¿Final?

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ADLER

—Te gusta —suelta mi mamá y la miro confundido—. La chica te gusta, no, no te gusta, estás enamorado —sentencia y yo me rio.
    
—No, mamá, es mi mejor amiga y ya —digo serio.
    
—Y yo soy virgen —dice en español.
    
—Pues los milagros existen —digo divertido y ella me mira seria.
    
—Yo solo digo que te enamoraste de ella y no sabes que hacer —hace una pausa—. Siento que ella también está así, saben que sienten algo, pero no hacen nada y prefieren ignorarlo.
    
—Mamá —la miro—. Si estoy enamorado de Vanessa, créeme que se lo hubiera dicho —suspiro.
    
—Lo haces con las acciones, hijo y ella te responde, pero no saben —dice y me quedo pensativo—. Primero fue el anillo, claro que nos dimos cuenta por qué le llegaron notificaciones del banco que habían usado la tarjeta, luego las flores en la obra, me imagino que habrá más acciones, pero no las sé, conozco a mi hijo que esto caballeroso y todo un romántico —me mira con suma ternura—. Hasta tu hermana notó que no dejabas de ver a la chica.
    
—Es una chica maravillosa, pero no estoy enamorado —digo muy serio, bueno, no tanto.
   
—Mi sexto sentido de mamá, me dice lo contrario, bebé —hace una pausa—. Espero que se lo hagas saber antes del viaje —termina la conversación.

Mi hermana quiere que la acompañe a Canadá, ahí seguiré con mis estudios, me voy por tres años, tres años sin ver a las chicas, sin verla, quedamos en vernos, bueno, ellas me obligaron a ir a mi despedida, tomo mi sudadera favorita, es gris claro y con un parche de U2, pienso que Vanessa le gustará, mi celular suena y sé que son las chicas, lo tomo para leer sus mensajes.

Vanessa: Yo siempre estoy así.
Ayla: Jajajajajajaja concuerdo con eso.
Yo: Yo también siempre estoy sexy, nenas.
Vanessa: Hablando de egos.
Gala: Deberían tener sexo.
Gala: Solo digo.
Vanessa: Pa' la otra no digas nada.
Ebba: ¿Ya están listos?
Vanessa: Así es, beibi.

Me rio porque Gala tiene unos ovarios bien puestos, tomo la sudadera para Vanessa y salgo de la casa después de despedirme de mis padres y de mi hermana.

VANESSA

Nuestros cuerpos saben que uno de nosotros estamos cerca, levanto mi cabeza y efectivamente me encuentro esos ojos azules, la canción que está sonando en mis audífonos hace un efecto en el ambiente.

Se acerca a la mesa con su sonrisa de lado y hace le sonría de la misma manera, llega a mi lado y me quita un audífono, quedamos en vernos nosotros primero, ya que dijo que quería pasar un rato con su mejor amiga y le cumplo el deseo.

—Buena canción —me dice y se quita el audífono—. And I can't make you mine —susurra y ruedo los ojos divertida.
    
—Nadie puede conmigo, Adler —digo con una sonrisa haciendo que él sonría.
    
—Me di cuenta —deja una sudadera gris claro con un parche de U2—. Es mi favorita y sé que le vas a poner más parches, cuando regrese espero verla llena de parches —me dice y lo miro.
    
—Lo prometo —sonrío sin dejar de verlo y es que sus ojos son tan agradables, siento su cercanía de tal modo que nuestros labios están cerca se siente un leve roce, pero ninguno hace un movimiento para unirlos.
    
Necesito —susurra en un lamento—. Vanessa —susurra mi nombre haciendo que me mega derrita por dentro, se va por tres años, todo puede pasar, tal vez es el último momento que lo voy a ver, a la mierda con todo.

Uno nuestros labios y se siente tan mágico, nuestros cuerpos responden, sus manos me atraen más a él, paso mis manos por su cabello y se quedan en su nuca, jadeo entre el beso porque es algo que los dos necesitábamos, algo que nos hacía falta por mucho tiempo y no lo sabíamos, muerde mi labio inferior y rompimos el beso.

Nos quedamos cerca, nuestras respiraciones están agitadas, mi corazón casi se sale de mi cuerpo, nos miramos a los ojos y lo que encuentro es adoración.

—Eso fue tan wow —dice Ebba y los dos nos separamos de golpe.

Las chicas se encuentran en la mesa y por sus sonrisas, sabemos que vieron el beso.

ADLER

¿Así se siente besarla? Joder, hemos estado perdiendo el tiempo, maldita sea, tengo unas enormes ganas de decirle a mi hermana que se mete Canadá por el culo que yo me quedo con esta chica, pero no puedo porque ya estoy inscrito en la mejor universidad de allá, maldita sea, quiero besarla de nuevo, sentir sus labios carnosos con los míos, morderlos, saborear su boca.

—Adler —la voz divertida de Gala me saca de mis pensamientos—. Sigues en la luna por ese beso.
    
—Eso sientes cuando Ayla te besa —le guiño un ojo y ella se pone rojita.
    
—Y más cuando su cuerpo está desnudo —me guiña un ojo y todos reímos.
    
— ¿Listos para pedir? —dice la camarera y es la misma, pero ahora le pone atención a todos.

Pedimos la comida y las bebidas, las chicas no dejan de platicar sus aventuras en este mes.

— ¿Listo para ir a Canadá? —pregunta y la miro.
    
—Más o menos, no soy bueno para los cambios, Ayla.
    
—Espero que no nos cambies, idiota —dice Ebba y me saca una sonrisa.
    
—Creo que nunca habrá una mezcla como ustedes, beibis —digo sincero y con toque divertido.
    
—Eso espero —dice Vanessa y al final me saca la lengua de forma infantil, mierda, necesito besarla y sin pensarlo lo hago, me acerco rápidamente a sus labios, se le escapa un jadeo y las chicas gritan de sorpresa.

Esto será mi nueva droga, en serio, son tan dulces, tormentosos, sexy, cachondos, mi nuevo placer infernal, ese placer que no quieres dejarlo en ningún momento porque te quema como el infierno.

VANESSA

Adler me besa de sorpresa y vaya beso, tan jodidamente cachondo, escucho que las chicas gritan de sorpresa y no me importa, he tenido ganas de hacer eso, de probar sus labios y lo único que me arrepiento es el tiempo perdido.

Nos separamos para tomar aire, nos miramos, sus labios están rojos y sé que los míos también, que bueno que no me puse labial.

— ¿Holo? ¿Bomberos? Estamos ardiendo —dice Gala divertida y nos reímos.
    
—Creo que necesito cambiarme de bragas —dice Ebba y concuerdo con ella, yo también necesito un cambio de bragas y por Adler, su bicho está más que contento.

La comida pasa entre risas y burlas hacia nosotros, Adler en algún momento pasó su brazo a mi respaldo y no lo ha quitado, lo miro que se ríe con las pendejadas que las chicas dicen, es tan natural, su risa ronca y su voz tan matadora, la sudadera que me regaló está en mis piernas, no quiero que se manche de comida.

Este es el último día que lo vamos a ver, estamos en el estacionamiento, las chicas lo abrazan fuertemente.

—Te vamos a extrañar, idiota —dice Gala y se separa de él.
    
—Yo también las voy a extrañar, mis nenas —dice y las cuatro lo abrazamos.

Cada una se va despidiendo sin dejar de guiñarme sus ojos y yo me rio, estas piensan que vamos a tener sexo y lo confirmo porque leo los labios de Ebba.

—Espero que no sabes leer los labios —digo divertida y él se ríe.
    
—Para tu suerte, sé leer labios y más los tuyos —se acerca para acorralarme entre su cuerpo y mi auto, se inclina hasta mirarme, su metro ochenta es muy diferente a mi metro sesenta y cinco—. No me quiero ir —susurra sin dejar de mirarme a los ojos.
    
—Nos vamos a ver —me pongo de puntitas para besarlo mientras mi mano va a su nuca y lo acerco más a mí.

Un gruñido se le escapa y yo suelto un jadeo, nuestras lenguas bailan, sus manos se aferran a mis caderas.

Si el destino... —susurro cuando nos separamos.
    
Nos quiere juntos, lo hará —termina la frase uniendo nuestras frentes—. Espero que así sea —susurra y volvemos a besarnos.

Placeres InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora