Capítulo 10

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Las dos semanas siguientes en la mansión, pasaron sin grandes cambios entre él y yo.

Rebecca venía dos o hasta tres veces por semana.

Según ella era para tratar asuntos con Valentino.

Pero sabía perfectamente que lo hacía para verlo y hacerlo cambiar de opinión sobre la discusión que mantuvieron semanas atrás. Y asegurarse de que yo no soy competencia para ella.

Jessie y yo acompañábamos en la mesa a Valentino.

Él se ha acostumbrado a nuestra presencia y ya no tiene que pedir que bajemos para cenar con él.

Y las noches ya no son tan solitarias.

Después del sexo apasionado y excitante. Me estrecha contra su pecho y dormimos abrazados hasta que alguna de las pesadillas que lo atormenta, lo despierta a mitad de la noche. Bañado en sudor, desorientado y jadeante.

No me atrevo a insistir con mis preguntas de que es lo que lo altera de esa manera. Porque su respuesta siempre será la misma.

"No sucede nada, Ciara. Vuelve a dormir, mi flor"

Y no hablara más del tema.

Me molesta que actué como si nada sucediera en las noches y que piense que todos esos gritos de desesperación solo pasan en sus sueños.

Mis pesadillas sobre el accidente y la muerte de mis padres desaparecen en cuando me encuentro entre sus brazos.

Pero las suyas han cobrado fuerzas cuando me tiene a su lado.

No me gusta verlo tan roto.

Por más que quiera verse fuerte ante las personas con las que se relaciona, Valentino es tan frágil como un niño.

Se encuentra perdido y destrozado. Por no poder ayudar a la mujer que habita en sus sueños.

¿Quién será la mujer que le es arrebatada? ¿Por qué es tan importante para Valentino protegerla?

Observo mi plato, aun con el desayuno intacto. Divagando sobre las mismas preguntas que se hacen en mi cabeza.

- Esta noche no me esperen para cenar – Su voz relajada y profunda me hacen volver la cabeza hasta su rostro cubierto por una oscura barba de varios días sin afeitar y su cabello peinado hacia atrás, a excepción por un mechón que cae sobre su frente.

Se limpia las comisuras de sus rellenos labios con la servilleta de tela blanca.

- ¿A dónde vas a ir? – Hablo por primera vez desde que me he senado en esta silla, frente a él.

- No es de tu incumbencia, Ciara. Limítate a saber que no vendré a cenar esta noche. Punto – Gruñe arrojando la servilleta sobre la mesa. Molesto.

Sobresaltándome en la silla, parpadeo un par de veces para procesar la forma tan agresiva de reaccionar de Valentino.

- No tienes por qué hablarme así, Valentino – Me atrevo a mirarlo nuevamente, con el ceño fruncido.

¿Por qué carajos me está hablando de esa manera?

Lo que sea que vaya a hacer esta noche no le da derecho de gritarme y hablarme como se le pegue la gana.

No se lo voy a permitir. Nadie puede hablarme de esa manera solo porque su día no está yendo como se tiene planeado.

Se levanta de la silla y se marcha. Dejándome en la mesa tan sorprendida como molesta.

No puedo justificar su mal humor, no sé qué tan estresante es llevar una vida como la de Valentino.

Peligroso DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora