🦋 Capítulo 4

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Hoy primero de junio nos recibe con la bienvenida del invierno. Camino de un lado a otro con el teléfono en mi oreja, escuchando a la recepcionista del hospital hablar.

—Genial, estaré allí el jueves, muchas gracias —corto la llamada y me muerdo el labio inferior, pensativa.

Hoy en la mañana me estaba duchando y cuando cerré el grifo, me agarro un fuerte mareo y termine desmayándome. Agradezco haber cerrado el agua, de lo contrario, no sé que habría pasado.

En cuanto desperté, desorientada enrede la toalla alrededor de mi cuerpo y sequé mi cabello lo más rápido que pude mientras me dirigía a mi habitación y tomé el teléfono, marcando el número del hospital y solicitando un turno con la doctora Laura.

«De seguro no es nada».

Me levanto de mi cama y me visto con la ropa que dejé en ella, me coloco mi ropa interior negra, un vaquero gastado gris y una blusa blanca. Tomo el peine y desenredo mi cabello liso pelirrojo.

El sol mañanero atraviesa mi ventana y escucho a los pájaros cantar afuera. Tomo mi laptop y bajo a la cocina, dejo mi laptop sobre la mesa blanca de mármol y me dirijo a la sala abriendo los enormes cortinas azules.

Mamá aún no ha vuelto y ya ha pasado un día. Es común en ella desaparecer tres o cuatro días, pero siempre voy a estar preocupada.

Camino perezosa a la cocina y abro la nevera tomando el jugo de naranja y cojo un vaso de la estantería, vertiendo el jugo ahí y me siento en la silla.

Prendo la laptop y enseguida saltan las notificaciones de la web, algunos preguntando y otros preocupados. Ayer en la noche anuncié que, dejaría de tomar pedidos por un tiempo y también que, no estaría tan activa por aquí.

"Simplemente necesito un descanso, estar afuera y recordar lo que era vivir. Los amo. :)"

Leo los últimos párrafos y me afirmo a mi misma de que así tiene que ser. Cierro la página y muevo el mouse, dirigiéndome a Gmail y marco el correo tal cual me lo había enviado y empiezo a escribir.

Hola, Diego.

Admito que me has tomado por sorpresa con este mensaje, no voy a negar que iba a rechazar tu solicitud en cuanto lo leí, sin embargo, estoy rodeada de personas que si tienen bastantes neuronas para pensar y no actuar impulsivamente. Anoche pensé mucho acerca de esto y si, me encantaría ser parte de esta campaña.

Espero atenta toda la información, solo dime con que recurso lo harás.

Saludos cordiales,

H.

Le di enviar y me quedo sentada, terminando de tomar mi jugo de naranja, cuando estaba por levantarme me llega una notificación del correo. Abro el mensaje, leyendo lo que dice:

Buenos días, H.

Me alegra que estés rodeada de personas con neuronas, LoL.

A través de vía Skype puedo informarte todo acerca de la campaña, 19:00 me vendría bien charlar contigo. Te estaré enviando el link cerca de la hora.

Muchas gracias por haber aceptado esto, significa mucho.

Diego.

Oh, por Dios. Eso significa que tendré que mostrar mi rostro. Oh, por dios.

Corro hacia arriba, dirigiéndome a mi habitación y me lanzo a la cama tomando mi teléfono y marco el número de Elois. Me encuentro bocabajo, rogando que Elois conteste.

—No, no tengo ningún problema en arrancarle los pelos a tu madre de nuevo —carcajea, a través de la línea.

Suelto un suspiro de alivio.

—Elois, gracias por contestar. Sé que estas en horario de trabajo.

—Estoy en mi descanso, dime ¿Sucedió algo?

—Acabo de aceptar ser parte de la campaña —empiezo, hablando rápido—. Ese tal Diego quiere que nos comuniquemos a través de vía Skype a las 19: 00 pm y eso significa que debo mostrar mi rostro...

—¡Oye! Tranquila, chica.

Suelto un quejido y hundo mi cara en el colchón.

—Okay —prosigue Elois—. Aceptaste ser parte de la campaña, muy buena elección.

—Ajá —musito, aún sin levantar la cara.

—Diego quiere comunicarse contigo a través de Skype, entiendo, vas a mostrar tu rostro a alguien desconocido, pero recuerda cuál es la razón de todo esto y olvídate que él te conoce bajo un anonimato. Son simples desconocidos, Haydee.

Me doy la vuelta quedando bocarriba y proceso las palabras de Elois. Alejo mi teléfono de la oreja, mirando la hora: 12:30 pm

—Gracias, Elois —agradezco en un susurro, con los ojos cerrados.

Todo lo que ha dicho me tranquilizo por completo.

—Estoy orgullosa de ti. Sé que es un gran pequeño paso para ti, Haydee. Ahora debo irme, mi descanso termino, luego te llamo y me cuentas que tal fue todo.

—Lo haré. Adiós —cuelgo.

Bajo por las escaleras y me paso las manos por los ojos

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Bajo por las escaleras y me paso las manos por los ojos. Después de colgar la llamada con Elois, me puse a pintar un retrato de mi madre sobre el lienzo, cada línea que dibujaba de su rostro, sentía mi rostro contraerse de dolor. En cuanto terminé de dibujarla, vi la hora que marcaba las 18:40. Me sorprendió ver que el día se me había ido en dibujar a mi madre.

Abro la nevera y tomo la caja de naranja, vertiendo el líquido en el vaso. Me siento en la silla y me cubro mejor con la campera blanca que llevo puesta, prendo la laptop y me sorprende ver que el link para ingresar a Skype.

«Aún no son las siete».

Por instinto, acepto la invitación y veo como el tal Diego gira sobre una silla, con el teléfono en la oreja. Me quedo estática y detallo la pared turquesa que se muestra de fondo, tiene colgado dos discos de Queen e Imagine Dragons.

—Adiós, papá. En la noche iré. —Se detiene quedando de frente y veo su rostro.

Esa voz. No, no puede ser él.

Lleva puesto una camiseta negra con cuello de pico. Él también se queda estático al verme, pero luego sonríe.

Jamás pensé que Diego sería aquel chico del café.

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Aprendiendo a Volar (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora