Capítulo 09

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Dulce Hogar

El ambiente era cálido, no del tipo de bienvenida que esperarías de una familia desconocida. Estaba esa sensación hogareña que incluso llegó a sentir cuando era un niño. O algo así recordaba mientras dos hombres se acercaban hasta a ellos con un aura de completa amabilidad, lo que le pareció extraño en un principio; pero no le dio tiempo de analizar el sentimiento en cuanto su rubio vecino se paró junto a él.

—Te presento a mi padre, Iruka—Naruto señaló al hombre de coleta, una amigable sonrisa de ojos cerrados le mostró.

Sasuke asintió a su dirección, porque en realidad no sabía muy bien cómo actuar ante estas situaciones.

—Y Kakashi... mi otro papá—el rubiecito sonrió hacia la otra voz que había escuchado con anterioridad y la razón por la que ahora estaba allí.

Como había imaginado, era un poco más alto; tenía un curioso cabello gris y una sonrisa igual de amable que Iruka. Sasuke se sorprendió, pero su perfecto rostro no lo dejó entrever.

—Mucho gusto—el pelinegro inclinó la cabeza un poco y por un momento se preocupó por la falta de ánimo en su voz, aunque, a decir verdad, era la primera vez que se sentía inseguro sobre eso.

—Sasuke es mi vecino, es un poco tímido así que no sean tan... ustedes—hubo un tono de advertencia.

Una pequeña carcajada se escuchó por parte de su primer padre—. No te preocupes Sasuke, acompáñanos a la mesa.

Olía terriblemente delicioso; gyoza, onigiri, tamagoyaki y un poco de ramen casero... cómo no. Sabía perfectamente que Naruto no era el dueño de la creación ante sus ojos, sospechó severamente que la visita de sus padres era la única razón por la que a veces podía dignarse a comer decentemente.

—¿Cómo es que te llamas? ¿Sasu...?—Kakashi le miraba indagador.

—Sasuke—dedujo de inmediato a dónde quería llegar—. Sasuke Uchiha.

Naruto le miró sopesando—. Nunca me dijiste tu apellido.

—Nunca me lo preguntaste.

Naruto sacó la lengua cuál niño pequeño y él sólo pudo observarle entretenido.

Pero el silencio de parte de los adultos le hizo temer por un momento que la mención de su apellido arruinara el ambiente, o que causara un interés más allá del normal como muchas otras veces le tocó vivir. Naruto fue perspicaz, se dio cuenta del ligero cambio que se dejó ver en el rostro de Sasuke y no quiso comentar nada al respecto. Incluso Kakashi, que había hecho la pregunta, asintió sin decir algo más porque había notado la mirada preocupada que su hijo le daba al hombre que vivía a un lado de él.

—Es un gusto tenerte por aquí, Sasuke—dijo, notando de inmediato cómo la tranquilidad regresaba a su cuerpo—. ¿A qué te dedicas?—el cambio de tema hizo que Sasuke se sintiera un poco más cómodo.

—Trabajo en el banco, soy cobrador de tarjetas—probó el primer bocado y se obligó a no exclamar alguna palabra que resultara vulgar, estaba delicioso.

—Ohhh, el que está a unas cuantas horas de aquí y que tiene fama por tener un pésimo servicio—Iruka comentó.

—Ese mismo—Sasuke sonrió.

Es verdad que su lugar de trabajo no tenía muy buena reputación, pero no es como si eso resultara de alguna forma perjudicial para ellos. De hecho, había suficientes clientes como para que el pequeño banco subsistiera en el pueblo. Y la verdad es que mejoraron su servicio en los últimos meses después de que la empresa matriz hiciera una reestructuración de la planta administrativa.

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