D i e c i o c h o .

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—¡Queda un minuto! —Sam se pegó a mí, emocionada. Iba descalza; se había cansado de sus botas de tacón, las cuales había dejado escondidas en el baño. Y estaba muy borracha, aunque iba mejor que yo, que había bebido más de lo que debía. Poco a poco, eso sí, porque no quería cometer otra vez el error de las cervezas.

En esos momentos, me sentía la persona más feliz del mundo. Me reía de cualquier cosa y hasta grité con mis amigos cuando comenzó la cuenta atrás del año nuevo. No podía dejar de sonreír.

—¡Cero! —grité con todas mis fuerzas y abracé a Sam y a Mark con entusiasmo—. ¡Feliz año nuevoooo! —Arrastré las palabras y Sam se rio.

Luego me separé de ella y abracé a Ethan también. Por último, llegó el turno de Jake. Me puse de puntillas y pasé mis brazos por su cuello para darle un abrazo un poco más especial.

—¡Feliz dos mil diecinueve, Jake!

—Feliz dos mil diecinueve a ti también —rio. Y, de repente, noté que el agarre de sus brazos, que rodeaban mi cintura, se volvía más fuerte y mis pies abandonaban el suelo.

Ay dios mío, ¡nos vamos a caer!, pensé aterrorizada. Él seguía riéndose.

Me cargó como un saco de patatas hasta el interior de la casa, donde la gente se había vuelto loca después de la cuenta atrás. Los gritos llenaban la sala y conseguían marearme aún más. Cuando Jake me dejó en el suelo, tuvo que sujetarme de nuevo para impedir que perdiera el equilibrio.

—¿No aprendiste nada la última vez? ¡Debería vomitarte encima para que entiendas que no me puedes levantar así sin mi permiso! —le regañé entre risas. Él tampoco dejaba de sonreír.

—Pero si estás perfectamente, mírate. —Apretó mis mejillas y me sacudió el rostro con suavidad.

—De verdad que quiero vomitarte encima.

—Eres muy poco romántica, ¿lo sabías?

—Bueno, quiero vomitarte encima con todo mi amor —me corregí—. ¿Mejor?

—La verdad es que no.

—Bueno, pues te aguantas. —Le devolví el apretón de mejillas y Jake me miró sorprendido.

—Qué graciosa. —Apartó mi mano de su cara y negó con la cabeza, sonriendo. No obstante, no me soltó el brazo, sino que mantuvo el agarre en mi muñeca para llevarme al salón—. Ven, vamos a hacer algo divertido.

—Bailar es divertido —le dije.

—¿Quieres bailar? —me preguntó, divertido.

—Quiero bailar contigo, como cuando lo hicimos en mi casa.

Quiero que pase lo mismo que pasó entonces y te quedes mirándome como si necesitaras besarme. Quiero. Que. Me. Beses.

—Vale. Ven, entonces. —Se sumergió en el barullo de gente y tiró de mí para acercarme a él. ¿Eran imaginaciones mías o la cantidad de personas en la fiesta se había multiplicado con el paso de las horas? El salón de la casa parecía una maldita discoteca, y hacía el mismo calor que en una. Era imposible dar más de dos pasos sin chocarte con alguien.

Empezamos a bailar sin ningún tipo de orden. El altavoz de donde provenía la música no era lo suficientemente potente como para superar el ruido que hacían las personas que nos rodeaban, así que apenas nos llegaba la melodía. No me importó. Y no podía dejar de reírme.

Le rodeé el cuello con los brazos y me acerqué a él mientras me mecía de una lado a otro al ritmo de la gente que se movía a mi alrededor. Jake sonrío y siguió bailando también. Me pasó una mano por el pelo, por los hombros y los brazos, por la cintura... Cerró los ojos y mi sonrisa se ensanchó porque bailar así con él estaba siendo maravilloso. No recordaba haberlo hecho nunca. No de esa forma.

Emily & Jake ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora