Capítulo 22

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Coincidencia

De nuevo estaba perdido, escuchaba las voces a lo lejos, como si el sonido estuviera siendo amortiguado por una pared invisible cerca de sus oídos. Mordió la punta del bolígrafo con impaciencia y tamborileaba sus dedos sobre ese descuidado libro.

La única palabra que parecía estar dispuesta a venir una y otra vez a su mente era mamá, y seguida de esa, Sasuke. Por mucho que se obligaba a poner atención a las aburridas palabras del profesor, no podía, simplemente la idea de autosabotear su vida académica resultaba más divertida para su cerebro.

Y no eran sólo sus créditos los que estaban en juego, sino también su confianza en sí mismo. Pero el peso fuerte de un libro cayendo sobre su escritorio lo despertó de aquellos terribles pensamientos, era Shikamaru, quien le miraba con una ceja alzada y los labios firmemente rectos.

Naruto suspiró, dándose cuenta que eran los únicos en el salón.

—¿De nuevo soñando despierto?—preguntó.

Él rascó su cuello con vergüenza—. Era una pesadilla, no un sueño—guardó sus cosas.

Salieron de ahí y se dirigieron por algo de comer. Un puestito de comida callejera que conocían.

—¿No es un «te lo dije» verdad?—dijo preocupado, mordiendo su onigiri.

El rubio rodó los ojos—. No, no es un te lo dije—imitó en un tono molesto.

«Te lo dije» es lo que su amigo llamaba advertencias que no había dicho, pero que, si sucedían, no iba a dudar en decirle que estaba en lo correcto. Es decir, si Sasuke Uchiha resultaba ser un maldito patán, cretino y rompecorazones; Shikamaru no tardaría ni un sólo segundo en verle con esos ojos de cerebrito que tenía, decirle en un tono aburrido que toda la situación era sumamente problemática y escupirle en la cara un te lo dije.

Aunque, si eso llegara a pasar, no sólo le diría que estaba equivocado respecto a quién era ese tal Uchiha, sino que también iría en busca de él en defensa de su amigo y lo haría pagar por el daño, pero no era necesario que Naruto supiera esa parte.

¿Entonces cuál es el problema?—preguntó otra vez—. Y no intentes decir que no es sobre Sasuke, porque ambos sabemos que se trata de él.

El rubio sacó la lengua cual niño malcriado y dejó caer los hombros. De cualquier forma, no planeaba evitar la conversación.

—Sasuke es genial y siempre estoy feliz cuando estamos juntos, de veras—aseguró, tratando de alejar la mala perspectiva que su amigo tenía sobre el Uchiha—. No es él quien me preocupa, sino su madre.

Empezaron a caminar a la parada de autobuses después de llenar el estómago con algo.

—¿Su madre?

Él asintió—. Me dijo que ella quiere conocerme.

—Vaya, no resultó ser el maldito que creí—dijo con una sincera sorpresa.

—Oye...

—A mí me parece que está tomando en serio lo que tiene contigo, ¿por qué te preocupa tanto?

Hizo un puchero—. ¿Y si no le agrado?

Hubo un pequeño silencio por su parte y luego una mirada triste se instaló en el rostro del ojiazul.

—Él ha tenido muchos problemas con su familia, no quiero agravar más la situación.

—Si Sasuke huyó una vez por sus ideales, lo volverá a hacer si quiere tenerte en su vida—respondió rápidamente.

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