09. Préstamo.

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La belleza impresiona y Mina no era ciega. Admitía abiertamente que su cuñada era una mujer hermosa, capaz de llamar la atención de cualquiera incluso la suya por breves momentos. Los próximos días se convenció de que lo pasado ese domingo a media noche fue solo una enorme impresión al detallar las facciones de la coreana. Intentó no preocuparse, ni siquiera quiso darle tantas vueltas al asunto, sin embargo, le molestaba tener el nombre de Nayeon muy constante en su día a día, ya sea por sus padres o su hermano.

Ordenando sus cosas se dio cuenta que todavía le faltaban dos prendas.

No me las devuelve.

Pensó disgustada, tuvo que resignarse a perder la chaqueta que le prestó el día que se la encontró en el club y su bufanda, porque se negaba rotundamente a dirigirle la palabra, al menos por esos días en los que su mente era todo un lío.

— Oye Mina, ¿te interesan las apuestas?

La japonesa dejó de ordenar su enorme clóset y atormentarse con diversos pensamientos. Se giró en dirección de su cama donde, de forma relajada, Chaeyoung se encontraba acostada leyendo una revista.

— ¿De qué tipo?

— Carreras. — Respondió mientras se reincorporaba y quedaba de rodillas sobre el colchón, su mano giró la revista y Mina miró el contenido de esta. Era un artículo sobre las carreras clandestinas que últimamente tenían de cabeza a la estación de policías. — Mark tiene un contacto dentro y dice que te aceptan si haces apuestas grandes.

Mina entrecerró los ojos. — Define grande.

— Ya sabes... de quinientos mil para arriba... — Murmuró.

— ¿Medio millón de wons? — Dejó escapar una risa incrédula y volvió a su trabajo de ordenar. — Por favor, aunque quisiera, mis padres no me darían el dinero sin antes asegurarse de que sea para algo que me sirva. Es más, ni siquiera me lo darían, ellos lo comprarían. —Se detuvo un momento. ¿Soné engreída? Se preguntó a sí misma antes de notar que su pequeña amiga ya se había levantado para correr en su dirección.

— Pensaba que podríamos prestarnos de alguien, además, si ganamos duplicaríamos el capital y tendríamos de sobra para pagar. ¿Lo ves? Todo está planeado.

— Tus planes siempre salen mal. ¿Qué pasa si perdemos? Estaríamos peor.

— Pero no lo haremos, vamos Mina, hagamos algo divertido antes de recluirnos en una aburrida universidad.

Tarde o temprano Mina accedería, para suerte de Chaeyoung, fue dos días antes de que el evento se llevara a cabo.

La japonesa, por su parte, a veces temía por las personas que llegaba a conocer gracias a su mejor amiga, y esa no era la excepción. Chaeyoung le había dicho que tenía el contacto perfecto para prestarles esa cantidad de dinero bajo ciertas reglas que incluía un interés del 5%, Mina no sabía mucho de eso, pero estaba segura que les estaban viendo la cara de idiotas a ambas. Sin embargo, ya no había marcha atrás.

Se reunieron con Kwon Jiyong a las diez de la noche en un barrio que lucía poco seguro. Si Mina hubiese sabido que llegarían hasta un lugar tan peligroso como ese definitivamente habría preparado -al menos- gas pimienta para defenderse de cualquier asaltante.

Tragó saliva cuando se sentó en el polvoriento sofá de la casa, frente a ella tenia a un hombre que -a diferencia del lugar- lucia limpio y ordenado, hasta llegó a compararlo con algún socio de su padre. Su perfecta imagen no iba en nada con la casa en la que se encontraban.

— Es para hacerlo más seguro. — Explicó él. — Cuido de mi imagen y cuido de los míos. — Reclinándose le hizo una señal a uno de sus hombres, este rápidamente se acercó con un maletín donde el dinero aguardaba. — Muy bien niñas, generalmente no suelo prestar tanto dinero a alguien sin un previo registro, pero las he estudiado, y sé que si ustedes no cumplen con el pago... sus familias lo harán.

