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Los días transcurrieron y lejos de ser normales, Mina los sintió fantásticos; cada vez que se encontraba con Nayeon no podía evitar sonreír mientras su corazón marcaba un alegre compás. Ambas compartían un secreto que, a pesar de ser una bomba de tiempo, ya no podían detener, y es que se necesitaban, se querían.
— Y Mina, tu madre nos comentó que estás en busca de una carrera universitaria. — El señor Im, Haneul, le sonrió mientras se inclinaba hacia atrás, apoyándose en el respaldar. — ¿Ya elegiste una?
Ambas familias se habían reunido una vez más, empezaba a hacerse una costumbre. Mina y Nayeon se habían envuelto en un juego de miradas y sonrisas discretas. Ambas, después de que el señor Im hablara, voltearon a la misma vez.
— No señor. — Confesó. — He revisado muchas opciones y todavía no me decido por una.
— Pensando en eso, quizá deberías revisar nuevamente el área legal porque, bueno... — El hombre sonrió con arrogancia. — Tu madre y yo tenemos contactos. Podrías tener grandes referencias y ocupar puestos importantes.
La japonesa apretó los labios, queriendo no reír ante la mueca que Nayeon había puesto. — Por supuesto. Es decir, puedo considerarlo.
— Chica inteligente. — Haneul buscó en el interior de su saco y de este sacó una pequeña tarjeta negra, muy elegante y simple con letras doradas, ofreciéndola a Mina. — Puedes visitarme mañana a mi oficina. Te enseñaré lo grandioso de ser abogado.
— Papá, no la presiones. — Nayeon por fin habló.
— Pienso que Mina sería una gran abogada. — Esta vez Jinyoung intervino, colocando su mano sobre la de Nayeon. — ¿No sería grandioso que trabajara en el área legal de la empresa, papá?
— Por supuesto. Tendría toda mi confianza.
La japonesa carraspeó su garganta, siendo honesta, las leyes y todo lo relacionado estaba lejos de su gusto personal. Sin embargo, no deseó verse irrespetuosa.
— Gracias. La guardaré muy bien.
Esta vez fue turno de Nayeon para contener su risa cuando Mina guardó sin cuidado alguno la tarjeta en su bolsillo. Las expresiones de los tres hombres allí presentes fueron épicas.
— ¿Y ya conseguiste un vestido para la boda? — La pregunta de Jinyoung le quitó todo rastro de felicidad a Mina, quien solo se limitó a negar. — Supongo que es más difícil que encontrar un esmoquin. — El chico bromeó ganándose solo la risa de Haneul y Siwon.
— ¿Y ya hay avances con el vestido de novia? — Esta vez fue Tiffany. Mina deseó tener un botón de mute para toda su familia.
— No todavía... sigo buscando uno.
— Sea cual sea, te verás preciosa. — Jinyoung se inclinó y la besó fugazmente. — Quién lo diría, en unos meses serás señora de Park. Mi bella esposa.
La japonesa se levantó disimuladamente y se alejó hasta la cocina. Los celos que invadieron su cuerpo casi lograron que lanzara todo al suelo, por suerte logró controlarse a tiempo; apoyó ambas manos sobre el lavaplatos y mordió su labio inferior.
Lo único que podía decirse a sí misma en momentos como ese era un simple "respira." Porque cada vez que Jinyoung abrazaba o besaba a Nayeon frente a todos, Mina perdía el aliento y solo podía concentrarse en el dolor extendiéndose por su pecho.
¿Debía seguir soportándolo? Ella había sido la primera en decirle a Nayeon que no necesitaba una respuesta o decidión rápida, pero empezaba a arrepentirse.
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↳ Dopamina┇ MinaYeon
Fiksi PenggemarUn matrimonio "feliz" compuesto por tres personas. La verdadera felicidad que Mina necesitaba no era la que cada semana se inyectaba. (+) advertencia: » Esta historia contiene lenguaje vulgar, escenas violentas y una relación más que tóxica. Si er...