Camille dió vueltas y vueltas antes de poder conciliar el sueño.
Tener cercano el calor de Timothée la ponía nerviosa y una tras otra vez se reprochaba a sí misma el haber dado la estúpida idea de invitarlo a dormir allí.
Sí, el corazón se le había estrujado tras pensar en dejarlo dormir en el gélido suelo con el viento soplando tan fuerte, sin embargo ahora no lograba dejar de regocijarse si sentía sus brazos o manos rozar con la playera del muchacho. Y acto seguido se separaba tanto y tan intempestivamente que en varias ocasiones temió caer de la cama.
Finalmente, después de muchos intentos consiguió caer rendida hasta la mañana siguiente.
Cuando el sol entró en su ventana y le iluminó el rostro, abrió los ojos con lentitud.
No sabía bien qué hora sería, el sol aún no llegaba a un punto muy alto, puesto que les entraba directo a la alcoba, pero tampoco parecía ser tan temprano.
Se incorporó lentamente y el estómago se le heló cuando se hizo consciente de una de sus manos, que se aferraba con fuerza a la de Timothée.
La respiración del muchacho era pacífica, indicando que aún continuaba dormido y ni siquiera se había percatado de que la agarraba con suavidad.
Camille se repitió que era debido a su costumbre de dormir acompañado. Al menos más que ella.
Él no vivía con Amélie, pero era obvio que dormían juntos más de una vez y él tendría como gesto común tomarse de la mano por las noches.
Con cuidado de no despertarlo, Camille sacó su mano de aquella posición y se levantó de la cama como un resorte.
Entró al baño con rapidez y se palmeó un par de veces el rostro, enfurecida con ella por haberse dejado sentir tanto tiempo el cosquilleo cada que se tocaban. Estaba segura de que podría controlarlo. Cada que se exaltaba por estar con él se repetía aquellas ocasiones dónde lo había visto feliz en su antigua relación (fueron pocas). O aquellos momentos dónde tantas veces se había dicho que no podría ser feliz con alguien como él; engreído y bastante irónico hasta en los momentos que requerían seriedad. Pero nada funcionó.Seguía sintiéndose añorante de su calor, de sus besos, nada de lo que intentara pensar le ayudaba a olvidar las mariposas en el estómago que sentía cuando lo veía. ¿Existiría alguna otra manera de lograr su cometido.
Esperó que sí, aunque sin muchas creérselo del todo.
Al despertar, Timothée no recordaba si todo se había tratado de un sueño o si era verdad que había tomado la mano de Camille a mitad de la noche.
Cuando duermes hay muchas cosas que no alcanzas a comprender si son realidad o un sueño, y por un momento creyó su propia mentira: estar en su casa de Marsella para celebrar su compromiso con Camille. Pero no era así, estaba allí para ocultar el compromiso con Amélie.
En su sopor le pareció tan real aquello que decía mantener con la linda chica de ojos castaños, y fue de allí que nació la iniciativa para tomarla de la mano.
Pero al momento en que Timothée despertó, el otro lado de la cama estaba frío y vacío.
Un chispazo de temor le recorrió la espalda. ¿Y si Camille se había enojado con él por haberla tomado durante la noche?
Incorporándose revisó si no se podría encontrar en el espacio del suelo dónde él se suponía que dormiría en la noche. No había nada.
Aguzó el oído y poco a poco escuchó los tarareos que salían del cuarto de baño, y el agua volvió a correr poco después.
Timmy destensó los hombros y suspiró aliviado.
Solo bañándose, no estaba enojada... Esperaba.
Corrió al espejo de la habitación y se inspeccionó en él. Tenía unas oscuras sombras bajo los ojos por las varias veces en aquella semana que no había podido conciliar el sueño, pero a parte de eso, parecía relajado. De hecho, se sentía excelente. Y le era imposible ocultar la sonrisa que se le escondía en las comisuras de la boca.
Con calma regresó a la cama y la hizo sin prisa alguna, cuando el cerrojo del cuarto de baño chasqueó.
Camille apareció en el umbral, con el cabello húmedo cayéndose sobre el top morado.
Su mirada se congeló un breve instante sobre la de él y después dió una sacudida a su mano para saludarlo.
-¿Qué tal dormiste, Timmy? -cuestionó ella aproximándose al tocador.
-Excelente -respondió él sin querer dejar de mirarla. Le encantaba la manera en que sus ojos chispeaban y la curva de su mandíbula le despertaba el deseo por explorar cada espacio de piel con sus labios.
«Ya es suficiente» se ordenó y apretó los puños a su costado.
Le dolía pensar en que toda esa felicidad que sentía tuviese fecha de caducidad. Y volvió a regañarse mentalmente, no podía continuar divagando de esa manera.
-¿Qué tal dormiste tú? -Timothée volvió la vista hacia las sábanas que colocaba.
-También bien, merci.
Camille comenzó a desenredar con cuidado los nudos que la ducha le había generado, y continuó callada.
Una vocecilla le decía a Timmy que no hablara más, pero le fue imposible obedecer.
-¿Te levantaste muy temprano?
La chica le dió una fugaz mirada por el espejo.
-Un poco. -Volteó y apoyó las caderas en el filo del mueble-. Salí de la habitación un momento y encontré a tu madre. Me dijo que si deseaba podía usar el gimnasio que está en su ático.
Timothée enarcó las cejas.
-¿Hay gimnasio en el ático?
-Es bastante bonito -afirmó ella.
-¿Y estás lista para esta noche? -le inquirió Tim.
La chica asintió y volvió hacia el espejo con la cara por completo inexpresiva.
-Claro -soltó en un tono altivo y burlón que le dió tranquilidad al muchacho-. También estaba pensando en que deberíamos ponernos algún apodo, ¿No? Todas las parejas lo hacen.
Frunciendo el ceño, Timothée se sentó en la esquina de la cama.
-¿Un apodo?
-Ya sabes, llamarnos por nuestro nombre suena poco romántico. -Se encogió de hombros-. ¿Qué opinas si tú eres Mon Canard y yo seré Ma puce?
El chico soltó una seca carcajada y procuró callar el sordo dolor que se le expandía en el pecho al recordar que la situación no se trataba más que de una actuación.
-¿Por qué serías «pulga» y yo «pato»? ¿No deberíamos siquiera ser de la misma especie?
-¡Oh! ¿O recuerdas aquella serie antigua... «Un gars, une fille»? -siguió ella ignorando la pregunta de Tim-. Ella era Chouchou y él Loulou. ¿No suena lindo?
Timothée quería reprochar, no obstante ella estaba en lo cierto: toda pareja romántica tenía un apodo, lo mejor sería seguir la corriente.
-Tal vez... Entonces, ¿Qué harás en todo el día, Chouchou?
Camille terció una sonrisa y volteó hacia él.-Nada en específico, Loulou, ¿tienes algo pensado? -preguntó sonriendo de oreja a oreja.
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Amándote En Silencio || Timothée Chalamet
RomanceCamille Dumont tenía una vida tranquila. Solo ella, su trabajo y su madre en París. Un día su mejor amigo y compañero de trabajo; Timothée Chalamet le pide ayuda para ocultar uno de sus secretos y tiene que vivir una experiencia bastante desordenad...