XXI. Je Crois Que Je T'aime

1.1K 82 0
                                    

«Creo que la amo»
Fue un breve instante el que surcó esa idea por su cabeza cuando acababa de despertar, pero fue suficiente para que un gran sentimiento de éxtasis le recorriera por las extremidades.
Hundió la cabeza en la almohada para ahogar las ganas de gritar a los cuatro vientos su amor por Camille y cuando por fin se le pasó, clavó la vista a su lado, dónde ella aún dormía.
Tenía la boca ligeramente abierta y a ratos balbuceaba palabras inaudibles, cosa que le sacó al rostro de Tim una sonrisa.
Después se quedó admirando el techo un extenso rato mientras intentaba pensar una buena manera de decírselo. Debía de saberlo a esa altura: conocer todos los sentimientos que tenía hacia ella.
Decidió que en sería mejor guardarlo en secreto y nunca hablar de ello, por más ganas que le entraran al verla pasar a un lado suyo.
En la playa, Camille volvió a hablar y sacó al chico de sus recuerdos.
-Timmy, ¿Podrías ponerme bloqueador en la espalda? -preguntó ella alargando el brazo para entregarle a Timmy el frasco de crema.
-Claro. -Con dedos temblorosos tomó la botella y la abrió.
Mientras tanto, Camille se recostó en la manta que Timmy había puesto encima de la arena y con un sencillo gesto de brazos, desabrochó el cordón que ataba el top, dejando su espalda desnuda a la vista del muchacho.
Timothée tuvo dos impulsos en mente, el primero constaba en levantarse del lugar donde se sentaba y escapar al agua, intentando mantener sus pensamientos a raya. El otro impulso fue menos inocente que aquel.
Suspiró rápidamente y poniendo un poco de crema solar en sus manos, comenzó a frotarla desde los hombros de la joven. Quería parecer despreocupado, pero Camille sonrió cuando sintió sus rápidos roces, evitando distraerse demasiado en cada detalle de su piel.
-¿Miedo de tocarme, Chalamet? -se burló ella con un brillo en los ojos.
El chico frunció el entrecejo y negó con la cabeza.
-Más bien no sé poner estas cosas -refunfuñó y con más fuerza en los dedos comenzó a masajearla.
Camille hacía pequeños ruiditos de satisfacción cuando Timothée encontraba los puntos exactos dónde presionar.
Intentó acallar con todas sus fuerzas los pensamientos que le llegaban de repente, o las ganas de dar suaves caricias en ciertas partes de su cuerpo, la piel parecía deshacerse de deseo por fusionarse con la de ella.
La forma de su cintura, los contornos de los omóplatos, o la suave línea que le bajaba por toda su espina dorsal hasta desaparecer en las lumbares y más abajo...
«¡Cállate, Timothée!» se reprendió.
-Bien, suficiente -dijo Camille como si leyera sus pensamientos y sacó a Tim de su ensoñación. Se ajustó el abrochador nuevamente y se incorporó-. ¿Alguna vez has sido enterado en la arena?
El chico intentó rememorar, pero no le llegó nada a la mente.
-Jamás.
Camille sonrió maliciosamente y alzó una ceja.
-Pues es momento de que alguien lo haga.

•••

En menos tiempo de lo que pensó, Tim ya estaba hundido en la durante arena, dejando al aire los pies y la cabeza, nada más. Camille le miraba burlona desde arriba y continuaba dibujando con los dedos distintas marcas en su nuevo arenoso cuerpo.
-Después de ésto tendré que meterme al agua -anunció él-. Tengo partes que jamás pensé que tocarían la arena repletos de ella.
Camille soltó una carcajada y poco después se arrepintió de haber imaginado cualquier cosa.
-Bien, pues tendrás que esperar un poco -comentó ella-. Debo de disfrutar más de ésto.
Tim le dirigió una mirada fulminante y se removió incómodo en su estrecho espacio.
-Al menos deberías besarme -farfulló en voz casi inaudible, pero que Camille consiguió escuchar.
Abrió mucho los ojos y no fue capaz de prevenir lo que su cuerpo hizo a continuación. Llevaba un largo tiempo desde el día anterior en que su cuerpo había dejado de obedercer a su mente, así que pronto se agachó hasta quedar frente a frente con Timothée. El chico la observaba boquiabierto mientras ella más cerca de su rostro estaba.
Permanecieron unos segundos viéndose fijamente a la ojos, pasó poco después la mirada por encima de sus labios, dónde la pequeña sobra de bigote apenas se había visible y los labios se le contorneaban con sutileza.
Acercó con lentitud su boca a la de él y comenzó a rozar sutilmente su nariz, a lo que se conocía como un «beso esquimal».
¿Pero qué demonios estaba haciendo?
Entornó los ojos y procuró volver al tono burlón que llegaba usando en el día y negó con la cabeza.
-Lo dudo mucho.
Timothée cerró la boca y los ojos al mismo tiempo, dejando caer la cabeza en la arena.
—Bien, dormiré mientras tú te regocijas en mi sufrimiento —anunció.
—¿De verdad? —preguntó ella abriendo mucho los ojos.
Tardó unos segundos antes de abrir los ojos.
—La verdad es que no. —Con un poco de esfuerzo elevó el torso junto con las rodillas y la arena se craqueló, cayendo a un lado de él.
Todo su cuerpo estaba cubierto de arena y se alcazaba a observar que también el traje de baño se había cubierto.
Camille se quedó paralizada y sin previo aviso Timothée la alzó encima de sus hombros.
La chica pataleó enfurruñada y le gritó que la bajara.
Timothée la balanceó hacia un lado y hacía el otro, fingiendo que estaba a punto de tirarla.
—¿Quieres que te baje aquí? —La agitó en el aire otra vez—. O tal vez aquí.
—No, no, Timmy, por favor —imploró ella.
Pocas veces la cargaban y odiaba que lo hicieran, tal vez porque cuando tenía siete años una amiga suya de la escuela la intentó cargar y terminó tirándola en la fría duela de su departamento. Por si eso no era poco, al caer su cabeza dió contra la esquina de la mesa y bueno, por obvias razones odió más tarde que la alzaran del suelo.
—Bájame, por favor —suplicó una vez más y Timothée obedientemente la puso en el suelo... Que ya no era suelo,   estaban dentro de la cristalina agua del océano.
Era tibia, más acercándose a frío, pero se tiró en ella agradecida de estar abajo.
Timothée también se hundió en la poca profundidad que había a esa altura de la playa y comenzó a restregarse las manos por todas partes, removiendo la blanca arena.
—Cielos, ¿Cuánto crees que tarde en deshacerme de toda? —preguntó el muchacho.
Camille se encogió de hombros y negó con la cabeza.
—Lo siento Timmy, me temo decirte que serás un monstruo playero de ahora en adelante.
Con una sacudida de manos, el chico le lanzó un puñado de agua que Camille evitó volteando la cabeza.
Frunció los labios en una fina línea antes de patear hacia él más agua.
Los chicos rieron a la par que Camille intentaba ayudar a Tim para levantarse, pero el movimiento del mar era más fuerte, las piernas de ella continuaban doliendo y en una corta ola fue arrojada encima de Tim, golpeando su frente con la nariz de él.

Amándote En Silencio || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora