Capítulo 27

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Decepción

Arrugó la frente al sentir el calor subiendo por su espalda, tan incómodo y molesto. Era obvio que ya no podía seguir durmiendo, Sasuke abrió los ojos tratando de acostumbrarse a los rayos del sol que entraban tan insolentes por el balcón de la habitación. El techo de madera y sin rastros de telarañas fue lo primero que vio, recordando inmediatamente en qué lugar estaba. Se volteó hacia la mesita de noche buscando su celular para dar con la hora.

Suspiró relajado, dejándose caer de nuevo sobre la almohada, no eran siquiera las siete de la mañana. La estrafalaria boda empezaría a eso de las diez, probablemente Deidara e Itachi ya estarían despiertos y muriéndose de los nervios, mientras se preparaban y arreglaban en sus costosos trajes.

Bufó con cierto toque de burla al pensar en su madre, seguramente dando órdenes a diestra y siniestra a los encargados de los preparativos para que todo saliera perfecto. Se quedó viendo a un punto fijo, preguntándose cuánto tiempo más tendría que estar ahí. Giró la cabeza, encontrándose con aquellos alborotados y rebeldes cabellos rubios, su respiración acompasada era señal de que seguía en el mundo de los sueños, tenía la sábana enredada entre sus piernas descubiertas; con razon, pensó.

Quiso taparse con algo por la madrugada, pero se rindió al no encontrar por ninguna parte las sábanas.

Se dio la vuelta, acostándose de lado y dispuesto a conciliar el sueño de nuevo. Abrazó a Naruto por detrás, sintiendo cómo este se removía tomando su mano mientras la entrelazaba con la suya, acomodándose de mejor forma en los brazos de Sasuke.

—¿Ya estás despierto?—dijo aún adormilado, y en un tono apenas audible.

Era increíble lo raro que Naruto podía resultar, algunas veces parecía una piedra inmune a cualquier ruido; no despertaba con absolutamente nada, y otras veces, podía tener el sueño extremadamente ligero.

Sasuke enterró su nariz entre los desordenados cabellos, algo pensativo—. ¿Y si nos escapamos?—susurró cerca de su oído.

—¿Te quieres escapar el día de la boda de tu hermano?—soltó una pequeña risa—. ¿Y qué hay con Itachi?

—No creo que le importe.

Naruto se dio la vuelta—. ¿Y tu mamá?

—¿Qué pasa con ella?

—¿No piensas que podría enfadarse contigo porque has dejado a tu hermano en un día tan especial?

Y así como a veces resultaba increíblemente raro, también podía sorprenderle. La mayoría del tiempo era él quien trataba de persuadirlo para hacer locuras, el que se dejaba llevar y veía todo como un juego. Ahora mismo sentía que estaba siendo un desconsiderado de primera, y es que realmente había olvidado que tenía a Mikoto Uchiha pisándole la sombra.

—No puedo creerlo—dijo Sasuke burlonamente—, a veces puedes ser muy inteligente.

—¡Siempre soy inteligente!—exclamó ofendido y más despierto que nunca, mientras le daba un golpe de puño en el hombro.

Sin poder resistirse más, Sasuke se aventuró a besar sus labios, acallando todas esas quejas que para él sonaban sólo a adorables berrinches. El sonido de sus labios al encontrarse era apenas perceptible, con un toque lascivo y juguetón. El azabache sonrió al sentir esas manos acariciando sus cabellos, acorraló a Naruto en medio de su cuerpo y la cama mientras se acomodaba entre sus piernas; deseoso y sin prisa alguna paseó su mano por la cintura del rubio, robándose unos cuantos suspiros al mismo tiempo que dejaba besos pausados, lo suficientemente lentos como para saborear esos labios.

—Sabes...—Naruto sostuvo el rostro de Sasuke en sus manos—. Lo he estado pensando... sobre vivir juntos.

Sus labios se curvaron hacia arriba al notar el brillo de emoción en los oscuros ojos de Sasuke, y ese silencio que lo invitaba a terminar con su discurso era casi tangible. No podía imaginarse una vida en la que no tuviera que apreciar esos pequeños gestos, que a vista de cualquier persona pasarían desapercibidos.

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