TRES (Jean)

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—Necesito ir a hacer pis —digo en un tono muy alto para que al menos todas las personas a tres mesas a la redonda me escuchen.

Sé que es un poco tonto pero mi amigo detesta tanto la atención que no pude detenerme. Estudió periodismo y odia ser el centro de atención. No lo entiendo

Después de que Ed se marchara a sus clases en la Universidad me encerré en mi habitación con un enorme bote de helado de chocolate con fresa y puse en la televisión una tonta película romántica con un empalagoso final feliz, cualquiera diría que estoy deprimida... ¡No lo estoy! Entonces Amir me saco a rastras y me metió en la ducha. Íbamos a tener un "día de chicas" y yo no tenía voz ni voto en el asunto.

—No puedo creer que dijeras eso en voz alta —suelta.

Está casi tan rojo como el color de mi cabello. Me lo hará pagar estoy segura. Se pone de pie porque sus modales pueden más que su vergüenza. Le doy un beso como disculpa por mi momento idiota. Aunque no estoy segura que no vaya a hacerme pagar después.—Aun así me amas.

—Lo hago —dice él.

Miro a mi mejor amigo en todo el mundo y pienso de nuevo, que no luce como si fuera gay. Es atlético y guapo. Su piel es perfecta. Como pompis de bebé. Casi no le crece barba pero aun así luce... masculino. Y luego me dirijo al sanitario porque de verdad necesito hacer pis.

* * * * *

Estoy parada frente al espejo del sanitario del café a donde Amir me obligó a venir. Las flores de M.M en lugar de hacerme suspirar y brincar de alegría me sumieron en una tremenda ansiedad y depresión. Sí, lo admito, estoy deprimida. Aun intento averiguar porque me siento así. Mi reflejo en el espejo me mira con una ceja levantada. No me veo mal. Mi cabello esta trenzado como de costumbre y mi maquillaje es neutral. Sólo un poco de delineador de ojos, rímel y labial rojo cereza muy poco recargado. Uso unos jeans negros blusa de tirantes blanca y mis Converse blancas. Siendo tan invisible. Definitivamente no quiero destacar. He venido aquí con el objetivo de llevar un perfil bajo. Y tratar de olvidar. Aunque mi reflejo me recuerda todo lo que he perdido.

Otro pensamiento inunda mi mente ¿Cómo demonios me encontró? He hecho hasta lo imposible para no dejar rastro desde que me mudé de Arizona. Si M.M logró encontrarme cómo es que estoy segura de que él no podrá. Intento que parezca que no me afectó en nada saber que él estaba cerca y que sabe de hecho, la dirección de mi departamento, pero estoy fallando miserablemente.

Escucho la puerta abrirse, pero nadie entra; bien es hora de salir y seguir con el día de chicas. Doy media vuelta, y comienzo a caminar, de repente soy empujada en contra de un pecho duro. Comienzo a patalear y estoy a punto de gritar cuando cubre mi boca una enorme mano. ¡Que demonios!

—Shh, tranquila.

Oh, esa voz. Esa es una voz que ya he escuchado antes, todos los músculos de mi cuerpo se relajan como si tuvieran memoria de su tacto y supieran que están completamente a salvo. Es él, es M.M. Coincidencia o es que está siguiéndome como un acosador. No sé cuál de las dos opciones me parece menos aterradora.

—¿Si te suelto, prometes no echar a correr? —Pregunta, apretándome contra él aún más fuerte en lugar de liberarme poco a poco. Estoy muy segura que no echaré a correr. A penas puedo sentir mis piernas. De repente son como enormes gelatinas.

Digo que sí con la cabeza porque su mano esta aún sobre mi boca. Lentamente comienza a quitarla y a soltarme. De inmediato me doy vuelta para poder volver a ver su rostro. Ese rostro que ha estado en mis sueños cada noche durante los últimos seis meses.

