Capítulo 26: A la Deriva

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DISCLAIMER: Los personajes son de Rumiko Takahashi, pero la historia es mía, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 26: "A la Deriva"

- ¿Desea alguna cosa, señora?

Kagome apretó los labios y negó solamente con su cabeza. La doncella no pudo evitar sonreír y hacer una inclinación a modo de despedida.

- Que duerma bien mi señora.

La joven la siguió ansiosa con la vista hasta que la criada cerró la puerta, dejándola sola, en ese momento Kagome acercó la taza y escupió el té.

- ¡Qué amargo!- Se quejó haciendo muecas y alejándolo lo más posible de su olfato pues su solo aroma lograba revolverle el estómago.

Se relamió los labios sintiendo aun el retrogusto del té que le habían servido. Era asqueroso a decir verdad, tanto, que hasta provocó escalofríos en su cuerpo. Afortunadamente había una jarra de agua lo bastante fresca como para saciar su sed y quitar el gusto amargo de su boca.

Cuando finalizó y recuperó la compostura, se echó con algo de violencia en la cama, la cabeza casi dio tumbos contra la almohada y Kagome no pudo evitar recordar aquella larga y terrible conversación con Inuyasha... "su confesión". Cuando recordó la historia de cómo había conocido a Kikyo, le pareció algo doloroso, desconsolador, cuando pensó en el plan ideado por ella... aun le parecía irreal creer que había sido todo producto de la mente de la que era su "media hermana"... pero cuando recordó lo que él había dicho, eso de que en verdad se había enamorado de ella, que había sido sincero en sus sentimientos... eso le reconfortó en algo su corazón y no pudo evitar sonreír con amargura. ¿Cómo era posible que eso la animara? Después de haberlo visto junto a ella... pero era como... como una esperanza ante el caos... como aferrarse al único madero que podía salvarla en medio de un turbulento mar...

La joven luego escondió el rostro en la almohada, cerró los ojos al sentir que estos se volvían a llenar de lágrimas... quizás no debía darse esperanzas... tenía miedo... mucho miedo... porque... si creía en él... si volvía a creer... quizás después todo podía terminar peor... tenía miedo de que estuviera de nuevo engañándola...

Kagome encrispó las manos en la almohada enterrando fuertemente las uñas en ella. Miedo... era lo único que la embargaba ahora, a parte del dolor... miedo... si Inuyasha se atrevía a hacerle algo... no, tenía a Kaede que la protegía... pero ¿debía confiar en el instinto de su nana ahora? Ella confiaba en la sinceridad de Inuyasha... ahhh... no podría confiar en ese instinto... pero... ¿por qué seguía teniendo miedo? Casi podía ver una sombra negra en la oscuridad de su habitación queriendo apoderarse de ella en cuanto se descuidara... tenía que escapar de Taisho Park, tenía que hacerlo, debía confiar en su propio instinto... y éste le decía a gritos que su vida peligraba allí... tenía que recuperarse... y ya no confiar en nadie... ni siquiera en Kaede, ya sabía que no iba a ayudarla a escapar de ahí... tendría que hacerlo sola... sola o... confiar en alguien más...

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La mirada de Inuyasha se perdía en algún punto perdido del cielo que recién se tintaba de naranja y amarillo pálido anunciando el amanecer.

Toutossai entró en la habitación en silencio y lo miró sintiendo pena por él. Se había pasado ya tres días allí sin siquiera haber comido lo suficiente y estaba seguro, sin haber dormido un mísero momento ¿Hasta cuando seguiría así? A pesar de sus años, nunca había visto algo parecido, jamás había visto a un hombre adulto, fuerte y seguro de sí mismo, abatido y derrotado, esperando casi la muerte...

Atrapado por tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora