estar paseando entre suaves pastizales. O en el mar.
El tiempo se había detenido.
¿Alcanzaría él a escuchar los latidos de su corazón?
Esperó que no, porque eran demasiado acelerados.
Camille ahogó un grito en el momento que Timothée apoyó su frente sobre la de ella y cerró los ojos. La chica vió con admiración la manera en que sus largas pestañas se entrelazaban unas con otras.
El solo de piano en el puente de la canción sonó y sus respiraciones se volvían una sola.
Timothée subió una mano hasta el rostro de ella y en aquella ocasión Cam no se tensó, sino que también cerró los ojos.
Cuando ambos los abrieron y se miraron la chica quedó embelesada entre sus colores, los bellos colores que surcaban las pupilas.
-¿Por qué no te conocí antes? -mustió él.
Fue momento en que la cruda realidad que envolvía a ambos se hizo sobre Camille.
Aquel instante era tan efímero como la vida de un copo de nieve.
Dentro de unos cuantos días aquella ensoñación acabaría ¿Y con qué se quedaría Camille?
Pedazos de su corazón más difíciles de reconstruir que anteriormente.
La chica puso las manos encima del pecho de él y tragó saliva intentando ocultar el nudo que se le generaba en la laringe.
-Es muy afortunada -susurró y parpadeó rápido para alejar las lágrimas de sus ojos. Timmy enarcó las cejas consternado, inquiriendo qué quería decir ella-. Amélie. Espero que aprecie estos momentos como se merecen.
Tim se alejó de ella. En su rostro se plasmaba la misma expresión que si ella le hubiese dado una bofetada.
Abrió la boca para dar un reproche, pero la cerró cuando Pauline y Joan se aproximaron a ellos.
-¡Timmy! -dijo su hermana-. Aún te acuerdas de los pasos del abuelo.
El muchacho, aún atónito la miró y sacudió la cabeza.
-Jamás se me olvidarían -dijo con un velo en la voz, para evitar demostrar lo estupefacto que se encontraba.
Joan observaba a los prometidos con cierta curiosidad y Camille sentía las lágrimas ardiendo bajo los ojos. No podía estar más tiempo allí si quería ocultar sus ganas de llorar.
-Voy a tomar aire -se disculpó y se alejó de la pista con paso apresurado y los tacones repiqueteando en el suelo.•••
El aire le quemaba y las lágrimas le helaban las mejillas. No eran demasiadas las que se había permitido soltar, pero aún así su saldo gusto le permitía a Camille sentirse más liberada.
Inspiró con fuerza y observó las decoraciones que habían en los jardines.
-¿Todo bien? -habló un hombre detrás de ella.
Su tono más grave le dió a Camille la señal de que no se trataba de Timothée, pero aún mantenía los hombros tensos.
Dió media vuelta y respingó al ver a Joan con una mano debajo de una copa y la otra en el bolsillo.
Con un gesto rápido ella se limpió las mejillas y dió su mejor intento de una sonrisa despreocupada. Un fracaso total.
-Claro -mintió y segundos después, sonriendo la nariz frunció el ceño-. ¿Por qué no estás con...?
-¿Pauline? -cuestionó Joan-. Ella y Timothée están bailando un poco. Me envió a ver el porqué de su huida.
Camille negó con la cabeza y se encogió de hombros.
-No fue nada, solo... Me sentía encerrada.
Joan avanzó con lentas zancadas hasta el barandal donde ella reposaba la espalda.
-En mi trayecto de convivir con mujeres he llegado a la conclusión de que... -le echó una rápida mirada de reojo-, no lloran por cualquier cosa. Puede costarles encontrar el motivo, pero siempre aparece uno.
Dos lágrimas más cayeron de los ojos de Camille pero siguió sin hablar.
-¿Usted y su prometido...?
-Por favor, puedes tutearme -agregó ella rápidamente.
-Merci. -Carraspeó y enseguida corrigió-. ¿Está todo bien entre tú y tu prometido?
-¿Por qué la pregunta? -soltó Camille un tanto a la defensiva. Se obligó a tranquilizarse-. Sí, todo va bien.
-Bueno, porque nadie sale a llorar después de haber bailado con alguien de su agrado.
-¿Nunca te ha dado miedo salir perdiendo en el juego del amor?
-Todo el tiempo -admitó él-. Pero si dejara que el miedo me dominara, ¿En qué momento disfrutaría mi felicidad?
Camille lo observó silenciosamente y él se encogió de hombros.
-El dolor es tan terrible, ¿Cómo haces para controlar el miedo?
-Prefiero pensar en que viví feliz un momento a no haberlo hecho nunca y arrepentirme para siempre.
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Amándote En Silencio || Timothée Chalamet
RomanceCamille Dumont tenía una vida tranquila. Solo ella, su trabajo y su madre en París. Un día su mejor amigo y compañero de trabajo; Timothée Chalamet le pide ayuda para ocultar uno de sus secretos y tiene que vivir una experiencia bastante desordenad...