Capítulo 2

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La brisa fría de la mañana hace que me estremezca en la banca de concreto, observando a Jessie perseguir a un grupo de burbujas que vuelan por todas partes encima de su cabeza. Tratando de alcanzarlas y reventarlas con sus dedos.

Está feliz, jugando, disfrutando del aire fresco y olvidándose por un par de horas de la tragedia y la soledad que nos persigue desde hace seis años.

Se persigue con los demás niños que están en el parque.

Ella es el reflejo de una niña plena y feliz. A falta de recursos económicos en nuestra vida. Lo es. Y no quiero que eso cambie nunca.

Estoy muy orgullosa por la increíble niña que he educado. Amable, cariñosa, respetuosa, con un gran corazón que debe ser adorara y bien cuidado y es muy extrovertida. Mucho más que yo a su edad.

Mis padres deben de estar orgullo de mí. De ambas.

- Así es mucho más preciosa – Una voz masculina detrás de mí, hace que gire la cabeza. Mi rostro debe ser de asombro cuando veo al dueño de esa voz.

Valentino está de pie justo detrás de mi congelado cuerpo. Con su imponente, fuerte y perfecta anatomía.

No me mira con sus magníficos ojos azules, Estos están enfocados en Jessie.

Lo miro de pies a cabeza. Lleva puesto un traje azul marino de dos piezas, que resalta aún más el azul claro de sus ojos, camisa blanca perfecta y delicadamente planchada, un moño negro adorna el cuello de su camisa, un abrigo negro que lo protege del frio viento y sus zapatos negros brillantes relucientes.

Y no sé si se refiere a Jessie o a mí, a quien le dice preciosa. Quiero suponer que es a ella. Porque es a la que está mirando.

- Lo es – Digo aun mirándolo. Afirmando lo que dice de Jessie - ¿Acaso está siguiéndome? – Mi tono de voz cargado de reproche lo hacen enfocar su hermosa mirada azul en mí.

Esta sonriendo. Dioses de los hombres atractivos.

Que lo haga más seguido en mi presencia y me tendrá a sus pies.

De rodillas.

¿Qué carajos? Sacudo la cabeza discretamente para dejar de pensar en ese tipo de cosas.

¿Por qué de pronto pienso de esa manera?

¿Sera por ese hombre tan impresionante? Puede que sí.

- Yo no la he seguido, señorita Ciara. Paseaba por aquí y unos magníficos ojos azules y una maraña de cabellos castaños, llamaron mi atención – Me ruborizo de inmediato y dejo de mirarlo. Vuelvo a mirar hacia donde se encuentra Jessie.

Quien ríe a carcajadas junto a los demás niños que corren alrededor de la fuente del parque.

- ¿Puedo sentarme? – Me está pidiendo permiso y eso me tiene fascina.

- Es libre de sentarse donde desee – Le señalo el lugar vacío a mi lado. Rodea la banca de concreto frio y se sienta a contemplar a las cientos de familias que caminan y pasean frente a nuestros ojos.

Me concentro en ellas y un suspiro sale sin previo aviso.

- Debe envidiar a esas familias – Dice después de varios minutos de silencio.

¿A qué se refiere con envidiar? ¿A lo padres?

Porque así lo hago. Desearía que ellos estuvieran aquí viendo a sus niñitas.

- ¿Por qué tendría que envidiarlas? – Mi voz está cargada de resentimiento y se nota estoy más que molesta.

- Porque están juntos y usted tiene que hacerse cargo de su hija. Sola – Sus palabras aumentan mi enfado. Retrocedo la cabeza.

Peligroso DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora