VI. Rien de Mal

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—Ya llegamos —anunció Nicole y a lo lejos de alcanzó a escuchar una respuesta, aunque Camille no entendió lo que decían—. Bien —volvió a decir, ahora hablando a Tim y la chica—, tu cuarto continúa desocupado, Timmy, suban a dejar sus cosas, iré a avisarle a tu padre que llegaron.
D'accord.
Timothée indicó a Camille por dónde subir. La mirada de la chica no tenía a basto con todo lo que veía en la casa.
Era encantadora tanto por fuera como por dentro. Las paredes blancas hacían que todo brillara inhumanamente, como si estuviera en un sueño.
Las escaleras también daban mucho que admirar, con detalles bien trabajados en la madera y desembocaba más arriba a un pasillo donde las habitaciones se repartían.
Camille alcanzó a vislumbrar que había otro espacio encima de un mesanín y allí arriba aguardaba un gimnasio.
Tim caminó callado hasta llegar a la habitación donde se tiró en la cama y puso las manos detrás de la nuca mientras miraba burlón la expresión estupefacta de ella.
—¿Por qué jamás me habías contado que vivías aquí?
El muchacho se encogió de hombros.
—Yo no vivo aquí, yo vivo en París —argumentó desenfadado—. Que mi familia resida aquí es distinto.
—Lo sé, lo sé, —La habitación también era linda, aunque las paredes estaban tapizadas de dibujos infantiles, pósters educativos y libreros. Todos tenían libros y juguetes, esparcidos de una desordenada manera, al menos a ojos de Camille—, pero es que... Creo que es injusto.
—¿Que te trajera a disfrutar?
—Que no me hayas advertido de todo ésto.
Camille tomó asiento al filo de la cama y soltó el bolso a un lado de ésta.
—No es cierto _habló alguien en la puerta—. Creí que te saldría un compromiso de imprevisto.
Tanto Cam con Timothée llevaron la vista hacia allá.
Una chica alta, esbelta y de mirada llameante les miraba. Bueno, principalmente a Timothée.
El muchacho se levantó y envolvió entre sus brazos a la joven.
—No me perdería una oportunidad para hacerte enfadar otra vez —comentó el después de jalarle un mechón de cabello.
—Debería darte vergüenza actuar así frente a tu prometida —susurró ella y se separó de su hermano.
—Oh oui, ±Tim carraspeó la garganta—, Pauline, ella es Camille.
La chica se levantó del lugar y alisó su suéter antes de acercarse a los hermanos.
—Camille, ella es mi hermana.
—Vaya, ¿Cómo consiguió conquistarte este bobo? —cuestionó Pauline, abrazándola veloz.
—Tampoco estoy segura —respondió Cam torpemente—. Creo que, cuando el momento es el bueno, llega.
Timothée tenía la boca hecha una línea, y puso un brazo en su hermana.
—¿Hay alguien más en la casa?
Père únicamente. Los abuelos llegan más tarde. —Sonrió y repartió una mirada entre Tim y su «prometida»—. Bien, los dejo solos para que se acomoden.
Dió la vuelta y escucharon el chasquido de la puerta cuando la cerró.
Camille resopló y Timothée se dejó caer en la pared.
—Tenemos que hacer algo mejor si esperamos que crean en nuestro compromiso —dijo él.
—¿Y qué esperas que hagamos? —Camille volvió a su bolso y sacó su celular del bolso_. También te recuerdo que ésto lo hacemos por tu beneficio, yo no sacaré nada.
—Dije que te iba a pagar con otro favor —reprochó.
—Pero es una inversión a largo plazo.
Tirándose encima de la cama desbloqueó el teléfono y redactó un corto mensaje para su mamá, dándole el aviso de que había llegado bien a Marsella.
Sí se sentía culpable de haberle mentido, pero le comentó que sería el evento en Marsella y se repetía eso para quitarse el peso de encima; al menos en algo dijo la verdad.
—Menos mal que no hay muchos en casa. —Tim se sentó a un lado de ella—. Así no hay tanta presión.
Oui...
Camille cerró los ojos unos segundos y al abrirlos quedó helada. Las pestañas de Timothée se pintaban rojizas con los rayos de luz.
En un momento normal habría hecho alguna broma respecto a la envidia de sus bonitos ojos, pero allí, con su respiración tan cercana, el calor de su hombro junto al de ella, provocaba que todos los sentidos de le paralizaran.
—¿Trajiste traje de baño? —interrogó él.
—¿Qué?
—Hay piscina. ¿Qué te parece si comemos y después vamos a nadar? Obvio... Cuando se haya pasado la hora de espera.
Camille se obligó a reaccionar.
—Sí traigo. —Volvió a moverse de la cama y hurgó en su maleta.
Sacó los dos que traía, uno era un bikini y el otro el traje.
Opinó que aquel día usaría el más cerrado.
—Entraré al cuarto de baño —avisó y abrió en la puerta que había a un lado.
La pieza era grande, iluminada y tenía una bañera dónde cabrían tres Camilles.
Un domo iluminaba la mayor parte del lugar y el espejo guardaba unas lucecillas. Maquillarse allí debía ser el cielo.
Cam se desprendió rápidamente de su ropa. Después comenzó a amarrar las cintas del traje y se dió un rápido arreglo frente al espejo.
Finalmente volvió a poner encima de éste su camisón y alcanzó a oír detras de la puerta que Nicole le decía a Timothée que ya estaba lista la comida.
—Camille, la comida ya está. —Timothée tocó la puerta.
—Ya estoy lista.
Allez! —El muchacho le dió una sacudida en el cabello, sonrió y la tomó de la mano para bajar.

Amándote En Silencio || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora