Capítulo 2

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VANESSA

Al fin terminó la clase de matemáticas, me gustan las matemáticas, pero el profesor lo hace ver todo difícil y hace que le pierda el interés.

—Quiero comer —se queja Ebba a mi lado.
    
—Para allá vamos, nena.

Salimos del aula y caminamos para ir al comedor.

Para todo hay horarios, tenemos horas para comer, para las clases y para salir, solo salimos el sábado, ya que el domingo lo dedicamos a hacer tareas o a descansar en pijamas, los demás días es obligatorio usar en uniforme; caminamos hacia el edificio del comedor que está cruzando un jardín, nos ganamos miradas porque Ebba es una diosa, obviamente, tiene el cabello rubio casi gris, su piel demasiada blanca como si fuera albina pero sus ojos negros le dan un aire muy misterioso, es la única rubia con ojos negros que conozco.

— ¡Quisiera hacer trenzas con tu cabello negro! —grita un chico, me giro con una sonrisa y le lanzo un beso provocando que todos sus amigos se rían y que el chico se sienta como un ganador.
    
—No sé cómo aguantas eso, Vane —dice mi amiga un poco molesta.
    
—Lo normal de ser una latina en un internado lleno de alemanes —digo divertida ocasionando una risa por parte de mi amiga.
    
— ¡Chicas! —se pone a un lado de mí—. Hay un rumor que un chico nuevo ronda por estos pasillos —dice la pelirroja emocionada.
    
— ¿Lo han visto?
    
—Claro, bueno, no lo he visto, pero dicen que está como el pan —hace una pausa y me mira—. ¿Si lo dije bien? Esto de cosas latinas no es lo mío pero lo intento —frunce el ceño y me rio.

No sé qué tienen mis amigos con las frases latinas, cuando nos juntamos por primera vez no dejaban de preguntarme por frases latinas y las groserías, aunque ahora le salen mejor las groserías, he creado unos monstruos.

—Está bien, pero puedes decir que está caliente, te ahorras saliva.
    
—Esto es difícil, pero creo que es más difícil llevar esa falda o mini falda que llevas puesta —me regaña señalando la falda.

—No tiene nada de malo, Ayla, cubre las bragas y ya —le regalo una sonrisa y ella vuelve a suspirar, ella siempre se la pasa suspirando, siento que es como la mamá de las dos, bueno, de los tres porque también regaña a Cassian.
    
—Chicas, dejemos de hablar de la mini falda de Vane, cualquiera puede usar el uniforme como quiera —hace una pausa para abrir la puerta del edificio del comedor, Ayla es la primera en pasar, luego yo y al final Ebba, nos colocamos en la fila—. Espero no hacer tanta fila —su voz está llena de esperanzas pero al entrar notamos que hay como quince personas formadas.
    
—La suerte no está contigo —la fila avanza un poco, el chico que está enfrente de mí me regala una sonrisa tímida, le regreso la sonrisa y miro su rostro rojito antes de que vuelva su atención hacia enfrente.
    
—Nunca lo ha estado —se burla Ayla.
    
Me rio y vuelvo a mi posición para ser la siguiente de la fila, tomo una bandeja y camino por todo el bufé, tomo una pasta en salsa de tomate, una pechuga, una ensalada de frutas y una botella de té, espero que las chicas tomen su comida y nos dirigimos a nuestra mesa.

—Ebba, tu Wall-e nos espera en la mesa.

Nos detuvimos para ver a Ayla y nos reímos, en todo mi tiempo nunca se me ocurrió decir eso, el rostro de Ebba está rojo.

—Estúpidas —nos dice y volvimos a reír, llegamos a la mesa, Cassian nos espera a que tomemos nuestros lugares y nos dedicamos a comer.

— ¿De qué se rían?
    
—De un chiste, Cassian —dice Ebba y se gana una mirada curiosa por parte del chico.

—Dicen que hay un chico nuevo y está caliente —dice Ayla las últimas palabras en su intento de español y me rio.
    
—En serio, deberían mejorar su español —los miro con una sonrisa.
    
—No seas tonta —suelta divertida.
    
—Prefiero comer en silencio que escuchar cosas del chico nuevo —se queja Cassian.

Miro a Ebba y ella me sonríe con malicia, sé su plan, la pelirroja se da cuenta de nuestro plan y sonríe burlona.

—Pues dicen que tiene un buen bicho —suelto divertida, las chicas se ríen y Cassian levanta su vista para mirarme.
    
— ¿Qué es bicho?
    
—Lo que tú tienes —digo sin darle importancia a la palabra.
    
—Basta, no se puede con ustedes —dice, pero no se va de la mesa.

***

Imagine Dragons suena en el dormitorio, Ebba se encuentra haciendo tareas y yo solo miro el techo lleno de estrellas negras.

— ¿Sabías que hay cincuenta estrellas en el cielo? —le pregunto con aire filósofo.
    
— ¿En serio? —pregunta concentrada en su tarea, me aguanto una risa, respiro profundamente antes de hablar.

—Claro, hay cin-cuenta —digo riéndome.

—Eres una pendeja.

—Amo tu español, beibi.

—Lo sé, es perfecto —se burla y vuelve a su tarea.

La siguiente canción es Natural, su letra me encanta, escucho que Ebba empieza a cantarla por lo bajo.

—Solo falta un año y seremos libres de este internado —suspiro cansada.
    
—Saldremos ancianos de este lugar.
    
—Diecinueve años, no es tan viejo —hago una pausa para acomodarme de lado y ver a Ebba haciendo su tarea—. ¿Tienes algún plan después de esto?

Ella deja su tarea y me mira, su cabello está peinado en una trenza y sus libros están por toda su cama.

—Ir a la universidad, quiero estudiar artes, me encanta la pintura —dice emocionada.
    
—Quiero estudiar química farmacéutica, ya sabes, como mis padres, pero también quiero dedicarme al piano —digo sin pensarlo y ella me regala una pequeña sonrisa.
    
—Chica, tus padres estarán orgullosos de ti, bueno, están orgullosos de ti.
    
—Todos vivimos así, Ebba, pensando si nuestros padres están orgullosos de nosotros.
    
—Entonces, nosotros debemos de estar orgullosos por nosotros, Vane —dice y estoy de acuerdo con ella.
    
—Continúa con la tarea, nena —me vuelvo a acostar.

Es cierto lo que dice Ebba, debemos estar orgullosos de nosotros, si nadie aplaude nuestros logros, nosotros lo haremos.

Placeres InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora