Siete

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El sueño era el mismo, aquella taza de porcelana rota sobre el suelo mientras el líquido negro espeso derramado llevaba su curso con lentitud, el tordo sargento liberado entre sus manos y después su madre desvanecida sobre el mismo piso. Ese sueño detallado se había repetido durante los años que habían transcurrido hasta el ahora. Se incorporó de prisa mientras el jadeo venia reviviendo aquellos ayeres mientras el agua fría apaciguaba todo dolor en su cuerpo. Podría tener ese sueño tan de repente, aún sumergida en la bañera repleta de cubos de hielo o en cualquier situación que pudiera relajarle de manera profunda

El frío de aquella bañera, no podía ser más satisfactorio, pero aquello se había visto interrumpido por los insistentes fantasmas del pasado que parecían acecharla. Salió del agua, envolviendo su cuerpo con la bata gruesa, y se encaminó a su dormitorio. Mientras la oscuridad del sitio formaba parte de ella como cada noche solitaria, deslizó la bata captando su desnudez frente el gran espejo alto que decoraba la habitación elegante. Allí estaba, con los hematomas ocupando espacio en su abdomen, brazos, piernas y espalda. El color púrpura podría alertar a alguien más, pero para ella no, ella estaba acostumbrada a los colores oscuros sobre su piel pálida. Volvió hacia la encimera ridículamente cara y vertió sobre el vaso una gran cantidad de whisky irlandés, el primer sorbo largo quemó su garganta, y la satisfacción interrumpida previamente la recorrió. Dio un suspiro pesado, y se acomodó sobre la gran cama, esperando que el dolor se viera desaparecido para el día siguiente. Sus párpados quedaron sellados, mientras otra escena hecha sueño venía, aquella realidad ocurrida. La explosión de kriptonita y la muerte de Superman en la misma, todo ocasionado por Lex Luthor, su hermano.

Aquella terrible escena sintonizada en todos los canales de noticias, la última batalla en Metrópolis hace tres años. Lex Luthor en aparente rendición, y después vino, el hombre con un detonante bajo el pulgar, y una explosión en el centro de la ciudad, todo fue una nube espesa en color verde, el helicóptero de la trasmisión pareció experimentar turbulencia mientras el corresponsal narraba los hechos con una voz nerviosa y hecha pánico. Los minutos parecieron en total silencio, y un momento en que el mundo se vio eclipsado. El humo comenzó a disiparse, y Superman apareció sobre el pavimento, todo su cuerpo estaba astillado con cristales de kriptonita y grietas en color verde brillante recorrían sus manos y rostro, la kriptonita se había adherido a él, y una astilla aún más grande había perforado su pecho, su corazón dejó de latir. Y Lex Luthor... Desapareció. Las noticias anunciaron que el impacto había sido tal que no quedó algún rastro de su cuerpo. El ejército resguardando aquella batalla quedaron atrapados, víctimas de lo ocurrido. Sus cuerpos por supuesto localizados. Pero el de Lex, no. Quizá el estar cerca de la exposición influyó al eliminar cualquier rastro de su muerte. Pero Lena, Lena jamás creyó en aquello. Él había ganado, él en realidad había vencido al hombre de acero.

¿Qué tan amarga había sido la vida después de ello? El mundo pareció en un luto permanente, entre amenazas constantes y un héroe muerto. Nada volvió a su normalidad, y las promesas quedaron fijas en espera de su vencimiento, como un montón de palabras hechas al aire que siguen su curso, esperando el día para así llevar acabó su función. En un tiempo último el rumbo fue cambiado, y aunque pudiera ser una promesa de adolescentes, Lena no estaba lista para siquiera volver a ver a Kara después de siete años, no cuando su hermano había fijado el curso de tan fatídico final. Lena Luthor tomó aquello hecho como suyo, sintiendo culpa sin siquiera contemplarlo, Kara la odiaría por llevar el apellido de quién había matado a su primo, su único lazo de sangre.

¿Qué sabía de Kara Zor-El? la mujer exitosa quizá había hecho uso de su importante posición para averiguar un poco acerca de Kara Danvers, miembro de CatCo, el canal de televisión. Kara era una reportera profesional que fungía como una de las mejores en su rango, capaz de traspasar a sus televidentes con solo un reportaje, Kara Danvers había escalado rápido haciendo evidente sus dones, el matiz de humanidad y carisma expresado. Sus reportajes siempre referidos a la problemática social y política, por supuesto siempre siendo la primera en llegar a la noticia. Pero al único sitio donde no podría o no le interesaba llegar era a L-Corp, la empresa de Lena. Porque quizá no era su campo de trabajo y porque Lena Luthor no era una mujer de entrevistas, ni siquiera el deseo de aparecer en televisión. Así que todo parecía tan poco usual, una ciudad Nacional que sabía de la existencia de una Luthor cuya única finalidad era limpiar el apellido sin una cámara en su rostro.

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