Eso Hacen Las Amigas

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Recordar ese sábado era inevitable, ¿Cómo deshacerse de la sensación creciente que había habitado en su pecho desde la noche anterior?, la respuesta era inexistente claramente. Pero pasar bajo las sábanas en su propia culpabilidad era lo visto al domingo siguiente. Sí, habían bailado y sí, ambas partieron a la montaña después de eso, Lena en un silencio, más pálida de lo acostumbrado y por supuesto con Kara percatándose de su inesperado estado de ánimo.

-¿Te encuentras bien? -le cuestionó entre el silencio extraño que se había fijado entre ambas una vez que estuvieron a lo alto-. Has estado muy callada

Lena asintió un tanto perdida entre sus pensamientos -es solo, que... Estoy un poco cansada...

-podemos irnos –ofreció la kriptoniana un tanto decepcionada por la idea

-¡No! Solo quisiera, mirar el paisaje en silencio

Kara asintió, sin agregar algo más. Y la noche fue esa: un baile, una visita a la montaña y un silencio que no fue compensado hasta el finalizar.

Y ahora, se encontraba enterrada bajo las sábanas, avergonzada y temerosa de aquello surgido, algo rotundamente nuevo. Apenas había escuchado a Pam Mercer despedirse por la mañana, claro que las horas habían rodado hasta que su madre volvió

-¿Pajarito? –La mayor Mercer se acercó hasta aquel bulto de sábanas-. ¿Qué sucede?

Lena no respondió, ni siquiera había intentado emitir sonido alguno, fue cuando su madre quitó la tela dejando ver su rostro desencajado y abatido

-dios, Lena ¿Qué sucede? –la pregunta fue teñida de preocupación, ver a su hija con una maraña de cabellos oscuros mientras las horas marcaban las avanzadas para aun portar pijamas y aquel gesto abatido que podía alertarla completamente

-yo...

-¿cariño, estás enferma?

-yo... Creo que... no lo sé

Y los ojos de su madre se hicieron entornados -¿Cómo es que no me hablaste, Kieran? ¿Qué te sucede? ¡Vamos, levántate, iremos al médico!

-mamá, no creo que...

Hay algo que puede transformar a su madre en un puñado de nervios, y es aquello que su hija pueda caer enferma

-¡Mírate! Dios, Lena, no has comido nada ¿cierto?

Lena negó irguiéndose sobre su cama que la había visto gran parte del día

-creo que solo estoy desvelada, y cansada...

Pam negó -iremos al médico, levántate

El camino a aquel consultorio fue en silencio, por supuesto que Pam Mercer parecía preocupada viendo a su hija quien se negaba a cualquier conversación. Era delicado, pensó.

-¿podemos marcharnos? -pidió la menor Mercer después de minutos en espera en aquel consultorio solitario en domingo-. Estás exagerando, estoy bien solo es...

Y el médico hizo su entrada después de hacerse esperar como todo sujeto en su profesión. Lena estaba aún más avergonzada, casi hundida en el asiento hasta que Pam le hizo ponerse en marcha hasta el apartado escritorio

Conocía aquel sitio, por supuesto. Desde su llegada a Midvale el doctor Maxwell había sido su doctor principal para todo momento

-Y bien ¿Qué te sucede, Lena? -el doctor Maxwell tenía cierta manera amigable de tratarle que en ocasiones Lena suponía que aquello era por su madre, estaba acostumbrada a que todo hombre irradiara amabilidad cerca de la llamativa Pam Mercer

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