26 de enero de 2019
Falté a clase el resto de la semana y tampoco me presenté al examen práctico de conducir. Le mandé un par de mensajes a Samantha, solo para avisarle de que no iba a ir, pero no hablé con nadie más. Ni siquiera con mi padre.
No le oculté nada sobre lo ocurrido: le dije que había roto con Jake y que me encontraba fatal, pero ser sincera no me impidió aislarme de él también.
Solo salí de casa dos veces; las dos para ir al supermercado. Estaba haciendo lo mismo que hacía cuando tenía doce años: lloraba sin descanso hasta que me quedaba vacía y, justo entonces, cuando el dolor pasaba a un segundo plano, me atiborraba a comida, porque solo así conseguía llenar el agujero que se me había abierto en el pecho.
No se diferenciaba mucho de la adicción al tabaco, por ejemplo. Me hacía daño, pero era incapaz de dejarlo. El único momento del día en el que me sentía plena era cuando me acercaba a la cocina para coger cualquiera de los alimentos que me había comprado y me lo llevaba al sofá para comérmelo.
Me reencontré con la peor versión de mí misma. Me comí un dónut por primera vez en cinco años y también vomité a propósito por primera vez en mucho tiempo.
Lloraba, comía, y luego volvía a llorar, o bien por haber comido o por haberme desecho de ello.
Cometí todos los errores que había cometido en el pasado, incluido el de no pedir ayuda. Sabía que tenía que hacerlo, pero no quería tener que hablar con nadie sobre lo que me ocurría. Me dije a mí misma que lo haría. Tarde o temprano, lo haría. Pero conforme pasaban los días, me encerraba aún más en mí misma.
Hasta que el sábado por la noche recibí una llamada.
Leer el nombre de Jake en la pantalla fue lo único que me hizo sentir viva desde nuestra pelea.
No estaba preparada para hablar con nadie, pero cogí el teléfono igualmente.
—¿Hola? —Soné tímida y esperanzada. Pronuncié una sola palabra, un saludo, pero lo que de verdad quería decir era: «lo siento» y «vuelve, por favor».
Esperé escuchar la voz de Jake al otro lado de la llamada, pero en lugar de él, me respondió una voz femenina. Una que, además, apenas tardé en reconocer.
—Hola.
Jessica.
Mi corazón, que llevaba días vacío, volvió a recibir y a bombear sangre. Me erguí en el asiento del sofá y tragué saliva. Volví a leer el contacto de la llamada. Ponía Jake; no había error alguno.
¿Jessica estaba con él?
Colgué el teléfono.
No me lo podía creer. ¿Lo había hecho aposta? ¿Había quedado con ella por nuestra pelea, porque sabía que esa era la forma más eficaz de hacerme daño?
Me abracé las piernas, empequeñecida. Sentí un dolor punzante en el pecho, más agudo incluso que el que llevaba atravesándome el cuerpo durante toda la semana.
Que se viera con Nina me parecía lógico, aunque me doliera. Me llenaba de veneno y de ira, pero todo eso iba dirigido hacia mí, porque sabía que él no estaba haciendo nada malo. Me asqueaba a mí misma al ponerme celosa y al darme cuenta de la toxicidad que cargaba.
Esto era diferente.
Nunca pensé que me enfadaría con Jake, que llegaría a odiarlo aunque fuera tan solo por un par de minutos, y sin embargo, en ese momento lo hice. Días atrás me había prometido que nunca me haría daño a propósito, pero ¿para qué sino quedaría con Jessica? ¿Por qué sino dejaría que me llamara desde tu teléfono, haciéndome saber que estaban juntos?
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Emily & Jake ✔️
RomanceDe la amistad al amor no hay solo un paso. Hay muros y barreras que hay que estar dispuesto a derribar o a dejar caer. ... Emily tiene un pasado que le gustaría dejar atrás, unos miedos de los que no le ha hablado nadie. A lo largo de los años ha id...