🦋 Capítulo 6

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Maratón 2/1 :)

Entré sin tocar la puerta, y la vi allí, tirada en el suelo, sudada. Me paralice en mi lugar por unos segundos y luego reaccioné inmediatamente yendo a donde estaba, me agache en el piso y la atraje hacia mí, abrazándola fuerte.

—¡Vamos! —grité—. ¡Despierta!

Estaba tan pálida, intenté escuchar su corazón latir, pero nada latía allí y ningún suspiro me daba esperanzas.

¡Mamá! sollocé, gritando—. ¡Papá!

—¿Qué sucede? —escuché a mamá a los segundos, pero no le respondí.

Ella la vio y jadeó con las lágrimas al brote, se acercó y la agarro, aferrándola a su pecho, besando su rostro y diciéndole que todo estaría bien.

¡Esteban! —mamá empezó a llamar a papá.

Papá se acercó al umbral con el entrecejo fruncido y su rostro se puso pálido al instante.

¡Llama a la ambulancia! —dijo mamá, mirándolo—. ¡Vamos, muévete! —grito al ver que papá no se había movido de su lugar y enseguida reaccionó corriendo escaleras abajo.

Mamá la abrazaba sin dejar de llorar y acariciaba el cabello de ella.

Me encontraba de rodillas con las manos en esta. Estaba temblando descontroladamente, cerré los ojos y empecé a ser optimista.

«Ella estará bien, no esta muerta, solo está durmiendo».

Abrí los ojos de inmediato, mi corazón latía desesperadamente. Lleve las manos a mi rostro y mis mejillas estaban húmedas. Me senté sobre el colchón y puse una mano en mi pecho tratando de respirar normal, un sollozo se me escapó de los labios, quisieron salir más, pero los contuve.

«No vas a llorar. Solo fue una pesadilla».

Miré a través de las cortinas y el sol apenas se estaba poniendo. Me acosté de vuelta tratando de dormir de nuevo, pero no podía. La pesadilla causó que, un dolor que me había encargado de enterrar saliera a la superficie sin más.

Mi teléfono empezó a sonar y extrañada extendí mi brazo agarrándolo de la mesita de noche. Elois estaba llamando, contesté llevando el teléfono a mi oreja, esperando a que hable.

—¡Hola, holaa! —dijo animada—. ¿Estás ahí?

—Si —musité—. Aquí estoy.

—¿Sucede algo?

Suspiré.

—No. —Me senté de nuevo—. Solo tuve una pesadilla.

—Siempre tienes pesadillas en los comienzos de invierno.

—Estoy bien.

—Sabes que no es cierto.

—Elois, no —corto el tema y me paso la mano por la cara cuando no dice nada—. Lo siento, Elois. No quise...

—Haydee —me interrumpe—. Está bien, lo entiendo.

—Cuéntame —cambio de tema—. ¿Por qué has llamado?

—Oh, sí  —dice entusiasmada—. Estoy en el aeropuerto ¿Recuerdas del viaje a Canadá que te hable?

—Lo recuerdo.

—El viaje se adelantó. El vuelo sale dentro de media hora, así que, estoy aprovechando en pensar bien las preguntas que le haré a la autora.

Elois me contagio su alegría. Era la primera vez que se iba del país desde que empezó su trabajo como periodista.

Aprendiendo a Volar (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora