13. Estar frente a frente.

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Mina sabía que necesitaba ayuda, ella misma se había encargado de llevar el caos a su vida desde la primera vez que sintió interés por Nayeon. No podía culpar a la mayor por acercarse a ella, tampoco a su hermano por el inocente deseo de que ambas convivieran más, ni mucho menos a sus padres que alentaron su amistad al comienzo; la culpa había sido netamente de ella al sentir amor por quien no debía y peor aún, se había atrevido a arrastrar a la coreana a un abismo que nunca parecía tener fondo. Todas sus malas decisiones ahora le pasaban una dolorosa factura.

Tenía a su hermano y a Nayeon sentados frente a ella en el restaurante y le estaba costando bastante evadir la mirada de la coreana; sabía que no había otro par de ojos en el mundo que tuviesen el poder de desarmarla como los que Nayeon poseía.

Por suerte contaba con Sana a su lado, la pelinaranja era -prácticamente- su salvación. Esos dos meses en el que la pareja de recién casados partió de viaje para disfrutar de su luna de miel, Mina encontró tranquilidad estando cerca de esa carismática japonesa. Sana era, en pocas palabras, única. Jamás había conocido a una persona cuya dualidad fuese tan marcada. La quería, realmente lo hacía, lamentablemente ese cariño no podría reemplazar el amor que sentía por Nayeon.

—    Está delicioso, ¿no lo crees? — Preguntó Jiyoung directamente hacia su hermana que había permanecido muy callada desde que ingresaron al restaurante.

—    Dudo que lo sepa... casi no ha tocado su comida. — Completó Sana en un tono burlón logrando por fin que Mina alzara la mirada hasta su rostro. Comprendía a la menor, sabía la historia que ocultaba, por lo que no se permitía juzgar el deplorable estado de ánimo que Mina mostraba. — Está bien, comimos algo antes de venir. — Confesó con una sonrisa al muchacho.

—    Es cierto. — Mina encontró la mano de Sana bajo la mesa, realmente le estaba agradecida. — Me comí muchas... papas. — No mintió del todo, Sana le había preparado un apetitoso desayuno, pero gracias a los nervios terminó vomitando todo. Agradeció no tener la atención de sus padres ya que estos se encontraban conversando con los padres de Nayeon, por lo que no recibió regaños de Tiffany por alimentarse con comida basura, como ella lo llamaba.

—    Entonces... ¿Sana? — Jinyoung enderezó su espalda. — ¿Mi hermana se ha portado bien contigo? ¿Es una buena novia?

Esas palabras realmente habían sido dolorosas para Nayeon, estaba siendo completamente injusta al desear que esa muchacha no respondiera, que se levantara y se fuera, le dolía ver que tal vez Mina había logrado superarla en tan poco tiempo. El egoísmo hasta podría ser palpable, dos meses no habían sido suficiente para ella, las heridas todavía no sanaban y sus sentimientos por la japonesa persistían.

—    No somos novias. — Para alivio de Nayeon, Sana respondió sin verse incómoda. — Pero disfrutamos de una mutua compañía, y si te lo preguntas, sí, salvo cuando conduce mi auto, ella realmente es muy tranquila y me trata bien.

Esta vez Mina no pudo evitar sonreír, fue casi un reflejo al recordar los gritos de Sana cada vez que aceleraba su coche. — No es para tanto...— Se defendió la menor.

—    ¿Dices que conduce tu auto? — Esta vez Nayeon intervino, su tono de voz fue tan casual que nadie pudo sospechar el enojo que cargaba. — No sabía que Mina tenía ese gusto...— Mintió descaradamente, recordando a la perfección las apuestas ilegales a las que la japonesa se había metido, para ella siempre había sido un martirio saber que Mina participaba de carreras arriesgadas.

—    Te sorprendería lo buena que es. — Respondió Sana con ambas cejas alzadas, su mirada definitivamente había cambiado y prácticamente retaba a la mayor.

↳ Dopamina┇ MinaYeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora