Capítulo 15: Declaración

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DISCLAIMER: Los personajes son de Rumiko Takahashi pero la historia es mía, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 15: "Declaración"

Mientras más se acercaban al castillo, más imponente, atemorizante y la vez mágico le parecía. Cruzaron un pequeño foso y un puente de madera. Casi se queda con la boca abierta cuando se detuvieron junto al gran pórtico de doble entrada, pues al alzar la mirada Kagome se dio cuenta de lo grande y hermoso que era.

- ¿Te arrepientes de haber aceptado?

Cada vez que hablaba lo hacia en susurro, cerca de su oído. Kagome se sonrojo y bajó un poco la cabeza. Si él pudiera ver su rostro se sentiría expuesta por sus sentimientos. Lo quería... lo amaba...

- No...- Musitó-... no me arrepiento...

- Perfecto.- Respondió Inuyasha, dando una patada suave en el costado del caballo.

Este entró por el pórtico y llegaron a una gran explanada rodeada de torres, sin dudas era muy amplia y en tiempos remotos había actuado como fortaleza. Ahora todo era piedra, silencio y sol.

Él bajó del animal y ayudó a la joven también a bajar. La guió con sutileza hasta la puerta en donde golpeó un anillo de acero para que abrieran. Kagome aun tenía los ojos al cielo observando la altura del imponente castillo.

- Ah, vaya... señor... pase, pase...

La joven Higurashi entró observando al anciano criado que le hacía una graciosa reverencia. Cuando entraron al vestíbulo y Kagome sintió la pesada puerta cerrarse tras su espalda sintió una leve agitación.

- Toutossai... por favor... es la señorita Kagome Higurashi...

Kagome se giró y miró con seriedad al criado, éste la miraba satisfecho.

- Es un placer tenerla al fin por aquí- Respondió.

La muchacha hizo una pequeña inclinación de cabeza y eso complació enormemente al criado y también sorprendió a Inuyasha, pues a pesar de ser una joven de una clase social privilegiada, aún así saludaba con cortesía a un simple mayordomo.

- Gracias.

Toutossai miró a Inuyasha y éste le sonrió satisfecho.

- Daremos un paseo por el castillo – Dijo al anciano y luego miró a la muchacha- ¿Te quedarás a tomar el té?

Kagome lo contempló un instante ¿quedarse hasta la hora del té? Bueno, eso era antes que se oscureciera, entonces no había de qué preocuparse. Afirmó con su cabeza provocando la sonrisa amplia de Inuyasha.

- Perfecto.

La joven sonrió. Todo era perfecto para él ¿podría ser? Los hombres solían ser algo inconformistas, eso había escuchado decir a su madre y a sus amigas, quizás él era una excepción a la regla...

Cuando Inuyasha ofreció su brazo, Kagome dudó, no por el hecho de que desconfiara de él, sino de porque sentía que cada vez se volvían más unidos. Y que ella estaba más enamorada. Respiró con fuerza y finalmente aceptó, pasando su brazo por el suyo, quedando a su lado, junto a él, dispuesta a dejarse guiar por donde Inuyasha quisiera.

Como suponía, el castillo era inmenso y casi de nunca acabar. Los salones eran simplemente espectaculares, la biblioteca un refugio de fantasía y entretención, las habitaciones eran lugares confortables y de ambientes cálidos, el comedor parecía estar hecho para las cenas de reyes y reinas. Inuyasha le contó como su antepasado, el primer Taisho, era un gran señor feudal que contrajo muchas victorias en guerras decisivas. Fue así como el rey de aquel país, agradecido, le brindó aquellas ricas tierras y también gente a su disposición. Taisho Park había sido en tiempos anteriores un feudo magnífico y glorioso... ahora sólo le arrendaban un par de inquilinos las tierras, las cuales trabajaban sin cesar.

Atrapado por tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora