CINCO (Matt)

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Verla aquí en el centro de la sala de mi departamento, después de haber tenido el mejor sexo de elevador en la vida, me hace sentir en cierto modo desnudo, es algo que jamás había sentido con anterioridad. Que debe estar relacionado con que nunca he traído a ninguna mujer a mi casa. Siempre las llevé al garaje que adapte como un lugar a donde ir cuando encuentro a alguna mujer que me atrae. Pero por una razón que aún no alcanzó a comprender a ella quería traerla aquí. Quiero que llegue a conocerme por completo.

—¿Quieres beber algo? —le pregunto mientras me dirijo al refrigerador.

—Agua, por favor. —dice, su voz baja, casi un susurro.

Tomo dos botellas del agua, y dos vasos. Ella camina hacia donde estoy. Es increíblemente hermosa. Su cabello está un poco desarreglado después de lo ocurrido, sus mejillas aún conservan un poco de rubor y sus ojos no son capaces de mirarme a la cara. Me causa un poco de gracia y ternura. No soy muy bueno con las relaciones personales. Bien sabe Dios que jamás he tenido una novia, no después de Kim. Eso fue hace ya más de diez años.

Termino de servir los vasos y le tiendo uno a Jean, me parece increíble que después de lo que hemos hecho no sepamos qué demonios decir.

Vamos Matt sólo conversa con ella.

—¿Por qué te fuiste...? —¿de dónde demonios ha salido eso? Me mira como si no supiera a que me refiero—.Aquella noche. ¿Por qué te fuiste?

Agacha su mirada que ya había levantado hacia mí. No sé si se avergüenza, o que sucede pero no habla de inmediato y empiezo a preguntarme si me contestara en absoluto. Bien Matt no hay nada mejor para romper el hielo que una sarta de reproches.

—Yo... yo simplemente no quería que me echaras por la mañana y tener que hacer la caminata de la vergüenza. Así que me fui.

Me quedo mirando fijamente a esta mujer. No puedo crecer lo que acaba de salir de su boca. Jamás he mandado a ninguna mujer a dar la caminata de la vergüenza aunque no planee volver a acostarme con ellas. Nunca.

—Quieres hacer el favor de mirarme a la cara—, digo un poco más fuerte de lo que pretendía, pero lo hace. Eleva sus hermosos ojos azules hacia mí—, jamás te habría pedido que te fueras. Quería mucho más de ti.

Sus ojos se abren de manera automática y me pregunto si habrá llegado a la misma conclusión que yo. Podríamos haber pasado más tiempo juntos. Tal vez si hubiera tenido más oportunidad para tenerla me hubiera bastado para sacarla de mi sistema. Pero ahora la quiero, aun la quiero y para mucho más que sexo excelente sobre cualquier superficie que se me ocurra.

Me pongo de pie y camino hacia ella. Me sorprende que se ponga tensa después de lo que acabamos de hacer. Pongo mis manos en su cara y la obligó a mirarme directamente a los ojos. Siento la necesidad de recordarle que no la hubiera dejado marchar. Así que lo hago. Me sonríe de la manera más increíble. Algo dentro de mí se calienta. No en una manera sexual, lo cual es extraño. Quiero hacerla sonreír mucho más.

—¿Qué es lo que estoy haciendo? —susurra muy bajito, como si no quisiera que la escuchara. Cierra sus ojos privándome de su mirada. Tal vez ella lo sabe, sus ojos dicen mucho más de lo que está dispuesta a decir.

Sus ojos me dicen que aunque esta aterrada de nosotros y lo que nos hacemos sentir. Quiere esto, al igual que yo.

—Te quiero conmigo. Te busque hasta por debajo de las piedras. No te vayas esta vez.

Acerco lentamente mis labios a los suyos, estamos muy cerca pero no lo suficiente. Quiero que sea ella la que cierre el espacio que nos separa. Quiero que sea valiente como aquella vez. Quiero que sea ella quien comience el juego.

Lo hace, eleva sus brazos hacia mis hombros y cierra la distancia que nos separa. Esta vez no quiero ir demasiado rápido así que tomó sus manos y las pongo por detrás de su cuerpo. Camino con ella hasta que llegamos a la puerta de mi dormitorio, todo el tiempo sus labios contra los míos, ambos jugando con el otro. Ella tiene algo que necesito. Me pregunto qué demonios es, no puedo y lo que es un más alarmante no quiero sacármela de la cabeza.

Abro la puerta y de inmediato la cierro detrás de nosotros con un puntapié. No quiero que nos escuchen. Diane está aquí en alguna parte estoy seguro. Me separó de ella lo suficiente para deshacerme de su blusa. Sus pezones están duros e inhiestos. Sus pechos son del tamaño perfecto, no demasiado grandes pero tampoco son pequeños.

—Eres hermosa... Mía... —susurro mientras pongo mi boca sobre uno de ellos, lamiendo y mordiendo. Eso le arranca un hermoso gemido. Mi erección aprieta contra mis pantalones y siento que estoy a punto de venirme como un adolescente sin experiencia. Le doy la misma atención a su otro pecho. Su mano está en mi cabello, jalándolo sólo un poco, incitándome para seguir, es caliente.

Me alejo un poco para quitarme el saco, chaleco y camisa. Sólo eso. Quiero que ella disfruté de esto y si quito más ropa acabará más rápido de lo que planeo.

La recuesto sobre la cama y me monto encima de ella. La beso como si fuera la comida que no he tenido por meses. Y en cierto modo lo es. La beso en la frente y hago un lento recorrido por todo su rostro, pero no nos doy lo que ambos queremos. Bajo por su cuello deteniéndome un poco donde su pulso es más fuerte, le doy un pequeño mordisco que provoca que su espalda se separe de la cama y diga mi nombre. Quiero que lo diga de nuevo. Quiero que no olvide quien está sobre ella.

—Dilo de nuevo —le exijo, mientras me colocó entre sus piernas. Abre sus ojos y trata de enfocar mi rostro pero le cuesta lograrlo. Se ve un poco confundida así que le doy unos segundos para que lo asimile. Se relame los labios y se muerde el inferior antes de darme lo que quiero.

—Matt, por favor —susurra mientras toca mi rostro y su otra mano desciende hasta el bulto en mi pantalón. Sentir su roce tan cerca de mi pene me pone más duro y la urgencia por tomarla justo ahora me apremia. No la detengo, no quiero que se detenga.

Baja lentamente la bragueta. Dejo escapar todo el aire en mis pulmones al sentir como me sostiene entre su mano, parece un poco indecisa y temerosa así que tomo su mano debajo de la mía. Cuando creo que ya perdió el temor la suelto para que lo haga lo que quiera conmigo. Dejó caer mi cabeza en la unión entre su cuello y sus hombros. Me cuesta demasiado respirar. Me aterra la manera en que esta mujer puede desarmarme.

Me alejo de ella porque estoy a segundos de venirme. Hago presión en la base de mi pene y la urgencia desaparece poco a poco. Ella me mira como si hubiera hecho algo que me disgustó. No quiero que piense eso, así que se lo aclaro.

—Si te dejaba seguir esto hubiera acabado más rápido de lo que quisiera.

Me acerco de nuevo y desabrocho sus vaqueros y los quitó lentamente junto con su ropita interior. Cuando la tengo justo como quiero me coloco de nuevo entre sus piernas y la beso, la beso duro. Desciendo por su pecho dejando un reguero de besos hasta su vientre alto. Puedo oler su excitación desde aquí. Mi pene da una sacudida. Sigo descendiendo hasta que mi boca está a la altura de su sexo. La devoro como si no tuviera otra oportunidad para hacerlo. Utilizo mis dedos para entrar y salir de ella, jadea y grita. Alcanza el clímax gritando mi nombre.

Tomo un condón de la mesade noche y lo colocó en mi erección. Ella está mirando esa parte de mi cuerpo que pronto estará profundamente enterrada en ella. Se lame los labios y sé que ella pretende pagar con la misma moneda, pero ahora necesito estar dentro de ella.

MINE [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora