E p í l o g o .

36.3K 3.4K 3K
                                    

21 de diciembre de 2023

Mis compañeras de piso llevan quince minutos discutiendo por la decoración de Navidad. Samantha quiere colgar fotografías en el árbol, pero a Jessica le va a explotar una vena si los accesorios no siguen un patrón de colores que combine con su feed de Instagram.

—Puedes poner tus bolas blancas aburridas cuando vayas a hacer tus fotos —oigo decir a Sam.

—¡Quiero hacer fotos y videos todos los días! Y no son aburridas, son súper bonitas, elegantes y navideñas. Mira, tienen purpurina blanca y plateada.

—La Navidad va de pasar tiempo con la gente a la que quieres. Las fotos reflejan eso.

—Sam, quieres colgar una foto en la que estoy cantando una canción de Pichi pichi pitch en bragas borracha.

—Sí, y da gracias que no la subo a Instagram también. Podría hacerme de oro con esto.

—Te odio.

—Me adoras.

Me rio, y mi risa hace que Jake, que está acurrucado a mi lado, se mueva un poco. Ayer se nos hizo tarde y terminó quedándose a dormir en mi piso. En mi habitación. En mi cama.

Llevamos juntos cinco años y me sigue pareciendo especial despertar a su lado, con su rostro enterrado en mi cuello y su brazo alrededor de mi cintura.

Muchas veces me quedo observándole un buen rato antes de hacerle a un lado para poder salir de la cama. Hoy he alargado ese momento, porque sé que Sam y Jessica me van a exigir que dé mi opinión respecto a la decoración en cuanto me vean. Y también porque estoy muy a gusto pegada a él. Mi habitación es la más fría de toda la casa y Jake es como una estufa humana.

Sin embargo, ya va siendo hora de que nos levantemos, porque son las dos de la tarde y aún tenemos que comer antes de prepararnos para ir al concierto.

—Jake. —Presiono su mejilla con un dedo—. Despierta, Jake.

Aparto el brazo que me aprisionaba sin mucha fuerza y le doy un beso en la frente. Mi novio se vuelve a mover, esta vez emitiendo un gruñido perezoso. A pesar de ello, sigue dormido, así que me veo obligada a recurrir a la técnica que su hermana usa siempre.

—Son las seis y tenemos que salir de aquí a las siete. Has dormido un montón de horas, ¡vamos a llegar tarde!

Tarda por lo menos tres segundos en procesar mis palabras, pero cuando lo hace, abre los ojos de golpe y me mira horrorizado.

—No me jodas. —Se levanta agobiadísimo y yo comienzo a sentirme mal cuando veo que se está cambiando de ropa a toda prisa.

—Es broma —admito—. Aún hay tiempo de sobra para ir a tu casa y arreglarnos con calma.

Se queda paralizado, mirándome fijamente, y luego todo su agobio se esfuma de repente. Se le relajan los músculos y me mira como diciendo: no puedo creer que tú me hayas hecho esto, y que yo haya caído otra vez.

—Lo siento. Era necesario. —Hago un esfuerzo por no reírme.

—Ni Kate ni tú tenéis compasión a la hora de despertar a la gente.

—¡Es que cuesta mucho despertarte! Y sabes que normalmente te dejo dormir. No me puedes echar esto en cara. —Me cruzo de brazos—. Además, lo he hecho precisamente para evitar una situación en la que llegamos tarde.

—Podías haberme despertado a besos.

—No habrías movido un solo músculo.

—Pues ahora te quedas sin tu beso de buenos días.

Emily & Jake ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora