Capítulo 16: Deshonrada y Temerosa

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 16: "Deshonrada y Temerosa"

Él la estrechó fuertemente contra su pecho, su pasión iba en aumento a medida que los besos de Kagome se volvían más enloquecedores. Era una criatura cariñosa y sincera, demostraba su amor y felicidad sin trabas ni límites, pero eso comenzó poco a poco torturarlo, los sentidos ya dormidos de Inuyasha parecieron despertar. El joven comenzó a agitarse, sentía el corazón latir con tanta fuerza que parecía estar a punto de estallar, comenzaba a sentirse mareado, casi... narcotizado, entonces la apartó sutilmente y le dio un último beso en la frente.

- Me has hecho muy... muy feliz...- Susurró, como si temiera que alguien lo escuchara en medio de un solitario bosque. La sintió estremecerse y aferrarse a las mangas de su chaqueta.

- Yo... soy la que esta feliz...- Kagome alzó el rostro y lo contempló, para cerciorarse de que lo que estaba sucediendo no era un sueño, como comenzaba a creer, sino que la realidad.

Con sus dedos acarició una mejilla de él, primero dubitativa, temblorosa, luego suave y provocando en Inuyasha un sentimiento de profundo amor y ternura. El hombre entrecerró los ojos y percibió la caricia suave y lenta hasta sus labios, entonces entreabrió la mirada y sus ojos fulguraron con ardor.

No pudo contenerse más y volvió a besarla de una forma que para la sociedad era escandalosa, pero ella se dejaba y disfrutaba de sus besos, acarició su espalda y enredó una mano en su nuca, entre los cabellos de la joven para acercarla más a él y torturarse con su cercanía. Su impaciencia e ímpetu la asustaron y Kagome se separó de Inuyasha de inmediato. El momento fue realmente embarazoso y turbador. La muchacha no lo miró, esta vez había reaccionado y se había dado cuenta que, a pesar de que se querían, aun no estaban casados y estar ahí, a solas y tan tarde, ya era de por sí bastante peligroso.

- Quiero ir a casa- Dijo al fin, casi en súplica, mirándolo a los ojos y respirando fuertemente.

El viento la rodeó y elevó sus cabellos, traspasando también las delgadas telas de su vestido, se estremeció y rodeó sus brazos con sus manos. Inuyasha suspiró y se quitó su chaqueta, se acercó a ella y la colocó sobre sus hombros. Ambos se miraron y sonrieron suavemente.

- Gracias- Dijo la muchacha, agradecida.

- Vamos a casa- Respondió él, mientras la tomaba y la dejaba sobre el caballo.

Como toda ciudad bien concurrida, la noche era cuando se volvía más agitada. Muchos paseaban de vuelta de teatros, óperas o tertulias, los carruajes abundaban en las calles, las damas casadas acompañadas de sus esposos caminaban lentamente por la vereda, así que, para el pesar profundo de Kagome, vio con terrible vergüenza todas las miradas que se dirigieron con horror y sorpresa a ella y luego al joven caballero tras suyo, en el caballo.

A pesar de que la muchacha sabía lo que podría pasar al comportarse de esa forma, sabiendo de antemano los posibles problemas que eso le traería, cuando se enfrentó a la mirada maligna, burlona, reprobatoria de la gente, de sus murmullos maliciosos, sólo ahí comprendió el porqué de tantas advertencias, cuidados y consejos.

El joven Taisho bajó con cautela esta vez del caballo, consciente de lo que estaba sucediendo, estiró luego sus brazos a la muchacha la cual se dejó ayudar, aunque esta vez con bastante reserva y lejanía. Algunas damas se detuvieron en la acera contraria, murmurando cosas y mirándola horrorizada.

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