Capítulo 24: ¿Secuestrada?

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 24: "¿Secuestrada?"

Los llantos lastimosos de la anciana Kaede eran como leños que avivaban la hoguera de su dolor y remordimiento. Le recordaban lo miserable, maldito, bastardo y culpable que era en lo que le había sucedido a ella, a su querida Kagome, la que ahora estaba en la cama, dormida aun pero con sueños agitados, intranquilos y a veces, alterado.

- No quiero verte... no... no... no... vete...

Cada palabra de ella en su delirio, parecía una cuchillada en su corazón. Le dolía, le dolía tanto pero era lo que merecía... Dios... si esto era un castigo por no haber sido sincero desde el principio, si era un castigo por haber tenido una mente tan insana y perversa... ¡pero que el castigo fuera para él! ¡ella no! ¿por qué Kagome? ¿por qué? Si era él quien lo merecía... él debía ser castigado... y saber que Kagome estaba sufriendo de esa forma... y ahora con esto... ¡no! ¿es que acaso no había un Dios? ¿por qué?

- No... vete... Inuyasha... vete...

Él se encontraba de rodillas en el suelo, observando impotente y con los ojos enrojecidos y menguados de lágrimas que reprimía contra toda su voluntad, le tomaba las manos a ella, pero la joven en sueños intentaba soltarse, Kagome tenía pesadillas, deliraba a causa de la fiebre, el cabello lo tenía húmedo en el flequillo que se pegaba en su frente, las mejillas eran dos rosetones que resaltaban en su rostro blanco como una vela. Los sollozos de Kaede lo estaban enloqueciendo, los murmullos desesperados de su esposa lo estaban matando, finalmente no pudo soportarlo más y salió raudo de la habitación. Ya estaba amaneciendo pero él no había dormido absolutamente nada esa noche.

Subió a la torre, la más alta del castillo, sus ojos lacrimosos apenas lograron vislumbrar el horizonte, él se mordió con fuerza el labio, no quería flaquear, no podía... pero algo en su pecho parecía estar dañado, le dolía tanto. Y entonces sollozó y su mente se llenó de recuerdos de ella, de Kagome... su Kagome de niña que lo miraba con curiosidad en la iglesia, la Kagome adolescente que lo saludaba con cordialidad en la calle, la Kagome temerosa que dudaba de sus cortejos y la apasionada que se había finalmente entregado a su amor...

Se sentía tan culpable, tan... letal... ¿por qué tenía que echarlo todo a perder? La había sacado de su ambiente tranquilo sólo para destruirla...

Llovía aun y a él poco le importó, a veces, cuando su mirada se perdía en el horizonte oscuro, en la masa gris en que se había convertido el mar a la distancia, pensaba, pensaba en lo fácil que sería acabar de una vez por todo... así dejaría de causar tanto dolor... tanta destrucción... y de pronto su mente no fue capaz de racionalizar demasiado, sólo pensaba en quitar el dolor y el remordimiento que tenía encima, asfixiándolo, carcomiéndolo por dentro... deseaba acabar con todo esto... jamás en la vida se perdonaría el daño que había causado en ella... en lo que... de alguna forma, él había provocado... cuando sus ojos dorados bajaron y se concentraron en el piso de piedra que desde ahí se veía tan lejano, pensó que sería tan fácil estrellar su cuerpo contra el... ¿se acabaría así su dolor, su remordimiento? Pero... ¿qué sacaría con acabar con su vida si Kagome seguiría ahí... al alcance de Kikyo?? Y entonces, como si hubiera despertado de una pesadilla, Inuyasha pestañeó varias veces tragando el sollozo y su rostro se endureció, el color de sus ojos se tornó más oscuro, vibrantes incluso y de su cuello se asomó una vena amenazadora...

- Kikyo...- Masculló, sintiendo como la ira iba de pronto creciendo en su interior. Kikyo... ella era la culpable... sí ¡más culpable aun que él!

Atrapado por tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora