Camino alrededor de mi oficina como un maldito león enjaulado. Por qué no puedo sacármela de la cabeza. Es solo otra chica. No es como si jamás hubiera tenido sexo con alguna chica al azar, pero a ella no puedo sacarla de mi mente. Está en todas partes a donde miro. No he podido estar con ninguna otra mujer desde que ella se marchó a hurtadillas de mi bodega. Todo lo que veo cuando cierro mis ojos es su hermoso cabello rojizo sobre mis almohadas blancas, sus hipnotizantes ojos azules. Pensaba que era cuestión de días para que lograra borrarla por completo de mi sistema pero han pasado ya seis meses y el recuerdo todavía es tan vivido como si todo hubiera sucedido ayer.
Mis flores deben haber llegado ya a su puerta. Me dirijo hacia la nevera y me sirvo un poco de whisky.
Encontrarla ha sido una misión casi imposible. No sabía su nombre. Ella nunca dijo su nombre. No es que habláramos demasiado, y no es necesario decir que ella tampoco lo permitió al escabullirse a media noche. Nunca pasó por mi mente la idea de que ella se iría a mitad de la noche y no la vería más. Al día siguiente me contacte con el dueño del bar donde se realizó el evento de ese día. Era una graduación o algo así. Me dijo que eran graduados de periodismo de la Universidad pública del Estado. Contacte a algunos de esos graduados y pregunté por sus rasgos físicos. Delgada, cabello rojizo, impresionantes ojos azules, piernas kilométricas. Pero parecía que nadie la conocía, nadie había notado su presencia, pero desde el momento en que llegó, yo no pude mirar nada más. Solo podía seguirla con la mirada como un maldito acosador.
Contraté a un tipo para poder llegar a ella. Que tan loco es eso. Poco después de un par de meses regreso. Con un nombre. Pero nada más. No tenía cuentas bancarias. No había registros de boletos de avión. No había alguna dirección de vivienda y su último grado de estudios era la escuela preparatoria. Pero no la ha cursado en este estado. Tuvieron que pasar tres meses más para que logrará traerme una dirección. Tarde unas semanas más para decidir que hacer. Una parte de mi quería ir allá, tocar la maldita puerta y llevarla conmigo. Pero eso no podría salir bien. La otra no sabía que hacer en absoluto.
El teléfono suena sacándome de mi infierno personal.
—Señor Miller, la señorita Mark está aquí.
Joder, lo que me faltaba. En este momento no me siento capaz de lidiar con ella. Pero mi madre me enseñó modales. Y si ella se entera que estoy siendo una mierda. Me mata.
—Que pase, por favor Alma—.digo y mi voz suena como me siento. Fastidiado.
—Enseguida señor.
Cuelgo y me pongo detrás de mi escritorio. Lo más lejos posible, necesito una barrera entre esa mujer y yo. Lo último que quiero ahora es verla. La puerta se abre e inmediatamente su perfume demasiado dulce invade mi oficina, cierra la puerta detrás de ella y camina hacia mí. Sus largas piernas enfundadas en un pantalón que parece una segunda piel, botas a las rodillas de piel negra y un blusón sin mangas; su cara está demasiado maquillada para su propio bien.
—Hola querido, pasaba por aquí, —si claro—, y decidí venir para saludarte e invitarte a tomar un café— dice con su voz demasiado chillona.
—No tengo tiempo Kimberly. Debo dejar todo preparado antes de que comience la temporada, lo sabes—. Suelto mientras evito mirarla y finjo revisar algunas de las toneladas de papeles que tengo en el escritorio.
—Oh, vamos Matt hace meses que no hablamos, ni salimos. Éramos buenos juntos. Déjame recordártelo.
No se cómo en algún momento la considere atractiva y sensual, me la ponía dura solo verla. Ahora sólo puedo hacer comparaciones. Y nada de lo que veo me gusta. Y mi pene abajo está de acuerdo conmigo.
—No estoy interesado Kim—.Suelto lo más fríamente que puedo. Mirándola fijamente para que entienda mi punto.
Me mira mientras hace unos pucheros que seguramente considera seductores pero a mí me parecen más una mueca forzada.
—Sólo un café, Matt. Uno. Por los viejos tiempos.
No sé por qué demonios estoy levantándome y poniéndome mí saco para salir a tomar un café con esta mujer, con la que no quiero pasar ni un segundo. Me digo a mí mismo que es porque mi madre jamás me hubiera dejado decir no. Le envío un mensaje a Dan para pedirle que tenga el auto listo cuando salgamos del edificio.
Salimos de mi oficina, y Kim toma mi brazo y camina a mi lado. Me siento raro, incomodo, como si estuviera haciendo algo incorrecto. No lo entiendo pero así se siente. Cuando pasamos junto a Alma le informo que cualquier cosa que surja traigo conmigo el celular. Que no dude en llamarme. Espero que me llame.
Entramos en el elevador y Kim no pierde tiempo, su boca comienza a besar mi cuello. Pero, nada sucede, nada. Maldita sea.
—Kimberly —digo en tono de advertencia, funciona y se separa de mí.
—Bien, bien. Me portare bien desde ahora, lo juro.
En cuanto dejamos el edificio, entramos al auto y nos encaminamos a un pequeño restaurante-café a unas cuantas cuadras. Dan se detiene delante de la puerta de entrada y bajo del auto para abrir la puerta de Kimberly. Me mira como diciendo "¿realmente me has traído AQUÍ?"
—No quiero que nadie nos vea juntos —explico.
Escucharme decir eso parece herirla y por un segundo me siento como una mierda. Pero es malditamente cierto. Lo último que necesito es otra foto nuestra en un periódico sensacionalista el día de mañana. No, no cuando podría llegar a sus manos. Llámenme idiota. No me importa.
Entramos y una chica castaña y menuda nos dice que tiene sólo una mesa disponible, que llegamos justo a tiempo, según ella. Nos da una mesa casi al final del local, esta tan escondida que no logro ver la puerta de entrada desde mi asiento, pero sí la del sanitario. Nos da dos cartas y nos dice el especial del chef pero la verdad es que no me apetece nada. Pido un café expreso y Kim un latte con leche deslactosada y no sé que tanta cosa más.
Después de unos minutos nuestra camarera vuelve con la orden y se retira no sin antes ruborizarse después de que le dijera gracias y le regalara una sonrisa. Debe tener veinte años por mucho. Es casi adorable.
Kim comienza a parlotear sobre su próxima sesión fotográfica y como la han invitado a hacer una película y ella ha aceptado. La escucho sin hacerlo realmente y hago pequeñas preguntas en los momentos exactos. Todo de manera automática y fría mientras bebo mi café.
De eepente un destello rojo llama mi atención, unas cuantas mesas más allá. Me enderezo en el asiento y entonces la veo. Es ella. Es malditamente ella. Se ríe tan duro que su rostro está casi tan rojo como su cabello. Me empapo de ella después de casi medio año, es mucho más hermosa de lo que recordaba. Se pone de pie y dice en un tono demasiado alto.
—Necesito ir a hacer pis.
El hombre que la acompaña cubre su rostro sus manos con vergüenza. Oh espera. Ella esta con un hombre. Siento algo dentro que no reconozco. Pero comienzo a ver todo rojo. Mi cerebro está ideando como echarla sobre mi hombro y arrástrala a casa como un hombre de las cavernas. Ella es mía. Aunque no lo es realmente. No por ahora.
—No puedo creer que dijeras eso en voz alta—dice él mientras se pone de pie. Ella debe levantar su hermoso rostro hacia él porque es alto. Me hace recordar cómo me miro a mí, justo de esa manera.
Se acerca a él y planta un beso en su mejilla. Aprieto tanto mis puños que duele. He dejado de escuchar a Kim y todo lo que tiene que decir, y me concentro en ellos, bueno no, en ellos no, en ella, es mía, y no existe un ellos.
—Aun así me amas.
—Lo hago —dice él.
Lo hace. Oh maldita sea, lo hace. La he encontrado demasiado tarde. Ella ahora esta con alguien más. No, no, no. Él vuelve a sentarse, mientas ella se encamina a baño de damas y la pierdo de vista.
Sin saber muy bien por qué o más bien sabiendo exactamente por qué, me pongo de pie mientras lanzo un puñado de billetes sobre la mesa y le digo a Kim que necesito irme. Le digo que olvidé algo de suma importancia, que Dan la llevará a donde sea que se dirija. La llevo a la puerta y la subo casi por la fuerza en el auto. Le pido a Dan que envié a Cap con un auto para mi dentro de quince minutos, y regreso al restaurante, más concretamente al baño de señoras.
ESTÁS LEYENDO
MINE [editando]
RomansaJean Samuels tiene un oscuro pasado. Nadie salvo quizá su mejor amigo Amir puede mencionar lo que ocurrió... Hasta que llega él. Sabe lo que quiere. Y la quiere a ella. ¿Pero la querrá aún sabiendo sobre su pasado?