17 de noviembre del 2018
Tiré con fuerza de los cordones que ajustaban los patines de Jake e hice un lazo muy apretado con ellos. Le pedí que extendiera el otro pie.
—Me siento un niño pequeño que no sabe atarse los zapatos —se quejó, consiguiendo que yo soltara una carcajada.
—Es importarte llevarlos bien ajustados.
—Ya, pero la última vez que alguien me ayudó a acordonarme los zapatos tenía tres o cuatro años —dijo —. Aunque he de admitir que esta posición sería muy agradable si las circunstancias fueran otras.
Levanté la vista con la esperanza de haber escuchado mal. Jake me sonrió con fingida inocencia
—Hoy te has levantado graciosillo...
Aunque, sabiendo que el hecho de encontrarme de rodillas frente a él daba pie a muchas bromas indecentes, debería haberlo visto venir.
—Tenía que decirlo, pido perdón —se rio, y yo lo imité.
Me encantaba saber que se sentía lo suficientemente cómodo conmigo como para hacer ese tipo de bromas. Las cosas habían vuelto a la normalidad entre nosotros y eso me aliviaba enormemente.
Terminé de atar los cordones de su otro patín y le animé a ponerse en pie. Lo hizo sin problemas, cosa que me decepcionó un poco. Esperaba ver un lado suyo más inseguro.
No obstante, en cuanto llegamos hasta la pista de patinaje, que estaba a unos pocos metros, y se posicionó sobre del hielo, el pánico le invadió de repente. Toda la estabilidad desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Extendió ambos brazos y luego se inclinó hacia el muro que rodeaba el hielo, sujetándose. Solté una carcajada sonora.
—Se te ve muy seguro en el hielo, sí. No me extraña que no aprendieras a patinar, ¿has probado a deslizarte sobre la pista en vez de abrazarte al muro con todas tus fuerzas? —Me burlé. Solo por esto había merecido la pena la espera desde el miércoles.
—Parece que no soy el único que ha amanecido gracioso —Me dedicó una mueca que solo consiguió sacarme otra carcajada —. Estás loca si crees que me voy a soltar. No hay forma de que me mantenga en pie. Mi cara acabará estampada contra el hielo y, por si no lo habías notado, Emily, le tengo muchísimo aprecio. No quiero romperme la nariz.
—Eres un exagerado —. Comencé a moverme, deslizando mis patines sobre el hielo con la misma gracia con la que patinaba durante mis entrenamientos. Regresé a donde él estaba sin esfuerzo alguno —. Pensaba que querías aprender a patinar.
—Quería, sí, pero al ver que mi profesora se dedica a burlarse de mí en vez de enseñarme se me han quitado las ganas.
Tuve que usar todo mi autocontrol para no sacar mi móvil y comenzar a grabarle. En lugar de ello, le tendí mis dos manos.
—Ven, sujétate a mí —le dije. Primero me miró con escepticismo, pero en seguida extendió sus manos para coger las más.
Le guié muy despacio, separándolo del muro. Fui explicándole lentamente y con paciencia cómo tenía que deslizarse y, aunque el miedo a caerse le frenaba y entorpecía sus movimientos, poco a poco fue sintiéndose más seguro. No obstante, no llegó a separarse de mí. De hecho, sujetaba mis manos con tanta fuerza que estaba segura de que acabaría cortándome la circulación.
—Bien. Ya le vas pillando el tranquillo —le felicité. Intenté soltarle para que probara a avanzar solo, pero se aferró aún más a mí.
—Ni se te ocurra dejarme ir —me amenazó. Solté otra carcajada. De haber sabido que iba a ser así, le habría llevado a patinar mucho antes.
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Emily & Jake ✔️
RomanceDe la amistad al amor no hay solo un paso. Hay muros y barreras que hay que estar dispuesto a derribar o a dejar caer. ... Emily tiene un pasado que le gustaría dejar atrás, unos miedos de los que no le ha hablado nadie. A lo largo de los años ha id...