La música dentro del salón continuaba fuerte y Timothée bailaba con su hermana, como mucho tiempo atrás lo habían hecho.
El muchacho sentía el nudo de incomodidad que se le gestaba en el estómago, no obstante con el rostro serio lo ocultó y procuró no hablar de nada.
Confiaba en que su hermana comprendiera las pocas ganas que él tenía para platicar y lo dejase sumirse en su silencio. Pauline tenía planes muy diferentes.
-Es fantástica la música que ponen aquí, ¿No lo crees? Vi que Camille y tú lo disfrutaron bastante.
Timmy asintió con la cabeza evitando la mirada de su hermana.
-Por cierto, Timmy, ¿Cuál es el nombre de tu prometida?
Timothée volteó intentando apaciguar su ira por una pregunta tan tonta
y soltó.
-Lo acabas de decir, Pauline. ¿Estás ebria?
Después de dar una vuelta en el baile, la chica enarcó una ceja.
-Tu verdadera prometida, Timothée.
Parecía que le hubiesen echado una cubetada de agua helada en la espalda de Tim y se detuvo estupefacto por un momento. Miró sobre el hombro de su hermana, buscando a sus padres, temiendo que ella hubiera hablado demasiado fuerte. Después con una mirada inquisitiva examinó a Pauline.
-Es Amélie ¿No? -volvió ella a hablar- ¿Por eso nos mentiste?
El ceño inescrutable del muchacho se transformó poco a poco en un gesto de angustia y de la manera más distante preguntó:
-¿Por qué importa eso ahora?
-Porque eres mi hermano -argumentó Pauline-. ¿De verdad la amas tanto para casarte con ella?
Tim tardó en responder.
-Eso no importa
-¡Timmy! -chilló ella escandalizada-. Oh s'il tu plaît! Claro que importa. ¿Qué es lo que te sucede?
Mientras Pauline más buscaba la mirada de su hermano, él más la distanciaba. Aunque odiase que así fuese, Timothée tenía una mirada que podía delatar todos sus secretos.
-No lo entenderías -se limitó a decir.
-¿Por qué no?
-¿Por qué te importa tanto? -exclamó él a punto de estallar.
-Quiero que seas feliz, Timothée. Y yo sé que no lo eres con ella. ¿Qué hay de todas esas veces de charla en el teléfono?
Él sabía bien de cuáles veces hablaba. Noches en vela, tratando de conciliar el sueño, pero los recuerdos de las peleas que acontecían esos días se lo impedía. Su mejor medicina siempre fue hablar con su hermana, porque era excelente escuchando y dando palabras de aliento mucho mejor.
-¿Que no te han sido suficientes para saber que te encaminas a una vida de tristeza? -Su hermana le suplicaba con la mirada que él diese una buena explicación para tanto drama.
No quería hacerlo, pero se le estrujaba el estómago mientras más trataba de callarse las ideas.
-Se encaminaría de cualquier manera -mustió en voz muy baja pero audible a su hermana, suspiró mientras observaba al balcón por el que Camille había salido, seguida de Joan. Ninguno aparecía aún, por lo que comenzó a explicar-: Pauline... Hace tres años empecé mi relación con Amélie y había empezado todo bastante bien; yo estudiaba, hacía las prácticas y salíamos a comer. Después los problemas comenzaron a llegar, aunque el verdadero se asentó cuando alguien llegó al trabajo. Estar allí se hacía fantástico y cada vez me sentía mejor cuando su aroma a chocolate se aproximaba a mi mesa.
»Los problemas con Amélie se hacían más pesados cada vez, y tomé en consideración la idea de terminar cuando me percaté de que de verdad podía ser feliz. Aunque al día siguiente le llegaron a la chica unas flores a la oficina y me enteré de que esa otra persona tenía novio, y que lo quería bastante, eso creía. Decidí olvidar aquel amorío.
»No pasó tanto tiempo cuando ella terminó con su novio y me comentó lo que había sucedido; odiaba como la trataba, siempre ignorando las cosas que a ella le interesaban, humillándola cuando quería y peleando por cada minúsculo detalle. Sus palabras me envalentaron y prometí que la próxima pelea que tuviese con Amélie sería la última.
»Lo intenté, pero mi error radicó en decirle por llamada que debíamos hablar, porque ella me mencionó que también tenía algo que decirme y cuando nos vimos en un café se disculpó y alegó que se había puesto de aquella manera tan irritante porque estaba embarazada.
Pauline abrió mucho los ojos.
-Jamás me habías contado eso -susurró.
Timothée negó con la cabeza.
-Quería que todo estuviese bien y me encontraba ideando una manera para decirles a ustedes, pero antes de que pudiera, ella alegó que había perdido al bebé. -Calló por un momento antes de encogerse de hombros, cabizbajo-. Pero fue demasiado tarde para mí, Pauline. -Su hermana continuaba a la expectativa de la historia y solo emitió un gemido de desconcierto-. Ya le había contado todo aquel teatro a la chica de quién estaba tan enamorado.
-¿Y eso qué? -cuestionó su hermana frunciendo el entrecejo.
-¿Eso qué? Pauline, después de saber que mi vida es un desastre, ¿Crees que Camille querría algo conmigo?
La siguiente expresión que se dibujó en el rostro de la joven fue de completa estupefacción. Inclusive sus pies se detuvieron cuando alzó una mano hacia su boca, para amortiguar la exclamación de sorpresa.
-Pauline... Ella me hace tan feliz, pero la conozco y tengo la probabilidad de una en un millón para que después de conocerme y conocer toda mi historia ella quiera algo -Su hermana sacudió la cabeza, desconcertada-. Lo he visto... Cada que hago mención de algo romántico ella se aleja.
La chica permaneció callada un largo instante. Timothée ni siquiera intentó retomar la plática de nuevo, su mente estaba tan cansada que su cuerpo ya solo se movía por la inercia de la música.
Pauline echó la cabeza hacia atrás para ver una vez más a Timmy y con un tono firme le dijo:
-¿Imaginas qué hubiera sucedido si Simba se hubiera quedado en la selva sin ir a reclamar su reino?
-¿Estás intentando darme una lección con El Rey León? -cuestionó Timothée. En el interior tenía muchas ganas de reír, aunque solo le salió un rápido resoplo.
-¡No tenía ningún ejemplo en mente! -se excusó Pauline-. Pero de verdad, tenía la vertiente de que llegara a la piedra del rey y las hienas se lo comieran todo, o la opción de luchar y salir victorioso. No te quedes sin saber que pueda suceder, mejor descúbrelo por tí mismo.
Las comisuras de la boca del joven se tensaron en una sonrisa discreta.
-Fue el ejemplo más bizarro que se te pudo ocurrir.
-Pero espero que te sea útil -alegó ella con una sonrisa más amplia-. Y quién sabe, tal vez ella podría guardar los mismos sentimientos ocultos.
La idea hizo que el pecho de Timothée volviera a sentirse vivo.
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Amándote En Silencio || Timothée Chalamet
RomanceCamille Dumont tenía una vida tranquila. Solo ella, su trabajo y su madre en París. Un día su mejor amigo y compañero de trabajo; Timothée Chalamet le pide ayuda para ocultar uno de sus secretos y tiene que vivir una experiencia bastante desordenad...