DIECISÉIS (Jean)

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Estoy parada frente al espejo terminando mi maquillaje, me he decantado por algo neutro, sólo la base, delineador negro, rímel y brillo de labios color rosa pálido. Al final he decidido usar unas pequeñas bragas de encaje blanco, me sentía muy expuesta. Hemos pasado por mi departamento cuando de camino recordé que no tenía ni ropa interior ni mi neceser de maquillaje. Matt me ha gruñido un poco pero se ha desviado. Amir no estaba en casa pero había una nota en el refrigerador donde me decía que había salido con Ed un par de días.

He secado mi cabello y gracias a Dios se ha acomodado y ha decidido comportarse esta noche. Lo he peinado con unas cuantas horquillas hacia el lado derecho de mi rostro, uso unos pendientes de perlas pequeños que pertenecían a mi madre. Me pongo los tacones y estudio mi reflejo una vez más frente al espejo. Creo que me he pasado un poco, parece que voy directo a una alfombra roja. Me acomodo el peinado por enésima vez y salgo en busca de Matt. Él se ha estado arreglando en otra habitación. Bajo la escalera del departamento y lo veo. Esta de espaldas a mí usando un traje negro. Su cabello está un poco revuelto como si hubiera pasado sus manos entre el en repetidas ocasiones, aunque a decir verdad luce así la mayor parte del tiempo. Se da media vuelta y entonces recibo el impacto completo de su... todo.

Lleva el traje negro con una camisa Blanca y una pajarita negra. Siempre me han parecido un poquito ridículas esas cosas pero la verdad es que a él le sienta fenomenal. Repasa mi cuerpo de la misma manera que yo repaso el suyo. El traje parece hecho a la medida. Remarca perfectamente todo lo que tiene este hombre. Mi hombre. Debo bajar los peldaños que me faltan pero parece que mi cerebro ha perdido toda conexión con mis extremidades y todo lo que puedo hacer es mirarlo. Se acerca a paso decidido y sube los peldaños que nos separan. Me ofrece su mano y me ayuda a bajarlos. Le doy la mía sin pensarlo dos veces y lo sigo. Cuando llegamos al último escalón me sujeta por la cintura y me carga como si no pesará nada. Camina hacia uno de los muebles de la estancia y presiona un par de botones. Los acordes de Stand By Me de John Lennon rompen el silencio.

—Baila conmigo nena.

Me deja sobre mis pies, comienza a bailar y me arrastra con él. Bailamos por toda la estancia dando vueltas y siguiendo el ritmo de la canción. Me mira y yo no puedo apartar mis ojos de los suyos. Una sonrisa idiota divide mi cara en dos. Me acerca a su cuerpo y sé menea contra mí. Baila estupendamente bien. Me inclina hacia atrás en una postura muy teatral justo cuando la canción llega a su fin y entonces me besa. Quisiera que nos quedáramos aquí pero después de hacerlo gastar un dineral en el vestido no puedo pedírselo. Me dijo que iríamos a una cita. Y quiero esa cita.

—Te ves hermosa —susurra pegado a mis labios.

—Tú también —digo y lo está, es el hombre más guapo que he visto.

Me sonríe mientras toma una de mis manos, entrelaza nuestros dedos y me saca del departamento hacia el ascensor. Cuando llegamos al garaje camina hacia el deportivo gris de dos puertas. La verdad es que no sé nada de autos pero en la parte trasera reza Aston Martín.

Me ayuda a montarme en el trasto este, cosa medio imposible con los tacones y lo bajo que éste es. Sé que no llevo mucho saliendo con este hombre pero no me acostumbro a los lujos con los que vive.

Sube al auto con una elegancia y facilidad asombrosas a pesar de su altura. Arranca el auto y un suave ronroneo inunda el interior del vehículo. Nos saca del aparcamiento. Vuelve a conducir como si estuviéramos en medio de una persecución. Enciende el radio y Something Stupid en la versión de Sinatra llena el silencio. Comienza a tararear y yo también. Es una muy buena canción. Después de unos minutos aparcamos en frente de un restaurant italiano al que nunca he entrado.

El maitre sonríe con afecto hacia nosotros mientras nos acercamos a la entrada. Es alto y muy atractivo aunque un poco mayor.

—Señor Miller, bienvenido.

—Pietro, mesa para dos. La mejor que tengas.

—Por supuesto Señor Miller, señorita —nos saluda mientras sale detrás del atril y nos hace una señas para indicarnos que lo sigamos. Vaya, ni siquiera ha pedido la confirmación de una reservación. El acento italiano de Pietro parece ser natural. Y es bastante sexy.

—¿Comes aquí a menudo?—le pregunto me mira por el rabillo de su ojo y asiente con la cabeza.

—Es mi lugar favorito. Preparan el mejor Ravioli.

Mientras caminamos detrás del maitre observo todo el lugar. Los pisos son de madera en tono casi negro. Las mesas tienen manteles largos en color hueso y las sillas blancas tienen un moño de encaje. En los centros de mesa hay velas a diferentes alturas. Todo aquí indica clase y opulencia. Para nada el lugar que visitaría con Amir. Nos da una mesa en un rincón separada de todas. A pesar de estar relegada al rincón parece que se pensó para dar privacidad a los comensales y aun así se tiene una vista de todo el lugar. Matt separa la silla para que me siente y coloca la servilleta sobre mi regazo. Se sienta justo frente a mí. Me mira durante un rato que me parecen horas mientras el maitre nos da las cartas y se despide volviendo a su lugar de trabajo.

Después de unos segundos y mientras leo el menú que nos dio Pietro sé detiene en nuestra mesa una mesera bastante guapa. Su cabello es rubio y esta anudado en una coleta alta su maquillaje es un poco excesivo pero a ella le va bien. Viste un traje negro a tres piezas y una blusa con volantes en el escote. Está mirando a Matt como si fuera el único comensal en la mesa.

—Ya sabe que va a ordenar señor Miller.

Matt mira a la mesera y le regala una sonrisa que la deja hecha un charco de hormonas en el lujoso piso de este fino lugar. Unos enormes e irracionales celos me atacan. Joder, él es mío. Le doy un repaso rápido al menú y de repente sé que es exactamente lo que voy a pedir.

Fetuccini allá Puttanesca para mí—le digo a la mesera con la sonrisa más falsa que puedo manejar—por favor.

La mesera me mira con cara de pocos amigos y Matt me mira mientras muerde su labio inferior claramente intentando no partirse de la risa, el brillo en sus ojos y las patas de gallo que se le forman en las comisuras de sus ojos me lo confirman.

—¿Y para ti Matt?—pregunta la muy zorra poniendo una de sus manos con perfecta manicura en el hombro de Matt. Maldita.

Miro la cara de Matt sin ocultar lo poco que me agrada que ella tenga sus garras de puta en él. Pero de pronto me entran unas ganas terribles de reír. Se ve tan miserable. Sus ojos amenazan con salirse de sus órbitas y todo rastro de humor ha salido volando.

—Va a querer lo mismo, y que quites tu mano de su hombro —Joder, ¿Acabo de decir eso?

Para mi sorpresa lo hace pero no sin regalarme su mejor mirada de "muérete" y se ponerse más roja que un tomate.

—Enseguida —da media vuelta para irse.

—También una botella de Brunello —pide Matt sin dejar de mirarme. Joder me muero de la vergüenza. Qué me ha sucedido.

—Lo siento, lo siento mucho —le digo mientras entierro mi avergonzado rostro entre mis manos.

No sé, de verdad que es lo que me ha pasado. Yo no soy celosa. Nunca lo he sido.

—Alguien ha visto al monstruo de los ojos verdes.

Levanto mi cara y lo miro de mala manera. ¿"El monstruo de los ojos verdes"? será engreído. Pero sí, maldita sea.

—No me importa, en realidad me encanta —susurra mientras me toma las manos y las lleva hacia sus labios y deposita pequeños besos en mis nudillos. Joder, que Dios me ayude porque creo que estoy enamorada de este hombre.

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MINE [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora