Cuando uno decide mostrar su talento al mundo, se siente un conjunto de emociones; temor, ansiedad, felicidad. Es como estar en una montaña rusa y toda clase de emociones experimentas allí. Sin embargo, jamás se espera tocar el corazón de aquellas personas y a tal punto de que ellos quieren que formes parte de sus sueños.
Especial y en casa.
Así me siento yo junto a ellos, aun siendo anónima en mi página, ellos me hacen sentir de esa forma porque sé que encontré mi lugar en el mundo y en ese mundo no existe la insuficiencia ni el dolor.
Jamás pensé tocar la vida de Daniel en la forma que él me demostró que lo hice.
Impactamos en las vidas de las personas más de lo que esperamos.
En cada letra.
En cada canción.
En cada baile.
En cada pintura.
Cierro con llave la puerta y al darme la vuelta, lo veo apoyado sobre su camioneta negra y me permito detallarlo, ya que está distraído mirando al cielo. Lleva puesto una camiseta negra con el logo de Queen estampado y su joggings hace juego con su camiseta. Su pelo se ve desordenado y un mechón cae por su frente.
Me acerco a él y llamo su atención al estar cerca.
—Que gusto verte de nuevo, Haydee. —Sonríe, detallando mi rostro y eso hace que me ponga nerviosa.
Llevo mis manos a los bolsillos de mi suéter amarillo, mirándolo.
—A decir verdad, me ha sorprendido tu mensaje —le digo, recordando su mensaje de texto.
Estaba en el sofá, dibujando garabatees en mi cuaderno y el sonido de una notificación llama mi atención y tomo mi móvil.
Diego:
17:25 P.M
Necesito que mañana me acompañes al supermercado, sé que suena raro y no preguntes el por qué. Mañana te explicaré todo.
Decir que su mensaje me desconcertó es poco, pero no objete nada y al rato me llego otro mensaje en donde ponía la hora para reunirnos y aquí estamos.
Diego solo sonríe aún más, haciendo que luzca misterioso. Se acerca a mí casi haciendo que nuestros pechos se rocen y la intensidad de sus ojos marrones hace que mi corazón lata más rápido.
«Solo son los estúpidos nervios».
—Sube —habla y arrugo el entrecejo. Señala con su cabeza hacia un lado sin dejar de mirarme y miro en la dirección que dijo.
La puerta de la camioneta está abierta y Diego toma distancia señalándome con la mano a que entre.
Me acerco y antes de subir, lo miro sobre mi hombro.
—¿No me dirás por qué me llevarás a un supermercado? —enarco una ceja.
—Sube —se limita a decir antes de caminar hacia la puerta de piloto.
—Hoy es el día de adivina adivinador —murmuro, sentándome y cerrando la puerta por completo y Diego hace lo mismo.
Diego arranca el coche dirigiéndose hacia la carretera y ninguno dice nada. Agradezco de que el silencio no sea incómodo, al contrario, es bastante acogedor.
Diego reproduce la radio y suena una canción. Él enseguida se anima y empieza a cantarla por lo bajo moviendo un poco la cabeza al ritmo de la canción.
—It's time to begin, isn't it? I get a little bit bigger, but then, I'll admit, I'm just the same as i was now don't you understand that I'm never changing who i am? «Es momento de empezar, ¿no es asi? me vengo un poco arriba, pero entonces, lo admitire, simplemente soy el mismo que era, ahora, ¿no entiendes que nunca cambiare quien soy?».
No canta nada mal y elevo las comisuras de mis labios al ver que me mira, sonriendo.
—Imagine Dragons; it's time.
—Me gusta —le digo. Y en verdad me gusta.
Miro al frente y la canción nos llena con el silencio.
Nota de autora:
*Se aparece después de 7899 años*
¿Un supermercado, Diego, en serio? *Ríe*
¿Ustedes por qué creen que la llevó allí?
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Aprendiendo a Volar (REESCRIBIENDO)
Short StoryHaydee se identifica con las mariposas, aquellas que están a punto de romperse, aquellas que quieren volar alto y aquellas que vuelan con las alas rotas. La desesperanza, el dolor y la culpa es lo que ocupa Haydee Clarkson en su día a día, convivien...