Una de sus manos toca mi rostro y de manera automática me inclino hacia su caricia. Sus ojos están mirando cada parte de mi rostro, como si quisiera grabarselo y no perder ningún detalle. Yo hago lo propio y la verdad es que mis sueños no le hacían justicia. Sus ojos son realmente hermosos, a la luz del día. Nunca he visto unos ojos así. Enigmáticos y hermosos.

—Me fue muy difícil encontrarte señorita —. Dice mientras rodea mi cintura y me acerca a el. Finalmente me da un beso en la frente. Un gesto simple pero mi corazón late en respuesta como si quisiera salirse de mi pecho. Dios, alguien que me recuerde por qué deje a este hombre solo a mitad de la madrugada. Sigue dejando un reguero de besos por toda mi cara. En mi nariz, mis mejillas, las comisuras de mis labios. Pero no llega a besarme por completo. No se siente para nada extraño. Y me encuentro añorando el sabor de sus labios.

De pronto me suelta y me enojo conmigo por echar de menos su tacto. Abro lentamente mis ojos. No me había dado cuenta que los había cerrado. Él está a unos unos dos pasos de mí. ¿Por qué se alejó? Su mirada es dura e inflexible, todo lo contrario a lo que vi cuando me besaba.

—¿Lo amas? —me pregunta.

Vaya, de dónde vino eso.

—¿De qué estás hablando?

Oh, ahí está mi voz. Y mi cerebro.

—Responde a mi pregunta. ¿Tú, lo amas?

Me quedo mirando a este increíblemente apuesto hombre y me pregunto seriamente si está mal de la cabeza. Eso explicaría muchas cosas. No entiendo de qué habla. ¿Cómo que si lo amo? ¿A quién? De pronto la respuesta a su pregunta llega golpeando como un puñetazo, él está preguntando por Amir. Debe pensar que estoy con él, debió vernos hace un rato. Sabía que no parece gay, no es solo cosa mía. Decido que lo haré sufrir un poquitín.

—Por supuesto que lo amo —le digo soltando una carcajada, pero me arrepiento en el momento en el que veo como sus hombros caen al igual que su expresión y luego su cabeza. Demonios, yo y mi bocota. Bien me dice siempre Amir, "muérdete tantito la lengua preciosa" Lentamente se da media vuelta y comienza a alejarse.

¡Él se está yendo. Haz algo tú... tonta!

—¡Espera! No...no te vayas —,M.M se detiene pero no voltea a verme, creo que la regué—, él es mi mejor amigo, sí, lo amo demasiado. Y es gay —.Digo solo para que quede claro.

Él se queda así, parado dándome la espalda por lo que parecen horas, lentas y agonizantes horas pero sólo han pasado un par de segundos. Entonces, de pronto esta sobre mí, sus brazos me rodean y me aprietan contra él. Mis pies dejan de tocar el suelo.

Sus labios colisionan contra los míos en un frenético beso que ambos estábamos deseando, no voy a engañarme, lo deseo. Su lengua no pide permiso y comienza a explorar mi boca. Todos mis sentidos están enfocados aquí, en este precioso momento se podría estar acabando el mundo y no me importaría. Mi corazón late demasiado acelerado y me sudan las manos. Rodeo su cuello con mis brazos y lo acercó más a mí. Acaricio su cabello está corto abajo y se siente suave.

—Ven conmigo cariño —susurra despacio, siento su aliento caliente entre mis labios.

Le digo que si con la cabeza de muevo porque aún no soy capaz de recuperar el aliento. Comienza a tirar de mí fuera del sanitario como un hombre con una misión, pero impido que lo haga. Por lo que voltea a verme, con cara de interrogación.

—¿Cuál es tu nombre, hombre de las cavernas?

Me regala una sonrisa completa, hermosa. Todo en este hombre es hermoso. Y creo que si no estaba ya dispuesta a lo que sea, ahora lo estoy. Llámame zorra, no podría importarme menos.

—Mattias... Miller.

MINE [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora