CUATRO (Jean)

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Me toma de la mano y entrelaza nuestros dedos mientras me saca del sanitario a toda prisa. Y yo me dejo hacer. Porque no soy yo cuando esté hombre está cerca de mi. De pronto recuerdo que no estoy aquí sola y me detengo en seco. Tengo que decirle a Amir que me voy con Él. Matt se da media vuelta y me mira como si estuviera estropeando el mejor día por segunda ocasión. Dios se siente extraño saber su nombre. Siempre fue él en mis pensamientos y Daniel para Amir.

—¿Que sucede? —pregunta mientras me jala contra él y se agacha hasta que su cara está nivelada con la mía. No puedo evitar mirar sólo sus labios. No cuando los tengo tan cerca.

Estoy segura que dice algo pero la verdad es que mi cerebro ha decidido suprimir cualquier cosa que no sean sus hermosos labios besadores. Quiero con tanta fuerza que me bese de nuevo. Pero no lo hace. Suelta una carcajada que me saca de mis fantasías con esos hermosos labios. Vuelve a caminar con dirección a la salida y de nuevo como aquella noche yo lo sigo. Afuera del restaurante esta aparcada una SUV negra muy elegante. Me lleva hacia el asiento del copiloto, me subo y me pongo el cinturón mientras él cierra la puerta y corre para entrar de su lado.

—¿No está prohibido aparcar aquí? —Pregunto. Me mira sonriendo como si supiera algo muy gracioso que yo desconozco, lo cual me molesta. Solo un poco.

—No para mí.

¿No para él? Qué clase de respuesta es esa. ¿Quién es él? ¿El presidente? Quiero hacerle todas estas preguntas pero decido guardarme el comentario.

Oye el filtro me funciona de nuevo.

—¿A dónde me llevas? —pregunto.

—Me gustaría llevarte a muchos lugares nena. Pero ahora mismo sólo quiero llevarte a mi cama.

Y yo que me preocupaba por perder mi filtro.

Parece que a él no le dieron uno. Sé que su comentario debería hacerme sentir insultada y utilizada, pero la verdad es que lo único que provocó fue una oleada de placer en mi vientre bajo. Quiero ir con este hombre a donde sea que él quiera llevarme. Y si quiere llevarme a la cama quien soy yo para negárselo. Llámame loca.

Cristo, sueno como una auténtica mujerzuela.

La primera vez que estuve con él, esa noche, no me tome el tiempo suficiente para mirarlo. Así que ahora no me privo de hacerlo mientras el conduce de una manera segura y fluida. Respetando las señales y demás. Es un gran conductor. Diablos, es muy atractivo. Su barbilla es cuadrada y tiene un poco de barba. Su nariz es muy respingada y termina con una pequeña bolita, me gusta. Su cabello está un poco más corto en los lados y más largo en medio, parece que ha pasado su mano por entre el en demasiadas ocasiones, así que está dispuesto en todas direcciones. Luce demasiado sexy para mi propio bien.

Después de unos segundos siente el peso de mi mirada y alterna la suya entre la carretera y yo. Sabe que definitivamente me gusta lo que veo. Me regala una maravillosa sonrisa y sé que estoy en problemas. Sonrisas como esa vienen, generalmente con una etiqueta roja de advertencia. No habrá nada que pueda negarle si después de lo que sea que se le ocurra pedirme me regala una de esas. Estoy en problemas.

Llegamos a un edificio enorme recubierto de ventanas por dónde sea que lo miro. Las puertas de acceso se abren sin que se presione ningún botón, o se hable por interfon, ni nada. Aparcamos en una plaza cerca del ascensor.

Sale del auto y de inmediato lo tengo abriendo mi puerta. Me ayuda a bajar y me arrastra hacia el ascensor, creo que ni siquiera se molestó en cerrar la puerta. Tarda sólo unos segundos en abrir, entramos, pulsa el botón del piso veinticinco y teclea un código. El ascensor esta hecho de acero con espejos del suelo al techo. Matt me mira a los ojos a través de este. Esa es una mirada que promete. Con una de sus manos toca mi cintura y me atrae hacia él. Una extraña corriente eléctrica recorre mi cuerpo y muerdo mi labio para evitar dejar salir un jadeo. Miro hacia la pequeña pantalla que indica en que piso nos encontramos y apunta el número quince.

Matt me suelta y presiona un pequeño botón rojo que se encuentra en el panel de números, de inmediato el ascensor se detiene entre el piso veintiuno y veintidós. Voltea hacia mí y da un par de pasos en mi dirección. No sé por qué, pero esto me obliga a dar un paso hacia atrás, y otro, y otro hasta que choco contra la pared. Lo tengo tan cerca y aunque esta aun sin tocarme, que puedo sentir el calor de su cuerpo.

—Creo que no podré esperar hasta llegar a la cama —susurra, y su aliento mueve un poco las hebras de mi cabello que se han salido de mi trenza.

—Creo que yo tampoco —, le respondo pero no reconozco mi voz.

Se acerca completamente a mí, cada parte de su cuerpo tocando el mío. Toma mis manos y las pone por encima de mi cabeza mientras entrelaza nuestros dedos. De pronto su boca está sobre la mía, tan despacio que creo que moriré si no me besa como lo necesito. Trato de acercarme para profundizar el beso pero él se aleja.

—Por favor, Matt. Puedo sentir como de excitado está a través de nuestras ropas. Mueve ligeramente sus caderas contra mí, lo que nos provoca a ambos un gemido. Maldita sea.

—Dilo de nuevo —pide, su voz tampoco suena ya como su voz.

—¿Por favor? —Digo sin saber qué es lo que me pide. Y buscando la respuesta en sus ojos.

Sacude su cabeza diciendo que no mientras me tortura con otro movimiento de cadera. Su boca está a milímetros de la mía. Respiramos el aliento del otro y estoy muy segura de que moriré de combustión espontánea si no me besa en este momento.

—Matt, por favor. Bésame.

Y entonces sus labios están sobre los míos de manera frenética. Exigiendo todo lo que esté dispuesta a darle. Con una de sus manos desabrocha el botón de mis pantalones, lentamente baja el cierre. Mete su mano en mis bragas y comienza a trazar pequeños y rítmicos círculos. Un gemido se me escapa pero él lo calla con sus labios. Oh dios, se siente tan...tan bien.

—Tan mojada...—susurra.

Baja mis pantalones junto con mis bragas hasta la altura de mis rodillas. Me da media vuelta y coloca nuestras manos unidas contra el frío acero. De repente me suelta y escucho como desabrocha sus pantalones y desgarra un paquetito de aluminio. Jala mis caderas hacia atrás de modo que quedó un poco más expuesta. Entonces lo siento pasear la punta de su pene por toda mi hendidura provocando miles de escalofríos por todo mi cuerpo.

—Esto será rápido preciosa, pero te lo compensare.

Asiento débilmente, ahora mismo podría decirme que la tierra es cuadrada y yo le creería. Lo necesito como no he necesitado nunca nada. Puedo vernos en el espejo y la vista me atrapa, me marea y me prende a un nivel que no conocía, él apunto de penetrarme. Es una imagen que voy a llevar grabada hasta el día que me muera.

Lo siento contra mi entrada, presionando lentamente. Entonces empuja duro y está completamente enterrado en mí. Un jadeo sale de entre mis labios, y una maldición de entre los suyos. Oh es tan bueno. Comienza a salir, hasta que está casi por completo fuera mí, para empujar de nuevo todo el camino. Lo hace fuerte pero de manera pausada. Cada envite de sus caderas nos deja sin respiración. La vista es tan hipnotizante.

—Tan... malditamente... perfecta...

Repite el mismo proceso hasta que estoy segura que perderé la cordura. Todos los músculos de mi cuerpo se tensan. Siento que mis rodillas se doblan. Me rodea la cintura con un brazocomo si adivinara mi debilidad. Uno de sus dedos presiona contra mi clítoris ytodo el mundo desaparece tras mis párpados. Un delicioso temblor recorre todo mi cuerpo dejándolo completamente laxo, dejó caer mi cabeza contra su hombro. Entra y sale de mí un par de veces más y pronuncia mi nombre cuando encuentra su liberación.

MINE [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora