N u e v e .

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22 de octubre de 2018

Me deslicé por el hielo al compás de la música y, cuándo llegó el momento indicado, salté y di un giro. En el aire. En cuanto mis patines tocaron el suelo de nuevo, noté un ligero temblor en mis piernas. No había sido un giro perfecto. Estaba lejos de serlo.

Seguí los demás pasos de la coreografía como pude, sabiendo que daba igual lo bien que hiciera ahora, porque ya había cometido demasiados errores y no había forma de salvar aquella práctica.

Me dije a mí misma que no pasaba nada, que no me encontraba frente a los jueces y las gradas. Que no habían consecuencias reales tras esos pequeños errores. Sin embargo, cuando la música terminó y Dasha se acercó a mí, supe que ella no estaría de acuerdo.

—¿Qué te pasa hoy? Te veo desganada —dijo —. ¿Hay algún problema con la coreografía, algo que no te convenza...?

—Todo está perfecto. He tenido un día malo, eso es todo —forcé una sonrisa. Un día, una semana, un periodo... Lo mismo daba.

—¿Estás segura? —insistió, a lo que yo asentí con convicción —. Hacer cambios ahora no le hará daño a nadie. Aún queda bastante para el certamen, hay tiempo de sobra.

—La coreografía está bien, Dasha —aseguré. Soy yo la que a ratos no lo está.

Hoy era uno de esos ratos, porque mi mente estaba en otro lado. Estaba en Jessica, en mi padre, en Jake... incluso en mi madre. La echaba de menos.

No. Echaba en falta tener una madre a la que acudir cuando las cosas se torcieran. Una persona con la que hablar, con la que desahogarme sin preocuparme en pudiese pensar de mí, porque su amor debería ser incondicional.

Papá era exactamente así, pero a él lo quería lejos de todo ese drama.

—Aún así, creo que necesitas algo nuevo hoy. Un reto, algo que te distraiga —señaló. Su cabello rubio estaba recogido en un moño demasiado apretado; tanto que estiraba la piel de su rostro y levantaba su mirada. A mi parecer, eso la hacía ver más estricta, aunque Dasha era mucho más flexible de lo que aparentaba —. Creo que eso es lo que falla: lo estás haciendo todo mecánicamente, como si no lo sintieras. No es solo tu mente la que está en otra parte, tu corazón tampoco está aquí. Y lo sé, Emily, porque cuando estás presente en el hielo, se nota.

No esperé a qué dijera nada más. Dasha no era muy dada a los cumplidos o los discursos motivadores. Era clara al comunicarme mis errores y mis aciertos, pero rara vez sentía que hubiese algo de cariño en sus palabras.

—Vale. ¿Qué propones?

—Propongo que dejes la coreografía a un lado hoy. Escucha la música y patina con ella, sin pensar en nada más. Quiero ver movimientos pausados en las partes más lentas de la melodía y saltos y giros en las animadas.

Asentí. Mi entrenadora puso la canción de nuevo y yo cogí aire. Cerré los ojos, me centré en la música e intenté, aunque fuera un poco, despejar la mente de aquello que me preocupaba. No lo conseguí del todo, pero sí que me sentí más ligera, más presente, y eso era un avance.

26 de octubre de 2018

La música estaba tan alta que los gritos de Samantha se perdían por completo antes de llegar a mis oídos. Había muchísima gente reunida en el local del centro al que habíamos acudido. Era uno de los más grandes de la ciudad y, aún así, estaba hasta arriba.

Mark, Samantha y yo nos encontrábamos bailando a varios metros de distancia de la barra, donde Ethan y Jake estaban sentados. Me habían arrastrado hasta la multitud y habían conseguido que me moviera al ritmo de la música, a pesar de que lo último que me apetecía ese viernes por la noche era bailar.

Emily & Jake ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora