Capítulo 25

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VANESSA

¿Qué siento cuando toco el piano? Es algo tan especial para mí, me entregué a cada canción que al final tenía mis ojos llorosos, me siento orgullosa de la obra, abrazo los chicos y ellos me felicitan, Ebba y yo caminamos hacia nuestros padres, todavía tengo el ramo que me regaló Adler algo que no esperaba.

— ¡Estamos orgullosos de ti, pequeña! —dicen mis padres cuando me ven, los dos me abrazan, no aguanto y lloro, tenía tiempo sin escuchar eso de mis padres, cuando me alejo de ellos, mi mamá me mira con lágrimas y me abraza de nuevo.
    
—Estoy muy orgullosa de ti, hija —dice cuando nos separamos.
    
—Felicidades, Vanessa —la mamá de Adler se acerca a nosotros y me abraza.
    
—Muchas gracias —le digo cuando nos separamos—. Padres, ellos son los padres de Adler —los presento.
    
—Al fin conozco a los que serán nuestros consuegros —dice Wanda, mis padres se ríen pero Adler y yo nos miramos sorprendido.
    
—No tienes remedio, mamá —dice y nuestros padres se ponen a platicar animadamente.
    
—Nunca pensé que te ibas a superar, Vane —me dice Ebba con una sonrisa.
    
—El estrés valió la pena —nos reímos, las otras dos chicas se acercan a nosotros y nos abrazan, hacen lo mismo los padres de Ayla y Gala nos presenta a sus padres, los señores nos dan las felicidades, los presentamos a nuestros padres y todos se ponen a platicar.

***

¡Perfect perfect, timing! —canta Ebba a todo pulmón.

Es sábado en la mañana, las chicas se encuentran en nuestro dormitorio cantando y bailando como debe ser, Adler dijo que tenía que ir con sus padres por unos asuntos.

—Ya casi seremos libres, nenas —dice Ayla.
    
—Voy a extrañar esto —dice susurrando.
    
—Gala, después de esto seguiremos siendo amigas —la abrazo y ella me abraza.
    
—Gracias, chicas —se pone a bailar cuando suena take you dancing de Jason Derulo.
    
—Esta canción solo me recuerda el baile que tuvo Vane con papi Adler —dice divertida Ebba y nos reímos.
    
—Serás pendeja —le guiño un ojo y se ríe.
    
—No necesitamos pista de baile —canta en español y baila.
    
—Debemos ir a comprar nuestros vestidos de graduación —sugiere Ayla y sin pensarlo tomamos nuestros bolsos y nos fuimos hacia el estacionamiento.

Nos subimos a mi auto y nos fuimos a un centro comercial, la búsqueda de los vestidos ha sido larga porque todos nos gustan, hay unos que nos gustan pero a la hora de probarlos no nos gusta la figura que nos hace.

— ¡Es ese! —grita emocionada Ayla al ver a Ebba y es que joder, no hay vestido más perfecto para ella.
    
—Es ese —aseguro, ella se mete al vestidor con una sonrisa.
    
— ¿Quién sigue? —pregunta Gala.
    
—Tú, mi amor —dice cariñosa Ayla.

Una por una nos probamos vestidos, así estar atentas cuando una le guste uno, Ebba sale y se mete Gala, a los minutos sale Gala con un vestido que la hace ver como princesa.

—Ese porque todos verán que eres una princesa —dice enamorada Ayla y Gala se sonroja.
    
—Perfecto —decimos Ebba y yo, después de nuestro turno y de comprar los accesorios, nos fuimos a comer, ahí nos alcanzó Adler.
    
—Mis padres mandan saludos —dice después de saludarnos, toma asiento a un lado de Ebba.
    
—Qué lindos —dice Ebba con una sonrisa.
    
— ¿Cómo les fue? —pregunta el chico.
    
—Bien, ya estamos listas, solo falta tu traje —dice divertida y el chico se ríe.
    
— ¿Tengo que ir combinado con ustedes? —pregunta divertido y me mira—. Además, ya tengo mi traje —me guiña el ojo y me rio.
    
—Odio a los hombres porque es más fácil encontrar algo que les guste y nosotras es difícil —se queja Ayla.
    
—Cariño, tardo dos horas en escoger mi ropa —se hace el ofendido.
    
—Lo siento —hace un puchero Ayla y el chico la despeina.
    
—Perdonada —dice divertido.

La tarde se pasa volando, comimos y fuimos a dar un paseo hasta llegar al internado y cada uno a su dormitorio.

—Espero que Adler combine contigo —se burla Ebba.
    
—Cállate —bufo y termino de ponerme el pijama.
    
—Solo decía —se defiende y rio.
    
—Pero nadie te preguntó, querida —le guiño el ojo.
    
—Solo digo que está pasando algo entre ustedes y se están dando cuenta —se sienta en su cama y yo hago lo mismo en la mía.
    
—Cariño, cuando me enamore caerá chocolate del cielo, ahí sabré que me enamoré —declaro y se ríe.
    
—Eso está muy jodido —termina de decir.
    
—Así de jodido está enamorarme —suspiro y me acuesto en mi cama.
    
—Deberías darle una oportunidad —dice y se escucha que se acuesta.

¿Debería darle una oportunidad? Miro el anillo que está en la mesita, lo miro como si fuera la primera vez que lo miré.

Si el destino nos quiere juntos, hará lo posible para hacerlo y ahí voy a creer que me enamoré perdidamente de él.

Placeres InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora