VEINTIDÓS (Matt)

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Luce hermosa completamente inconsciente en mi cama, durmiendo la borrachera de esta noche. Cuando fui a buscarla a su apartamento y su amigo me dijo que ella se escondía de mi creí necesario darle algo de espacio, dolió, dolió como una patada en las pelotas, lo juro. Fueron los cinco días más largos de toda mi vida. La verdad es que sueno como una adolescente enamorada, pero quiero ir a donde sea que ella se dirija. Él dijo que trataría de llevarla al Heaven, es un nuevo bar cerca del Pike que es propiedad de Adam, uno de mis compañeros de equipo. Le pedí sus nombres en la lista para poder atraparla. Tiene una temática especial este bar. Pienso llevarla de nuevo, algún día.

No esperé nunca verla tomar todo su peso en alcohol, estuve mirándola desde la oficina de Jackson, el gerente del lugar, tomó cosmos toda la noche, diez en total. Ni siquiera me di cuenta que se los estaba contando. Lucía increíblemente ardiente en ese diminuto vestido ajustado, lo reconocí como el que usaba el día que la lleve conmigo aquella increíble primera vez, mostrándole a todos los hombres que quisieran ver, lo que es mío. Y esos eran demasiados hombres. Ella no se da cuenta de lo atractiva que es, la manera en que sus caderas se contonean cuando camina, como su cabello parece un perfecto velo rojo cayendo sobre sus hombros hasta su cintura, hoy lo llevaba lacio. Me gusta, pero no tanto como esa loca maraña indomable de rizos.

Me recuesto junto a ella, simplemente tenerla aquí se siente correcto. Me asusta lo que ella me hace sentir, sé que hay algo que trata de esconder de mí, quiero que sepa que, sea lo que sea que teme decirme no va a poder cambiar lo que siento. Cuando estoy con ella, cuando estoy dentro de ella. Quiero que sepa que quiero sentir esto cada maldito día del resto de mi vida. Soy consciente de que es demasiado pronto, pero créeme, he estado con demasiadas mujeres y puedo notar que ella es realmente diferente. Hay algo en ella que no tienen las otras. Cuando la miro todo lo demás desaparece, me hace olvidar, me calma y me acelera al mismo tiempo.

Toco la piel de su brazo, y a pesar de que está dormida, está presente esa descarga de energía que viaja por mi cuerpo. La había sentido antes, pero jamás con tal intensidad, es como si mi cuerpo supiera que ella es la parte que le falta. Como si supiera que ella es lo único que necesita.

Cristo en que momento me convertí en un pseudopoeta mal logrado.

Falta poco para que amanezca, no creo que despierte por al menos unas cuatro o cinco horas, me levanto y tomo mi maleta de gimnasio y me pongo mi ropa para correr. Voy a la cocina y hago un vaso jugo de naranja, y uno de agua, no estoy seguro que es lo que necesitará al despertar. Busco un par de pastillas para el dolor de cabeza y preparo un sándwich, probablemente tendrá hambre. Claro, eso si ha dejado de tener náuseas. Pongo todo en una charola y lo dejo en la mesita de noche junto a la cama. Busco una hoja blanca y escribo un pequeño mensaje. Salgo a correr los diez kilómetros que acostumbro cada mañana con el iPod a todo volumen. Hay un poco de lluvia pero no me detengo. Corro hasta que es imposible ignorar la punzada de dolor en los músculos de mis piernas.

Regreso al edificio y en el vestíbulo sentada tan despampanante como siempre se encuentra mi madre. Me quito los auriculares y me dirijo haciendo ella.

—¿Mamá?—camino hacia ella y le doy un beso en la mejilla.

—Matt, cariño. Me llamó Tony, dijo que no has respondido a sus llamadas desde el domingo por la mañana. No has ido a la empresa tampoco. ¿Te encuentras bien?

—Estoy bien mamá, solo ocupado con otras cosas. ¿Quieres subir?

—No cariño, solamente vine para corroborar que estas bien. Sólo has favor de no desaparecer así de nuevo.

—No lo haré.

—Más te vale.

La acompaño hasta su auto, se despide y se marcha.

Subo al ático y voy directamente a comprobar a Jean, aún está dormida, tendida boca bajo. La dejo mientras voy a buscar el móvil, lo dejé sobre el escritorio del despacho antes del evento del sábado. No me moleste en buscarlo después que desperté y no encontré a Jean en la cama. Y estos días me mantuve entrenando para la temporada regular que ya está a solo una semana.

Tengo quince llamadas perdidas de Tony, diez de Alma y unas cuantas de mamá. Borro todo y decido marcar primero a la oficina. Bien Matt es hora de que arregles tu mierda. Decido llamar primero a Tony. Suena un par de veces y me envía a buzón.

—Soy Matt, has favor de no volver a llamar a mi madre como si fuera un adolescente de quince años. Llámame.

Cuelgo y me dejo caer en el sillón del despacho. Aceptó que no ha sido la mejor decisión que he tomado, he faltado a la práctica ayer. No he repasado las jugadas, ni me he ocupado de los asuntos de Energies Miller and Mark. Marco el número de la oficina pidiendo que Alma este ahí ya. Sé que es demasiado temprano, aun no son ni las nueve de la mañana pero ella es eficiente. Lo mejor que pude encontrar.

—Buenos días, oficina del señor Miller.

—Alma, buenos días. Podrías decirme que hay hoy en la agenda.

—Claro señor, reprogramé sus citas de ayer para la próxima semana, el señor Mark está de viaje con Derek Stone, sobre la compra de la empresa en quiebra. Hoy tenemos al señor Elmer Johns a medio día para terminar los acuerdos de la nueva planta eólica en Texas. Y más tarde la comida con Damián Finch, pata tratar el tema sobre los terrenos para la construcción de las residencias autosostenibles en Colombia.

Bueno, creo que no voy a poder pasar la tarde con Jean, debo aprovechar lo que queda de la mañana. Tenemos que hablar.

—Alma, ¿a qué hora es mi primera cita?

—A las doce, señor. Se encuentra usted bien.

—Perfectamente, nos vemos en un rato.

Dejo el teléfono sobre el escritorio y voy en busca de la mujer que ha estado sacándome del infierno y regresándome a él constantemente.

MINE [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora