V e i n t i c u a t r o .

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29 de enero de 2019

Por primera vez en los tres años que llevaba en el instituto, la conversación que mantenía mi grupo de amigos en el comedor se podía resumir en apenas un par de frases, y todo se debía a una sola cosa: Jake estaba callado.

Que —para variar— no intentara ocultar su malestar me aliviaba, pero verle tan serio, removiendo la sopa con desgana y llevándose de vez en cuando la cuchara a los labios de forma monótona, me resultaba inquietante. Lo miraba y no sentía que estuviera viendo a Jake, sino a una persona completamente distinta atrapada en su cuerpo.

Dolía. Verle así, dolía.

Sobre todo porque tenía la sensación de que podría haberlo evitado. Si le hubiera dado soluciones en vez de problemas desde un principio, estaría más animado ahora. No parecería tan sumamente cansado.

Me aclaré la garganta y decidí romper el silencio.

—Estaba pensando... ¿Qué os parecería venir a mi casa este viernes para quedaros a dormir? —propuse. Sam me miró con interés—. Nada de fiestas, nada de estudiar —aclaré—, solamente quiero pasar una tarde tranquila y, no sé, ver una película, hablar... olvidar un poco que caos que han sido las últimas semanas.

—A mí me parece una buena idea —me apoyó ella enseguida—. Necesitamos un respiro. O, bueno, al menos yo lo necesito.

—Sí, estaría bien —asintió Mark. Les dediqué una sonrisa de agradecimiento a los dos y luego le lancé una súplica silenciosa a Ethan, que se estaba comiendo su comida con calma.

Quedaba poco para que él, Jake y sus respectivas familias viajaran a Nueva York para celebrar —con algo de retraso— el cumpleaños de los dos, y yo quería que tuvieran la oportunidad de hablar un poco antes del viaje. Que, de alguna forma, rompieran un poco la barrera que habían construido estas últimas semanas, esa que separaba a Jake de Ethan y de Kate, que habían formado una especie de equipo sin pretenderlo.

Jake necesitaba a su familia y esa semana que iban a pasar fuera de casa era justo lo que necesitaba, siempre y cuando saliera bien. Si la escapada a Nueva York terminaba siendo una cita por San Valentín en vez de un viaje familiar, Jake volvería a casa sintiéndose aún peor. Es normal que, estando en una burbuja de amor y brillitos con Kate, Ethan no se diera cuenta de que su mejor amigo sentía que los estaba perdiendo a los dos. Por eso tenían que hablar las cosas, porque Ethan no era adivino y Jake tenía que aprender a comunicarse y a acostumbrarse a que los demás dieran un poco por la relación en lugar de solo recibir.

Para mi suerte, Ethan esbozó una sonrisa y dijo:

—Yo voto por que veamos Titanic.

Solté una carcajada suave.

—Vale.

—¿Cómo que vale? —Mark frunció el ceño en mi dirección—. Yo no quiero ver Titanic. Si la meta es despejarnos no quiero ver un barco hundiéndose, porque voy a pensar inevitablemente en mi futuro, que tiene pinta de que va a ir por el mismo camino viendo las notas del último examen.

—Nada. De. Estudios —lo regañó Sam, haciendo énfasis en cada palabra.

—Está bien. —Puso las manos en alto—. Pero no vamos a ver Titanic. Veremos Mean Girls, La fiesta de las salchichas, o algo así más animado.

Ethan puso los ojos en blanco, aún sonriendo. Miré a Jake, que por lo menos nos estaba prestando atención.

—¿Tú tienes alguna petición?

—Solo que me dejéis el asiento de la izquierda en el sofá. —Se esforzó por sonreír y yo le devolví el gesto.

—Hecho.

Emily & Jake ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora