D o c e .

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TW: Este capítulo contiene fragmentos del antiguo diario de Emily, y pueden llegar a afectar a algunas personas. Si los desordenes alimenticios son un tema sensible para ti, entonces te recomiendo que no leas las notas en cursiva que están por el final del capítulo. Os envío fuerza y mucho ánimo.

19 de noviembre de 2018

Ese lunes llegué a la escuela mucho antes de que empezaran las clases, pero no porque estuviese desesperada por encontrarme con Jake, a quien no había visto desde el día en el que lo besé. Para nada era por eso.

Aunque habíamos hablado por teléfono tanto el sábado como el domingo, no habíamos entrado en detalles sobre lo ocurrido o sobre nuestra relación, ya que ambos pensábamos que lo mejor era hablar esas cosas en persona.

Me latía el corazón con fuerza mientras subía las escaleras hasta llegar al segundo piso, donde se encontraba mi taquilla.

Lo vi allí, de pie, con un abrigo negro y largo puesto y unos cascos inalámbricos y enormes cubriéndole las orejas. Parecía que él también acababa de llegar.

Al estar escuchando música, no me oyó pasar por detrás suya. Me puse de puntillas para poder taparle los ojos con mis dos manos, tomándole por sorpresa. No obstante, soltó una carcajada que me dio a entender que me había reconocido al instante.

Iba a apartar mis manos de su rostro cuando él se giró, me agarró de las muñecas e hizo que me diera la vuelta, cambiando nuestras posiciones. Ahora era yo la que se encontraba pegada a su taquilla.

—Buenos días. —Su sonrisa me desarmó por completo. Denotaba demasiados sentimientos, entre ellos una diversión extraña que me aceleraba el corazón.

—Buenos días —le devolví el saludo —. ¿Cómo has sabido que...?

No llegué a terminar la frase porque, de repente, sus labios estaban sobre los míos, moviéndose con tanta comodidad que se sentía como si nunca se hubiesen separado. Como las últimas horas no hubiesen existido en absoluto. Como si no hubiésemos estado más de un día sin vernos.

La familiaridad de su boca y la naturalidad de nuestros besos me sorprendía tanto como me gustaba. Era nuestro segundo beso, pero sentía que la conexión entre nuestros cuerpos no era nueva en absoluto, sino que había estado ahí siempre.

Nos separamos demasiado pronto para mi gusto, pero esta vez no me quejé porque, aunque los pasillos estuviesen desiertos hace unos momentos, ahora comenzaban a llenarse de alumnos.

—¿Cómo he sabido que eras tú? —Terminó mi pregunta por mí —. No ha sido difícil. Solo tú tienes las manos tan pequeñas y suaves.

Solté una carcajada suave y su sonrisa se ensanchó.

—Hay mucha gente con las manos así. Con algo de mala suerte, podrías haber terminado atacando a una completa desconocida —dije señalando sus manos con la mirada. Seguían aprisionando mis muñecas y yo aún me encontraba acorralada entre la taquilla y su cuerpo, que se había acercado considerablemente al mío durante el beso —. Algo me dice que te gusta demasiado esta postura.

—Gran deducción, Sherlock. —Se rio y finalmente me dejó ir.

—¿Dónde está Ethan?

Como si lo hubiera invocado, Ethan apareció en ese mismo momento. Hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo y avanzó hasta su taquilla, que estaba junto a la de Jake.

—Se os ve de buen humor —comentó. Las comisuras de sus labios se habían elevado ligeramente y el tono de su voz me dio a entender que su comentario no era del todo inocente, sino más bien una burla —. Límpiate la baba, Jake.

Emily & Jake ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora