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Me había asignado la habitación más grade y alejada del resto que pudiera haber encontrado. Sabía que, con lo que acababa de ocurrir, todos querrían dormir apelmazados, lo más justos el uno del otro que fuera posible, sin embargo, yo no podía soportar sus estúpidas miradas e incesantes peticiones. Solo yo en el silencio, alejado de todos.

Aparentemente no había sido suficiente, pues a la mañana siguiente después del incidente con el cegatón, Zayn ya estaba tocando furiosamente a mi puerta.

—Aséate. Saldremos por provisiones —demandó, arrojando un arma a mi pecho.

Lo miré marcharse sin decir ni una palabra más mientras parpadeaba confundido, aún somnoliento, y no enteramente consciente de si Zayn había estado en mi puerta o no.

Intenté camuflar la mala noche echando agua en mi cara, sin embargo, no había hecho mucho por las ojeras amoratadas bajo mis ojos ni por la barba que comenzaba a molestarme. Debería conseguir cuchillas, ya que estaba.

Cuando me uní a Lucas y a Zayn en los jardines del orfanato abandonado, el sol ni siquiera había salido en su totalidad. Solo podía adivinar que el resto del grupo seguía aún dormido, o eso quise creer, hasta que observé a Liam acercarse con cierta expresión en el rostro, mientras Lucas revisaba el aire en los neumáticos y Zayn cargaba el Jeep con municiones y revisaba el mapa de Yorkshire en busca de un lugar útil por donde comenzar.

—¿Qué quieres? —pregunté demandante, pero ya podía imaginarme que estaba a punto de pedirnos algo.

—Necesito hablar con Zayn.

—Pues Zayn está ocupado, así que tendrás que hablar conmigo.

Liam echó un vistazo sobre mi hombro, y como le había dicho, la mirada concentrada de Zayn mientras trazaba un par de puntos sobre el mapa delataba que no estaba mintiendo. El hombre suspiró y se relamió los labios, antes de sacar un papel doblado de sus bolsillos.

—Necesito que consigas esto para mí —dijo, entregándomelo.

Cuando leí lo que estaba escrito adentro, no pude evitar chasquear la lengua al mostrarle una sonrisa sardónica. Era una larga lista de medicinas cuyos nombres no eran capaces de ser pronunciados ni por un hombre adulto.

—¿Crees que somos tus hadas madrinas o qué? ¿Todo lo que pidas podemos hacerlo aparecer con un movimiento de manos? —interrogué con ironía.

—Mira, no es para mí, es para Louis. Julia revisó e intentó desinfectar la herida, sin embargo, está muy adolorido, ni siquiera puede dormir. Necesitamos todo eso para...

—¿Todo esto? —exclamé, restregando la lista en su cara— ¿Planeas que asalte un hospital? Mira, haré lo que pueda, y tendrán que conformarse con lo que encuentre.

Arrugando el papel, lo guardé en el bolsillo de mis pantalones.

—Pero...

—¿Eso es todo?

Liam estaba mirándome con desdén puro, sin embargo, no dijo nada al respecto mientras me erguía imponente sobre él. Después de lo de ayer, no dejaría que nadie más se diera la autoridad de hablarme como quisieran.

—Sí, General —dijo con desprecio, despectivamente y con los dientes apretados.

—Bien, hazte a un lado, se nos hace tarde.

• • •

Mi humor se había levantado tan solo un poco cuando en la búsqueda de provisiones, encontré una porción de ravioles enlatados rodando por los pasillos del supermercado. Le había dado la lista a Zayn a la espera de que él supiera que mierda hacer o a dónde carajos ir para conseguir las drogas que Louis necesitaba. Lo que menos necesitaba con una Olivia embarazada ahora en el grupo y con Niall todo pegajoso y llorón, era a Louis herido también. No era la jodida niñera del grupo.

letal; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora