Capítulo 25

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Varias semanas después, todo iba con total calma. Solo importábamos Valentino, Jessie y yo. El mundo afuera de casa no debía afectar nuestra felicidad.

No había mafiosos persiguiéndonos, intentando matarnos por alguna venganza. Cuando una persona fue terriblemente despiadada con un ser inocente, debe tener un castigo en esta vida. Sea por la justicia o por propia mano.

Y es la muerte.

Esa mujer no era del todo inocente y Leandro debe entender eso.

Si ese hombre logra su cometido. No servirá de nada.

Su hermana no volverá.

Pero mi tranquilidad no iba a durar para siempre.

- Fiore – Valentino murmura cerca de mi oído, siento que sus fuertes brazos envolviendo mi pequeña y delgada cintura.

- Hoy llegaste más temprano de lo habitual – Sigo fregando los platos en el lavabo.

He enviado a Tara a descansar. No tenía por qué lavar la vajilla donde hemos comido.

No es un impedimento para mí. Tengo dos brazos y los se ocupar para lavar los platos.

Desde que nos mudamos a Catania. Tara no ha descansado un solo día. Nos ha ayudado a desempacar e instalarnos en la casa, ha preparado el desayuno y ayudado a darle baños a Jessie por las mañanas antes de ir a la escuela. Me ha enseñado a cocinar comida italiana para Valentino, porque no conozco al cien por ciento de la comida tradicional italiana.

Valentino últimamente no pasa mucho tiempo en casa.

Sé que tiene que viajar a Palermo para asumir su responsabilidad como el líder de la Cosa Nostra, para controlar a su gente y mantener el balance con otros grupos criminales.

Cada vez que sale de casa, temo que no vuelva a mí.

Me repito una y otra vez, que él volverá, como un mantra para mantenerme tranquila y no angustiarme.

Mi corazón vuelve a latir cuando lo escucho llamarme Flor.

- El imbécil con el que tenía una reunión al mediodía, tuvo un accidente. –

- Dios mío, ¿se encuentra bien? – Me giro para mirarlo.

- Por supuesto que no. El hijo de puta está muerto. No tenía mi dinero y se robó mi mercancía. Tuve que derribar el avión donde viajaba. –

Ahogo un grito, abro los ojos horrorizada.

Vuelvo al accidente donde murieron mis padres.

Muevo ligeramente la cabeza deshaciéndome de esos horribles recuerdos.

Me vuelvo hacia el lavabo y continúo lavando los platos.

- Por favor. No hables de asesinatos en casa. Ese hombre podía haber tenido familia. Hijo. Una esposa que lo esperaba en casa. –

- Lo lamento, il mio fiore. Pero nadie puede traicionarme. Y mucho menos robarme. –

- Pero no eres Dios para decidir quién muere y quién no. –

- Si no te habías dado cuenta, soy el diablo – Siento que se aparata, respirando profundamente para controlar su enfado.

- Pensé que estaba claro la vida que llevo en Sicilia. Aquí no soy solo Valentino. Soy Don Valentino. –

- Esta más que claro que no eres el hombre de negocios y honrado del que alguna vez soñé enamorarme, eres el hombre que escogí pasar el resto de mi vida porque te amo. Y eso implica estar en tu mundo. Tengo conocimiento a lo que te dedicas. Solo ... no hables de lo que haces fuera de casa. No puedo imaginarte arrebatándole la vida a otro ser humano – Dejo el trapo húmedo con el que he secado los platos sobre el lavabo y me giro para salir de la cocina.

Peligroso DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora