Todo rastro de oscuridad desapareció y una enorme luz blanca alumbraba mi rostro.
Estaba sola, no sentía dolor y, de repente, el parque apareció; el césped más verde de lo que recordaba y las hojas de los árboles cayendo poco a poco, pero la luz brillosa seguía estando.
El parque donde venía siempre con Evelyn.
—Tu corazón se detendrá por completo si la sigues —dice una voz suave a mis espaldas y abro los ojos como platos.
Me giro, y ahí está. Su melena pelirroja larga como la recordaba, sus ojos verdes llenos de vidas y su sonrisa... La sonrisa más sincera que había visto en ella.
—E-evelyn —digo con dificultad viendo como avanza con un vestido de encaje blanco. Parece un Ángel.
—¿Acaso no me abrazarás? —enarca una ceja.
Sonrió de oreja a oreja y corro hacia ella, el camino es corto y una vez que estamos frente a frente, la abrazo fuerte.
—Te extraño —las lágrimas se acumulan en mis ojos—. Te extraño tanto.
—Yo a ti —acaricia mi cabello y rompe nuestro abrazo—. Ven —toma mi mano y nos guiamos al lugar donde nos sacamos nuestra última foto.
Se sienta en el césped y me indica que haga lo mismo. El Sol resplandeciente y cálido nos alumbra.
Siento mi corazón lleno de alegría, felicidad y paz.
—¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí? —habla y me mira con una sonrisa.
—Lo recuerdo —levanto las comisuras de mis labios.
—¿Por qué estás aquí, Hyde? —su rostro se torna serio y me mira con preocupación.
Las lágrimas rondan por mis mejillas al escucharla decir el apodo que me había puesto.
—Estoy cansada —miro las mariposas que vuelan sobre nosotras—. Desde que te fuiste todo ha sido un infierno. ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué tú, Evelyn?
Suelta un suspiro y una lágrima se le escapa— La situación era demasiado para mí, Haydee tienes qu...
—¡Te hubiese ayudado! —sollozo—. ¡Sufriste mucho en silencio! Yo podía ayudarte.
—No hablemos de lo que hubiésemos podido hacer —aprieta un poco mi mano y respira hondo—. Estoy aquí. Estoy bien, Haydee.
—L-lo siento, Eve. Lo siento por haber sido tan ciega y no haberte ayudado.
Me acerca a ella y me abraza acariciando mi mejilla.
—Haydee.
—¿Si?
—Tú eres mi ala y yo la tuya, y si algún día, mi ala llega a faltarte crea la tuya propia y aprende a volar. Siempre volaremos.
—Recuerdo eso —me separo de ella y sigue sonriendo haciendo que haga lo mismo.
—No hay demasiado tiempo —el sol empieza a oscurecer y coge mis mejillas con ambas manos—. Tienes que volver, Hyde. Lucha, empieza a pelear en la guerra que has dejado de pelear.
—Duele mucho estar ahí —susurro.
—Lo sé, sé que duele —murmura—. Así como también sé que tú no quieres morir. Tienes una vida que vivir, haz que cuente.
Mi corazón se encoge.
—Sigue, sigue por mí, vive por ti y brilla aun cuando sientas que la oscuridad te consuma —se pone de pie—. Hay personas esperándote, Hyde.
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Aprendiendo a Volar (REESCRIBIENDO)
Short StoryHaydee se identifica con las mariposas, aquellas que están a punto de romperse, aquellas que quieren volar alto y aquellas que vuelan con las alas rotas. La desesperanza, el dolor y la culpa es lo que ocupa Haydee Clarkson en su día a día, convivien...