Mordió su labio inferior nerviosa, esas sensaciones la estaban abrumando de lo rápido que llegaban, de lo bien que la había sentir pero que sabía debía ser fuerte. Su corazón latía desbocado, haciéndose oír tras aquellos pequeños instantes de segundos, en que el italiano miraba con evidente enfado a aquel moreno.
−Giorgio... − Susurró casi en un jadeo, haciendo que solo él pudiera oírla. En respuesta, él afianzo su agarre en su cintura.
Giorgio la había estado vigilando toda la noche, había asistido sola. Él estaba dispuesto a esperar que se retirara de la fiesta para poder acercarse y explicarse, había visto justo el instante en que ella se iba, pero llego aquel moreno e interrumpió su huía. Él intento mantenerse al margen, esperando que ella saliera de aquella situación, pero al ver la insistencia de aquel desconocido, no pudo evitar acercarse y lo que había oído, le había hecho tomar la decisión de reclamarla públicamente, sabiendo que ella podía negarse y humillarlo, de su piccolo diavolo esperaba cualquier cosa.
Lo que no había esperado es que, al acercarla más a su cuerpo, ella incluso se acomodara entre su brazo, como si aquel siempre hubiera sido su lugar, aunque así lo sentía un poco él. Sintió como se le erizaba la piel y el pequeño jadeo que casi se le sale, incluso podría jurar que su corazón latía de forma rápida. Pero lo que había logrado bajar todas sus defensas y darle la determinación que no sabía necesitaba para reconquistar aquella mujer, fue cuando ella jadeo pronunciando su nombre, sintió como su vida volvió y casi vislumbraba una pequeña luz al final de su oscura vida, esa luz era ella.
−Lamento la tardanza, pero es que me encontré con unas antiguas amigas de la familia y ya sabes cómo son esas señoras – Mintió besando su cabello, ignorando al moreno que se mantenía en silencio, estudiando la escena −. Me quiero ir, ¿nos vamos mi piccolo diavolo?
Freya cerró los ojos al escuchar aquel apodo que él le había dado, la verdad no le molestaba la llamase así, en él sonaba sexy, perfecto. Abrió los ojos y se encontró con la mirada desconcertada del moreno, le dedico una sonrisa y se giró entre los brazos de aquel italiano, encontrándose con sus oscuros ojos como dos esferas negras.
¿Podría hacerlo?, ¿No sería un error? Joder, lo necesitaba.
Puso sus manos en su pecho y se acercó a sus labios, rosándolo, provocando que la apretara ansiosa contra él. Entreabrió los labios y él aprovecho para tomarla, con necesidad, amor, desesperación.
Giorgio llevo una mano a su mejilla, acariciándola mientras se deleitaba con sus pequeños y carnosos labios. Se abrió paso en su cavidad, profundizando el beso, deseando tomarla allí mismo, deseando volver a disfrutar de su cuerpo, deseando como un loco hacerla suya, probarla, revivir aquellos momentos excitantes entre ambos.
La rubia llevo una mano a su nuca, acercándolo a ella, porque a pesar de llevar tacones él seguía siendo más alto. En aquel momento no le importaba estar en un evento de tal magnitud besándose con aquel italiano, ella lo necesitaba, era como una jodida adicción que había dejado por un tiempo, pero que muy en el fondo, sabia volvería a buscar en algún punto de su vida.
Se separaron por falta de aire, ella miro a los lados para saber si eran observados, pero lo único que vio fue cinco espaldas rodeándolos. Frunció el ceño. ¿Quiénes eran ellos? Miro al italiano confundida.
−Mi equipo de seguridad, tal parece que deseaban darnos un poco de privacidad – Murmuró con una sonrisa sin soltarla.
Miro a su alrededor, debía salir de allí, el perfume de aquel hombre la estaba matando. Intento alejarse, pero no se lo permitió.
−Giorgio, esto...
−Acabamos de compartir más que un beso, yo lo sentí – La miro directo a los ojos, mostrándole la sinceridad a través de sus oscuros ojos −. Quiero que me escuches, que me des una oportunidad.
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Freya Michelakis
RomansaFreya Michelakis es una mujer seductora, egoísta, impulsiva y que no le importa ensuciar sus manos de sangre. Total, está acostumbrada a ello. Freya creció en una de las familias más temidas de la mafia, su infancia no fue fácil, su adolescencia muc...