Miro al niño que se encuentra frente mío, analizando el lienzo completamente blanco. Me mira y ahora puedo notar que sus ojos son distintos a los de su padre y hermano, son avellanas.
Entrecierro los ojos en su dirección por eso, y luego le dejo un casto beso en la frente.
—Ya sé que vamos a dibujar —sonríe.
—¿También los colores? —enarco una ceja.
Asiente y hago un ademán con la mano para que continúe.
—El dibujo es una sorpresa —dice y su vista queda perdida en un punto fijo de la habitación—, aunque siento que algo le falta.
—Nuestras huellas —murmuro.
Daniel sacude la cabeza como si se hubiese acordado y aplaude feliz.
—¡Lo recordaste!
Asiento riendo y me levanto de la camilla dirigiéndome a la mesa donde se encuentran las mascarillas. Las tomo y se las señalo a Daniel, que enseguida pone cara de fastidio.
—Tú luchas y yo lucho junto a ti —me acerco a él—. ¡Vamos, guerrero! —lo animo—. Ponte la mascarilla y pintemos nuestro mundo.
Me colocó primero la mascarilla para hacerle saber que está lucha no es solo de él.
Sus ojos brillan por las lágrimas que se le asoman pero no salen. Se la doy y se la coloca.
—Manos a la obra.
Nos sentamos al borde de la cama y colocó el lienzo sobre el caballete. Ambos nos ponemos de acuerdo con que empezaremos primero y Daniel toma el lápiz empezando a dibujar. Nos centramos en el mundo del arte, el lienzo y los colores. Pasaron horas y Daniel me miró con emoción al saber cuál era el último paso.
Tiendo mi mano hacia el para que la pinte, coge el pincel luego de haberlo pasado sobre la paleta con su perspectivo color y puedo ver cómo las comisuras de sus labios se levantan a través de la mascarilla mientras empieza a pintar la palma de mi mano. Las lágrimas se asoman en mis ojos, al ver cómo Daniel se le salen las lágrimas de felicidad. Termina de hacerlo y me tiende la mano de él para que haga lo mismo. Tomo el pincel y empiezo a pintar su pequeña mano.
Cuando termino coloco el pincel sobre el vaso con agua y nos miramos. Daniel tiene los ojos brillosos y ambos nos reímos al ver qué estamos llorando.
—¿Listo? —levanto mi mano.
Daniel se mira su palma por segundos.
—Listo —susurra y toma aire levantando su mano.
Agarro su mano libre y la uno con la mía, mientras que las que están pintadas se encuentran levantadas. Nos damos una última mirada antes de poner nuestras palmas sobre el lienzo. Daniel aprieta más mi mano, y lo dejamos segundos antes de quitarlo y admirar lo que acabamos de hacer.
Un niño y una chica se encuentran tirados sobre el césped. El atardecer los invade y el niño apunta hacia él viendo la mariposa celeste volando. Nuestra huella se encuentra sobre el cielo atardecido. Siendo su color amarillo que representa su cáncer, su sueño y su huella.
Escucho que Daniel suelta un sollozo y lo abrazo fuertemente. Apoya su mentón sobre mi hombro y rodea sus brazos sobre mi cuello.
—Gracias —susurra—. Gracias por esto.
Ese día nos invadió la nostalgia y felicidad. Nos abrazamos fuertemente al saber que acabamos que cumplir un sueño.
Jamás lo olvidaría, la sensación de paz y felicidad, la emoción de Daniel, el lienzo... Permanecerán en mi corazón para siempre.
Por Daniel y por todos los niños que luchan contra el cáncer infantil. 🎗️
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Aprendiendo a Volar (REESCRIBIENDO)
Short StoryHaydee se identifica con las mariposas, aquellas que están a punto de romperse, aquellas que quieren volar alto y aquellas que vuelan con las alas rotas. La desesperanza, el dolor y la culpa es lo que ocupa Haydee Clarkson en su día a día, convivien...