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—Emma Thompson.

—Jodie Foster.

—Susan Sarandon.

—¿De verdad?

—¡Por supuesto!

—Déjame pensar... Olivia Newton-John.

—Eso es gay, amigo.

—¡¿Cómo es gay el que me guste una mujer?! —exclamó Eden

—No es el hecho de que te guste una mujer, es el hecho de que solo los gays idolatran a esa mujer en particular —le respondió Michael.

—¡Es una estupidez! Olivia es una mujer hermosa y extremadamente talentosa.

Michael soltó una irrisión nasal mientras martillaba una estaca dentro de la tierra.

—Gay.

—¡No es gay! —chilló Eden— ¿Estás conmigo en esto, no General? Olivia es una mujer mayor completamente cogible.

—Me importa una mierda —escupí, sintiendo los músculos de mis brazos comenzar a quemar. Habíamos estado ahí, bajo el sol, toda la tarde.

Al llegar de recoger provisiones, nos había recibido la sorpresa de que la electricidad por fin había sido cortada. Era cuestión de tiempo, y al parecer ahora era mi tarea reforzar el sistema de seguridad. Había puesto a los holgazanes de Eden y Michael a ayudarme a reforzar el alambrado, pero el par no parecía querer cerrar la boca. Oliva esto, Olivia aquello.

Olivia, Olivia, Olivia.

Era como si ese nombre me persiguiera, solo quería tomar un clavo y martillarlo en la cabeza de cada uno con la esperanza de que solo así lograran callarse.

—No puede importarte una mierda. Eres hombre ¿no? Dinos que piensas —insistió Michael, como si hablar de sexo fuera a hacerme menos hombre.

Incluso si yo fuera virgen, tendría más virilidad en mi dedo meñique que ese par de muñequitas de porcelana china. Me reí ante mis propios pensamientos.

Si ellos eran porcelana china, entonces qué sería Niall.

—Pienso que ustedes dos suenan como un par de vírgenes de secundaria. Cierren la boca.

Me levanté, sacudiéndome las manos. Podía ver como ambos chicos me miraban boquiabiertos. Supuse que nunca se habían percatado realmente de las proporciones de mi cuerpo, porque lo miraban como si se tratara de Godzilla o una mierda así. No era por echarme flores a mí mismo, pero estaba en buena forma, y el fin del mundo definitivamente no me harían perder los años de entrenamiento que me había costado.

—Vamos, no puede simplemente no interesarte. Debes de haber tenido sexo cientos de veces con esa cara y ese cuerpo —le dijo Eden. Lo miré con los ojos entornados y una ceja arqueada.

—Maldición. Michael tiene razón. Eres un maricón.

Su cara gorda se tornó tan roja como su cabello, apenas y era capaz de ver las pecas detrás del color sonrosado.

—Mi vida sexual no es de tu incumbencia. Metan la nariz en donde realmente les importe.

Arrojé mi martillo al césped y me amarré la camisa a la cintura, decidiendo que había demasiado calor como para volver a ponérmela. En cambio, permanecí con mi musculosa algo sucia y empapada en sudor. Si alguien tenía un problema, entonces tendría que decírmelo a la cara.

—Si tienen tanta energía para hablar, terminen esta mierda ustedes. Espero que esté lista para hoy —les dije, antes de marcharme. Pude ver el miedo en su rostro pálido, y apenas di un paso en la dirección contraria, pude escuchar cómo se pudieron a trabajar de inmediato.

letal; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora