20. Remordimiento.

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Para la siguiente excursión en búsqueda de un lugar perfecto para la boda, Jinyoung se unió y eso, por supuesto, significó que Mina ni estando loca iría.

Nayeon caminaba agarrada al brazo de su novio, los padres de ambos iban adelante de ellos charlando y de vez en cuando compartiendo chistes que la coreana no le encontraba gracia.

— ¿La última vez te divertiste? — Preguntó el muchacho.

Inevitablemente, sólo pudo rememorar el momento en que bailó un silencioso vals junto a Mina.

— Es diferente salir con las chicas, ya sabes que son algo extrovertidas.

— ¿Algo? — El chico alzó ambas cejas, a decir verdad, él tenía una relación un tanto complicada con las mejores amigas de su novia y es que no había ni un pequeño chance de encajar con ellas.

— Está bien, son MUY extrovertidas.

— Pero son divertidas. — Halagó Jinyoung.

Y ojalá ellas pensaran lo mismo de él. Nayeon había hecho un grandioso trabajo para que la relación entre sus amigas y novio fuese... decente. Lo había logrado, al menos se toleraban unos a otros.

Cuando conoció a Jinyoung su primer año en la universidad supo de inmediato que él era una persona noble pero ambiciosa, conservadora y con la caballerosidad por los cielos.

Nayeon creyó haber encontrado a un príncipe, con defectos, como cualquier otro ser humano, pero que amaba con locura. Sin embargo, al pasar los años, se dio cuenta que poco a poco se había dejado influenciar por el comportamiento del muchacho.

Dejó de lado muchos de sus pasatiempos solo para darle el gusto a Jinyoung y aunque este jamás la presionó a hacer tal cosa, Nayeon conocía a la perfección la expresión llena de desaprobación en el rostro del mayor.

Fiestas, eventos, conciertos, todo lo que tuviese un volumen más de lo necesario no era bien bienvenido.

Y quizá, vivir encerrada en una burbuja donde sólo estaban los dos presumiendo de una relación perfecta y ejemplar fue la razón detonante por la que quedó impresionada al conocer a Mina.

La pequeña hermanita de Jinyoung a la que, cinco o cuatro años atrás, se imaginaba como un señorita que vestía de pies a cabezas como si de una oficina se tratase, con un moño en la cabeza, con gustos y carácter similares a los de su hermano mayor y con el sentido del humor decadente.

Fue como una balde de agua fría descubrir que Mina no era ni sería jamás como su hermano.

— ¿Todo bien mi amor?

— Sí, solo estoy algo abrumada. — Mentira no era, pero no podía explicar que estaba así por el repentino acercamiento que ella y Mina habían tenido.

— Yo también estoy algo nervioso. No veo la hora de verte y que me acompañes en el altar. — Ambos ahora entrelazaban sus manos, por un instante sintió que Jinyoung ejercía más fuerza de la normal. — ¿Has pensado en nuestra luna de miel?

— ¿Luna de miel? — Nayeon alzó su mirada encontrándose con una sonrisa. — No todavía...

¿Qué le pasaba ese día? Le resultaba injusto no estarse preocupando tanto por el día que, se suponía, sería el más feliz de su vida. Su emoción no estaba ni cerca de alcanzar a la que Jinyoung mostraba.

— ¿A dónde quisieras ir? Quiero que ese sea mi regalo de bodas.

— Oh, no, no, corazón, no es necesario que me hagas un regalo... — Fingió una sonrisa y estiró su cuello para dejar un beso en el mentón del chico. — Creo que podemos elegirlo entre los dos, ¿qué te parece?

↳ Dopamina┇ MinaYeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora