24 de septiembre de 2018
—Vas a conseguir que suspenda biología —me quejé. En realidad, era solo una broma. Que Jake me distrajese durante las clases no había afectado en absoluto a mis notas y, además, me encantaba.
Jake fingió sentirse ofendido.
—¿Perdona? Eres tú quien me distrae a mí.
—Yo no he sido quién ha empezado a dibujar sobre mi libreta —le recordé.
—He dibujado una abejita —se defendió —. Técnicamente está relacionado con la biología.
—Colaría si no estuviésemos dando la anatomía del cuerpo humano —señaló Mark.
—Eso da igual. De todas formas, lo de jugar al tres en raya ha sido idea suya —se encogió de hombros para después mirarme con una sonrisa en la cara. Hice una mueca pero no respondí. Sí que había sido idea mía, después de todo.
Nos encontrábamos en mi zona menos favorita de todo el instituto: el comedor. Un lugar hasta arriba de alumnos, desordenado a más no poder y en el que apenas se podía hablar debido a todo el ruido que siempre reinaba en el aula. Por no hablar de la comida. Ponían los mismos menús semana tras semana. No sé los demás, pero yo estaba harta de comer siempre lo mismo.
Ahora cada vez que llegaba al comedor se me quitaban las ganas de comer. Y quizá era mejor así.
Pinché sin ganas dos de los macarrones demasiado cocidos que decoraban mi plato. A pesar de que les había puesto un poco de queso rayado por encima, seguían estando insípidos, además de blandos. Sin embargo, seguían estando mejor así que con la salsa de brócoli que servían para que la mezcláramos con la pasta.
De repente, Jake subió el brazo y cogió un mechón de mi pelo con mucha delicadeza. Me tensé ante su tacto.
—Anda, ¿te has teñido el pelo? —señaló. Observé el mechón yo también.
—No, lo he matizado —le corregí. El cambio era mínimo, en realidad, pero Jake siempre notaba los cambios en mi apariencia, por muy pequeños que fueran. Eso me provocaba un sentimiento agridulce, porque era agradable saber que me prestaba la atención suficiente como para notarlo, pero al mismo tiempo me aterraba que lo hiciese.
Me había teñido las puntas de rubio varios meses atrás y lo cierto es que me gustaba. Mi padre me recordaba a menudo que mi color natural le gustaba más, pero también admitía que el rubio resaltaba mi piel trigueña y que no me quedaba mal del todo. Jake le había dado la razón siempre que lo había mencionado cuando él estaba presente.
—A mí me encantaría teñírmelo de negro pero creo que eso me haría parecer aún más blanca —resopló Samantha.
A ella también la había conocido allí, en el instituto. Era una chica pequeña en todos los sentidos. Tenía el cabello casi tan claro como su piel y los ojos verdes como esmeraldas. Ella y Mark habían comenzado a salir en primero y llevaban juntos desde entonces. Lo cierto es que se complementaban muy bien. Cualquier persona podría ver lo cómodos que se sentían el uno con el otro, la seguridad que se transmitían mutuamente.
Me frustraba bastante reconocer que me daba envidia. Yo también deseaba tener algo como eso, pero sabía perfectamente que no estaba preparada.
—Yo creo que deberías probarlo. Si no, te vas a quedar con las ganas —le dije.
—Además, seguro que te queda genial —añadió Mark al mismo tiempo que besaba su mejilla.
Yo también estaba segura de que le iba a quedar bien. A las chicas como Samantha les quedaba bien cualquier cosa.
—Me gustaría aprovechar para salir de fiesta este fin de semana —mencionó Jake. Sabía por qué lo decía: sus padres iban a estar fuera, por lo que no tendría toque de queda alguno. Además, aún quedaba mucho para la época de exámenes y hasta entonces teníamos los fines de semana libres —. ¿Quién se apunta?
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Emily & Jake ✔️
RomanceDe la amistad al amor no hay solo un paso. Hay muros y barreras que hay que estar dispuesto a derribar o a dejar caer. ... Emily tiene un pasado que le gustaría dejar atrás, unos miedos de los que no le ha hablado nadie. A lo largo de los años ha id...