Esas palabras resonaron en la cabeza de Mina, más que un simple comentario parecía una amenaza que incluía dañar a su familia. ¿Estudiarlas? Se estaban metiendo en la boca del lobo. Pensó, por un segundo, en levantarse, tomar a su amiga e irse de allí para evitar problemas, pero ciertamente se sentía intimidada por los guardias que cuidaban de la entrada. Un golpe que ella pudiese darles equivalía a unos cien por parte de ellos. Muy tarde para arrepentirse.

Al menos lo haría bien, antes de que su amiga firmara el contrato, ella tomó las hojas y las leyó para asegurarse de que no estuvieran firmando su sentencia de muerte.

Jiyong, o como todos por allí lo conocían, GD sonrió. — Chica inteligente. Pero no encontrarás nada malo. Aunque no lo creas, soy un hombre de palabra.

Como tú digas.

Pensó. Se tomó varios minutos y al no encontrar nada fuera de lo común asintió.

Unos minutos después las dos salieron de esa vieja casa con medio millón de wons.

— Guárdalo tú. — Pidió Mina. — Tiffany se volvería loca si llega a descubrir esto en mi cuarto.

Chaeyoung aceptó sin poner excusas, tal vez ella se encontraba más asustada, o tal vez había caído en cuenta que habían cometido un gran error. Decidió no cuestionarla ni echarle la culpa. Ambas estaban metidas en eso y lo resolverían, solo debían ganar.

Esos dos días de espera para Mina fue una eternidad, se había recluido en su habitación intentando averiguar sobre los dos pilotos que competirían. Indagó los modelos de autos, cada detalle que le sirviera y aunque le fue difícil comprender ciertos términos técnicos, tras varias horas de verdadero empeño, logró deducir que entre NamJoon y SuHo, el ganador sería el primero.

Mina frotó sus ojos, estaba cansada, se la había pasado frente a su computador todo el día. Dejó caer su cabeza hacia atrás y se hundió en la comodidad de su acolchonada silla mientras miraba fijamente el monitor apagado.

— Oye, hermana. — Jinyoung llamó a su puerta ocasionando que Mina se moviera para girarse en dirección de la entrada. — Nayeon y yo veremos una película, ¿quieres bajar?

— Estoy cansada. — Y no mentía, pero también deseaba tener cierto distanciamiento con su cuñada, era simple prevención, nada más. — Creo que ya dormiré.

Hubo un largo silencio por parte de su hermano.

— ¿Pero todo está en orden?

— ¡Sí! Saluda a Nayeon de mi parte.

— Está bien. — Mina escuchó los pasos de Jinyoung alejarse de su habitación y por fin pudo relajarse. Rápidamente envió un mensaje a Chaeyoung comunicándole su pequeña suposición, si apostaban por NamJoon estarían libres de deudas y problemas. Al menos eso esperaba.

Jinyoung bajó las escaleras y se acercó a la cocina donde su prometida todavía preparaba las palomitas. Sus brazos rodearon su pequeña cintura y besó su cuello de forma juguetona.

— ¿Y ella vendrá? — Preguntó Nayeon.

— Dice que está cansada. — Explicó el muchacho. — A la próxima será.

La sonrisa de la muchacha desapareció por un segundo, ella empezaba a acostumbrarse a la constante presencia de Mina cada vez que visitaba a su novio. Le resultaba graciosa la forma en la que molestaba a Jinyoung o a ella. La última vez que había conversado con Mina fue en esa rueda de la fortuna y desde entonces sentía cierta evasión por parte de la menor, quiso ignorar ese detalle y centrarse plenamente en la alegre presencia de su novio.

— Entonces veamos algo romántico. — Dijo, no sin antes mirar las escaleras con la pequeña esperanza de ver el rostro aburrido de Mina asomarse.

↳ Dopamina┇ MinaYeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora