Capítulo 22

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VANESSA

Nos acomodamos como sea en el auto de Adler, las chicas están atrás con Ebba, la miran con cautela porque ella no ha hecho y dicho nada, siento que estamos esperando que la bomba explote pero no ha pasado nada, el camino fue en un silencio tenso.

—Ebba, en serio no lo sabía —giro en el asiento para verla y ella está mirando hacia frente perdida.
    
—Lo sé, Vane —me regala una pequeña sonrisa y me vuelvo a acomodar.

Siento que Adler aprieta mi pierna y yo pongo mi mano en la suya, sé que me dice que todo estará bien, pero sé que no es así, minutos después nos encontramos afuera del dormitorio, dejé a Ebba dormida en su cama, las chicas se fueron y Adler sigue aquí, estamos vigilando que no se acerque Cassian.

—No sé si decir que fue una buena fiesta o no —confiesa y rio por lo bajo.
    
—Fue divertida hasta un punto, papi —le dio una palmada en su pecho y él me sonríe de lado.
    
—Ebba... —se acerca Cassian—. Déjame hablar con ella, Vanessa —susurra.
    
—No —suelto muy segura—. Es mejor que la dejes —le aconsejo de forma molesta.
    
—Es mi novia —recalca novia y rio sarcásticamente.
    
—Si fuera tu novia, hubieras pensado las cosas, pendejo —digo brava y me acerco a él, pero Adler me detiene.
    
—Adler, amigo, ayúdame —suplica y una risa sarcástica sale de Adler.
    
—Te ayudé a conquistar a Ebba, no te ayudé a meter tu pene en la vagina de Inna, ahora estás solo —deja en claro, Cassian abre la boca pero escuchamos que Ebba abre la puerta, Cassian casi corre para abrazarla, pero Adler lo detiene y yo me pongo a lado de Ebba.
    
Bebé, es hora de dormir —dice muy despierta, escuchó todo lo que pasó aquí, Cassian sonríe y se acerca, pero la voz de Ebba lo detiene—. Le decía a Vane, pendejo —dice y al fin le sale bien el español, Cassian la mira adolorido y se resigna a no hacer nada.
    
—Buenas noches y muchas gracias, Adler —se acerca al chico para abrazarlo y dejarle un beso en la mejilla, mira a Cassian y le sonríe tristemente—. Deberías sentirte como mierda por esto, no me vuelvas a hablar en tu vida —se aleja de él y se acerca a la puerta—. Amor, te espero adentro —cierra la puerta, Cassian mira la puerta y se aleja, miramos como baja las escaleras, escuchamos que sale del edificio y suspiro.
    
—Por lo menos no hizo un escándalo —dice aliviado, lo miro y como si mis ojos fueran imán, él me mira, su camisa está arrugada, su cabello está todo alborotado por mis manos cuando bailamos.

Una fuerza muy potente me acerca a su cuerpo, sus ojos se oscurecen cuando me acerco peligrosamente a sus labios, mi mano acaricia su mejilla, bajo mi mirada a sus labios y él pasa la punta de su lengua en su labio inferior haciendo que muerda mi labio, una de sus manos se cuela en mi cintura y me atrae hacia él, tengo que levantar la cabeza para verlo, solo escuchamos nuestras respiraciones agitadas, siento ganas de besarlo, pero los mejores amigos no hacen eso, mierda, no, y menos estar así de cerca.

—Buenas noches, papi —susurro y me alejo de él.
    
—Buenas noches, mami —se acerca para dejar un beso en la mejilla, espera que entre al dormitorio, entro y escucho sus pasos cuando puse seguro a la puerta.

Miro a Ebba que está sentada en su cama, tiene la mirada perdida, sus manos están temblando, pero su rostro se encuentra sin ningún rastro de lágrimas, su cabello está mojado dando señal que tomó un baño.

—Nena...
    
—Ponte tu pijama, Vane, estoy bien —dice apagada y me rompe el corazón.

Le hago caso, voy al baño con mi pijama y cosas para bañarme, huelo a cigarro, sudor y cerveza, pero también huelo al perfume de Adler, después de bañarme salgo para ir con Ebba y la encuentro como la última vez que la vi.

— ¿Puedo dormir contigo? —me pregunta, le ofrezco mi mano para que se ponga de pie y eso hace, la acerco y la abrazo, ella deja salir un suspiro—. Vamos a dormir —se aleja para acostarse en mi cama.

Se acomoda de lado viendo la pared, así que me acomodo detrás de ella, nos cobijamos, pero ella se da la vuelta y se acomoda en mi pecho, la abrazo acariciando su cabello y escuchando su llanto, me parte el corazón escucharla así que lloro con ella.

Fue mi placer infernal, porque quemó todo el amor que sentía por él —dice llorando.
    
—Todo estará bien, bebé —le digo y dejo que llore todo lo que quiera hasta quedarnos dormidas.

***

—Vane, me encantan tus faldas —dice divertida.

Ebba se está probando mis faldas del uniforme, se mira al espejo y sonríe satisfecha, al parecer le entró la idea de tener un cambio de imagen, empezando con la falda del uniforme.

—Definitivamente iremos con el sastre —dice y antes de que diga algo, nos saca del dormitorio para ir con el sastre.

En el camino nos encontramos con Inna, ella al vernos baja la cabeza y más porque está con Cassian, el pendejo no nos ha visto, está muy entretenido con unos chicos, pero nos dimos cuenta de que su brazo está en abrazando la cintura de Inna.

—Qué asco —dice Ebba y yo me rio.
    
—Mereces más que eso, mi amor —le dejo un beso en la cabeza.
    
—Uf, para eso te tengo, nena —dice divertida.

Una hora después salimos con el sastre y con tres faldas cortas para Ebba, ella no ha dejado de sonreír por sus faldas, prefiero que sonría y que no esté llorando.

— ¡Nenas! —nos grita Adler y nosotras nos giramos para verlo.

Y madre mía, tiene una camiseta azul marino, un pantalón deportivo negro con el logo de PUMA, no es que se le mire la marca a simple vista, pero cuando levanta su brazo para saludarnos la camiseta se le subió y dejó en vista la marca y la marca de esa V que pienso... Imagino que está muy marcada, su cabello negro está despeinado, pero le da un toque atractivo, lo siento, no es atractivo, es tan sexy.
    
—Estás babeando, Vane —se burla y yo bufo.
    
—Nenas —dice cuando llega a nosotras, nos abraza y nos regala esa sonrisa de lado que me encanta jugar con ella.
    
Papi —sonrío de lado, casi imitando la suya, pero los dos sabemos que la mía tiene más efecto en él.
    
— ¿Planes? —pregunta y nosotras negamos—. Pues busquemos a las otras dos nenas y pedimos algo para comer —dice y no nos negamos a eso, él se pone en medio de nosotras y comenzamos a caminar.
    
—Adler, siento que te amo —dice Ebba divertida—. Pero siento que me quieres engordar —se ríe.
    
—La comida cura todo, pequeña —dice divertido y le guiña un ojo.
    
—Efectivamente —digo y el chico asiente.
    
—Este día se lo dedicaré exclusivamente a mis nenas, espero que no se aburren de mí —dice haciendo un puchero y nos reímos.

Placeres InfernalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora