Capítulo 03

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Ichiraku Ramen

Y ahí estaba.

Frente a esa pequeña y linda fachada, la única razón por la que Naruto Uzumaki se había adueñado del departamento junto al suyo. Sasuke se preguntó por un momento si lo que le había dicho ese rubiecito era la verdad, porque cualquier cabeza que fuera capaz de ser razonable, bajo ninguna circunstancia, usaría un restaurante de ramen como excusa de mudanza.

Y si fuera el caso...

—¿Te quedarás ahí parado o entrarás? Le bloqueas la puerta a los clientes—la voz grave del que parecía dueño del local interrumpió sus pensamientos.

Sasuke relajó el rostro, no quería parecer el tipo gruñón del lugar. Solamente estaba demasiado curioso, además, la incredulidad viajaba ociosamente por su sangre. Nadie era capaz de moverse de un lado a otro por un poquito de ramen.

Él asintió y decidió sentarse frente a la barra, no quería molestarse en buscar una mesa más al fondo... y sería demasiado incómodo tener que soportar las miradas de los demás clientes, haciéndoles saber de su desdichada situación como la persona solitaria que era. Fingió ver las opciones del menú, checó rápidamente y pidió un tazón de ramen normal; sin mucho adorno o mucha sazón.

Sasuke se deshizo de su rígida postura y suspiró, no era fan del ramen.

Absolutamente no lo era, pero allí estaba, a punto de comerlo por culpa de un extraño.

Observó el pequeño local, se sorprendía de la cantidad de gente en una tarde de entre semana en día laboral. Quizás era la zona, después de todo, ese mercado de mariscos atraía mucha gente. Era la razón por la que ese día Sasuke prefirió viajar en transporte público, pues ya tenía planeado ir hasta Ichiraku y no quería detenerse a buscar en donde dejar su camioneta.

Era casi una perfecta ubicación para generar ingresos y prestigio dentro del pequeño pueblo. 

Sólo que Sasuke era alguien exigente y el sólo pensamiento de tener que pasar por ese mercado tan concurrido le molestaba y al mismo tiempo le cansaba. Es como si un abuelo gruñón hubiese poseído su cuerpo, y él estaba consciente de eso. Quizás envejeció muy rápido, ¿traumas de la niñez, el trabajo? O simplemente era culpa del yo de su vida pasada.

Lo pensó un rato más, e inconscientemente sonrió. Tal vez fue un rarito obsesionado con la sed de venganza y el poder. 

—Aquí tienes—una muchacha con bonita sonrisa colocó el tazón mediano ante a él. El humo caliente chocó con su rostro, no quería admitirlo, pero el olor y la apariencia tan brillante del plato hizo que su estómago rugiera de hambre. 

Por un momento creyó que sí era posible empacar tus cosas e irte de casa por culpa de tu restaurante favorito.

—Gracias.

Acomodó algunos fideos en los palillos, los remojó en el miso e incluso los olió antes de llevárselos a la boca; no lo sabía con exactitud, pero estaba seguro de que ese primer bocado fue lo más delicioso que había probado en mucho tiempo, y probablemente se debía a que no solía comer mucha comida casera. 

De verdad estaba disfrutándolo, tal vez deba agradecerle a Naruto luego. 

—¡Sasuke!

El dueño del nombre detuvo todos sus movimientos y la poca comodidad que logró acumular desapareció.

Su compañero de trabajo le regaló unas palmaditas a su espalda y le sonrió.

—Suigetsu.

El pelinegro suspiró y aunque estaba seguro de que no mostraba más que desagrado, no lograba proyectarlo. Aparentemente tenía la capacidad de no mostrar muchas emociones, porque su rostro parecía manejar esa misma mueca de labios rectos y ojos aburridos las veinticuatro horas al día y los siete días de la semana.

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