Capitulo 38

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Zoe

Jamás creí que iba a estar tan sumida en mi miseria. Hace años que no sentía esa sensación de que el pecho se abre en cada momento que las imágenes de algo malo cruzan tu mente, porque a pesar de todo por mucho que no quiera vuelvo una y otra vez al mismo hueco.

No recuerdo cuando fue la última vez que probé algo para comer, tampoco recuerdo si en algún momento me dieron ganas de salir de esta habitación. Encerrarme en la casa de mi padre, no se si fue lo más estúpido o la más cobarde.

Es lo mismo

Bueno quizás, pero solo me detengo a mirar por la ventana sin saber que otra cosas mas hacer, incluso me la paso el día completo mirando como sale hasta cuando entra el sol y las estrellas a penas iluminan el cielo oscuro.

Hoy es uno de esos días en los que solo quiero llorar, en las noches he querido mejor pasármelas despierta a cerrar los ojos y tener el mismo sueño una y otra vez. La misma imagen de ellos dos juntos, tener que ver en sueños la ultima vez que lo vi...

Entierro mi cara en la almohada y vuelvo a llorar. A pesar del tiempo aun me siento decepcionada, tan dolida que ya no puedo diferenciar los tipos de dolores que puedo llegar a sentir porque a estas altura de mi vida, no se que mas me tocara por vivir.

El día que todo se fue por el caño no lo pensé dos veces, porque hice mi maleta sin decir nada, escuchaba como en el fondo de la sala todos hablaban de lo que paso, pero solo podía ver borroso y meter toda la ropa que pudiera en mi maleta. Tenía pena sí, pero también una rabia inmensa cuando entraban a mi habitación para preguntarme si me encontraba bien.

Pase una maldita infidelidad, como mierda iba a estar bien, ni en mil años podre estar quizás, es por eso por lo que lance mi lampara, zapatos, la silla de mi escritorio, que hasta ahora aun no puedo creer que fuera capaz de lanzar. Quería a todo el mundo lejos de mí, pero me caí en picada cuando las chicas, Emma y Elma, me abrazaron a la fuerza y me prometieron que ellas me irían a dejar al aeropuerto

Todo pasara, me oyes. No te me caigas.

Solo podía aferrarme a ellas como si fueran mas que unos pilares de cemento, porque sabia que en cualquier momento mi mundo se iba a caer de golpe y no iba a hacer nada por ello. Porque sentí como una parte de mi se cayo cuando vi a Damián al salir del edificio, quería esconderme.

Estaba sentado en la acera mirando un punto fijo en la nada, esa imagen de verlo destrozado, los unas ojeras que a la luz se le veían horrible, con una de sus mejillas colorada hasta un golpe en mi mandíbula que no me había dado cuenta de que tenía. Su pelo era un verdadero desastre igual que su ropa.

Verlo así me partió el alma más de lo que la tenia cuando lo vi así y no podía acercarme a él.

Dejare esto en el auto — dijo Elma dándole una mirada a Damián, quien se giró de golpe al verme.

Se puso de pie y tuvo que cerrar los ojos para no sé qué. Lo vi con la intención de acercarse a mí, pero levanta una mano antes de que dé un paso más.

No lo hagas — sabía que él se refería a que me iba a ir, porque la mirada que dio a la maleta que tenia Elma dejaba todo bien claro.

Lo hare porque así lo quiero y ni en tus peores sueños se te ocurra acercarte a la puerta de la casa de mi padre.

Por favor... Nena no te vayas, deja que pueda saber que paso, pero no tires todo a la basura...

No Damián ¿es que aún no ves lo que paso? Te es tan difícil entender que no podre seguir contigo después de lo que vi.

No recuerdo...

Después de Ti ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora